La parranda inolvidable
Por José Toro Hardy
El Universal
LOS VENEZOLANOS estamos gozando una de las mayores parrandas de nuestra historia. Aprovechando un abultado ingreso petrolero, que no es el resultado del esfuerzo de nadie sino más bien de un precio por barril mayor al que nunca habíamos soñado, hemos emprendido una borrachera colectiva de consumo, olvidándonos de que ninguna sociedad puede sobrevivir si no produce.
Lejos de sembrar el petróleo, como tantas veces lo recomendó Arturo Uslar Pietri, pareciera que la dirigencia oficialista ha logrado patentar una nueva fórmula maravillosa para consumirlo directamente del pozo a la boca. No se trata de embarcarse en grandes inversiones ni de conquistar mercados. No hay que preocuparse por la factibilidad de ningún proyecto. Total, tenemos dinero de sobra. Aquella cantaleta de que hay que ser eficientes y productivos, no son más que sandeces de la vieja Pdvsa, de aquella desprestigiada meritocracia petrolera que quería hacer creer a los venezolanos que la industria de los hidrocarburos era una actividad que requería de altos conocimientos. Nada de lo anterior pareciera ya tener sentido. Ahora Pdvsa es de todos y por lo tanto todos tenemos derecho a pegarle palos a esa piñata. Y no sólo todos los venezolanos. También todos los revolucionarios del mundo.
Bajo las circunstancias actuales, una nueva fórmula mágica pareciera haber surgido de los laboratorios gubernamentales. Se trata de transformar el petróleo en una suerte de elixir fascinante que puede ser consumido directamente, produciendo una sensación de felicidad colectiva.
NADIE PUEDE DUDAR de la eficacia de esa nueva patente. Sus resultados están a la vista. Por ejemplo, el año pasado, gracias a los efectos de este brebaje portentoso, el PIB de Venezuela creció en un 9,5%. Y sin embargo, ese asombroso resultado se logró creando apenas unos 38.000 nuevos empleos. De manera que estamos enfrentados, nadie debe dudarlo, a un mecanismo que demuestra la altísima productividad que se logra a través de estas nuevas políticas económicas. De hecho, estoy convencido de que a quienes las diseñaron se les debe otorgar el Premio Nobel de Economía y deben ser distinguidos con doctorados honorarios de las mejores universidades del mundo.
Beber el petróleo directamente del pozo, como quien bebe la leche de la ubre de una vaca, tiene grandes ventajas. Por ejemplo, en lo que va del año, el gasto público ha aumentado en cerca de un 67% si se le compara con igual período del año anterior y, en el primer trimestre, las importaciones alcanzaron a casi 6.000 mi llones de dólares. ¿Para qué queremos más?
LA GRATIFICACION instantánea que obtiene la sociedad es indudable. Por ejemplo, en lo que va del año, las ventas al detal han aumentado en un 29,8% en tanto que las ventas al mayor han crecido en un 51,8%. Otras cifras ratifican las bondades del nuevo modelo. Solamente en enero del 2006 las ventas de automóviles crecieron en un 112,7% con respecto al mismo mes del 2005. Y esto no es nada. Las ventas al detal de aparatos, artículos y equipos domésticos aumentaron en un 136%, en tanto que las de textiles, prendas de vestir, calzado y artículos de cuero lo hicieron en un 40,4%. Lo vuelvo a repetir ¿Para qué queremos más?
Los venezolanos estamos nadando en dinero. La liquidez en poder del público supera los 80 billones de bolívares. ¿A quién diablos le importa que el Banco Central de Venezuela haya perdido unos 300.000 millones de bolívares colocando papeles a fin de drenar el exceso de liquidez para frenar la inflación?
ESTA SOCIEDAD se está sacudiendo de una vez por todas las pedanterías de los economistas. Al fin y al cabo, ¿en qué nos afecta que el Gobierno haya tomado más de 10.000 millones de dólares de las reservas internacionales para transferirlas al Fonden? Es más, para demostrar que eso y mucho más se puede hacer, el Gobierno ha decidido retirar 1.000 millones de dólares más de las reservas para enviarlas ahora a un fondo social. ¿Y qué? Acaso los directivos del BCV no nos han dicho que los bancos centrales no quiebran?
Además, los detractores del Gobierno insisten en asustarnos diciendo que las inversiones (públicas y privadas) son insuficientes. ¿A quién le importa invertir si todos estamos consumiendo como nunca? ¿Acaso el objetivo de invertir no es el de obtener ganancias para poder después consumir más? Pues bien, ya estamos consumiendo más, sin necesidad de invertir. ¿Para qué preocuparnos? Les recuerdo el cuento del pescador margariteño:
“¿Para qué voy a trabajar más?” preguntaba el pescador.
“Para que después tengas dinero y puedas retirarte a descansar”, le decía el gringo con quien conversaba.
“Pero eso es lo que estoy haciendo ahora”, replicaba el pescador.
¿Y mañana? Bueno, mañana ya se verá. Por ahora estamos botando la casa por la ventana, porque este es un año electoral. Después habrá que recoger los vidrios.
- 12 de julio, 2025
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