El enigma de una advertencia
Por Pablo Alfonso
El Nuevo Herald
El ministro de las Fuerzas Armadas y número dos del Partido Comunista y el Gobierno de Cuba, Raúl Castro, lanzó el pasado martes 14 de junio una fuerte advertencia, detrás de la cual hay un claro reto para quienes dentro de la estructura de poder político en la isla, pudieran estar buscando posiciones ventajosas ante el proceso de sucesión que se avecina.
”El Comandante en Jefe de la Revolución Cubana es uno solo, y únicamente el Partido Comunista, como institución que agrupa a la vanguardia revolucionaria y garantía segura de la unidad de los cubanos en todos los tiempos, puede ser el digno heredero de la confianza depositada por el pueblo en su líder. Para eso trabajamos, y así será, lo demás es pura especulación, por no decir otra palabra”, afirmó Raúl durante un discurso pronunciado en el acto por el aniversario 45 de la fundación del Ejército Occidental, efectuado en el municipio habanero de San José de las Lajas.
Tal condundente afirmación política, relacionada con la sucesión, pudiera parecer extemporánea en el marco de una celebración puramente castrense. Sin embargo, la difusión de ese discurso en la radio y la televisión, así como su publicación íntegra en Granma, el órgano oficial del Partido, revela la definición de una política relacionada con el proceso de la sucesión.
Si analizamos con cuidado el párrafo de marras quizás podamos concluir que:
* Tras la desaparición de Fidel Castro, no existirá más esa posición de ”Comandante en Jefe”. Esa será una distinción reservada como símbolo para Castro, de la misma manera que existe un único ”Guerrillero Heróico” en la figura de Ernesto Ché Guevara.
* Si como afirmó Raúl, ”únicamente el Partido Comunista…puede ser el digno heredero de la confianza depositada por el pueblo en su líder”, ello quiere decir que no habrá roles protagónicos personales en el proceso de sucesión.
Hay además, en el discurso, una clara advertencia para quienes pudieran albergar ocultas esperanzas de ”heredar” el trono revolucionario.
”Al igual que hemos vencido en todas las batallas, tanto en Cuba como en cumplimiento del deber internacionalista, venceremos al enemigo que intente agazaparse en nuestras filas”, subrayó.
Dentro de ese contexto, delineado por Raúl, corresponde entonces al Partido Comunista, asumir la dirección del país, desde las más altas instancias del poder político hasta la más humilde empresa. De nuevo los famosos ”núcleos del Partido”, reasumen el poder de decisión que habían perdido en los últimos años en las instancias administrativas y empresariales.
El discurso del General de Ejército, otro de los títulos que ostenta Raúl Castro, tuvo desde el principio al fin una constante: la idea de que existe un círculo de poder unido, con idénticos objetivos, sin fisuras y dispuesto a mantener la continuidad del régimen.
Una continuidad que está garantizada por ”contar con el Comandante en Jefe de siempre” y por los comandantes históricos de la revolución, por los generales que ayer fueron guerrilleros y soldados porque “en ellos se sienten representados todos nuestros combatientes, tan firmemente unidos como lo estuvieron en 1961 y lo estarán siempre, en la imbatible unidad nacional.
Raúl se encargó de subrayar que “ahí está la clave de nuestro poderío defensivo, de nuestra capacidad de resistir y vencer las mayores adversidades”.
Escuchando tantas reiteraciones en torno a la unidad y a la comunidad de objetivos, uno está tentado de repetir ese viejo dicho que afirma: “Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”.
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