Estados Unidos y América Latina: la época de la Buena Vecindad
Por Alfredo Toro Hardy
El Universal
LA HISTORIA de la relación entre Estados Unidos y América Latina ha atravesado por siete etapas: la definición de la esfera de influencia (promulgación de la Doctrina Monroe en 1822); el Destino Manifiesto (guerra de 1848 contra México para anexar parte de su territorio); la era imperial (entre 1898 y 1933); la política de Buena Vecindad (entre 1933 y 1947); la era bipolar (entre 1947 y el colapso soviético); el Consenso de Washington (fase de hegemonía económica entre el momento anterior y el triunfo de Bush); el imperialismo democrático (fase actual). De los siete capítulos anteriores, la era de la Buena Vecindad sobresale como el único en el cual Estados Unidos estuvo dispuesto a mirar con respeto a América Latina.
Los períodos que antecedieron y precedieron inmediatamente al de la Buena Vecindad, fueron los más difíciles para la región. De allí lo significativo del paréntesis representado por este capítulo. El mismo se inicia con la llegada a la presidencia de Franklin Delano Roosevelt en 1933 y habrá de sobrevivir un par de años a su muerte, marcando la etapa inicial de Harry Truman. La aparición de la Guerra Fría representará su fin. Durante su subsistencia Estados Unidos tomará medidas como las siguientes: retira las tropas de ocupación que mantenía en diversos países de la Cuenca del Caribe (con la manifiesta excepción de Puerto Rico, anexado desde 1898); deroga una serie de tratados con países de la Cuenca del Caribe que le brindaban privilegios desmesurados; abroga la Enmienda Platt a la Constitución cubana, que le otorgaba el derecho de intervenir a voluntad en ese país; promulga la doctrina de no intervención absoluta en los asuntos internos de los estados de la región; como expresión de lo anterior no se opone al surgimiento de diversas democracias progresistas; se muestra dispuesto a aceptar un grado significativo de independencia económica regional, lo cual incluye la nacionalización de la industria petrolera mexicana; mantiene confrontaciones con corporaciones norteamericanas en virtud de abusos cometidos por estas en la región; promueve la concesión de créditos a países latinoamericanos.
¿Qué razones motivaron este comportamiento tan fuera de contexto con la historia previa y posterior? Importantes consideraciones políticas y económicas hacían aconsejable un cambio de orientación. Lo interesante es que ante los retos planteados, Roosevelt optase por la apertura y no por un mayor cierre de compuertas. Esto, en sí mismo, resulta evidencia de sus convicciones y de su talento político. Entre los factores circundantes se encontraban los siguientes: la necesidad de concentrar esfuerzos en la superación de la gran depresión económica que vivía Estados Unidos; la traumática experiencia derivada de la lucha contra Sandino, en Nicaragua, la cual anticipó el mismo tipo de frustración que varias décadas después habría de representarles Vietnam; la constatación del fuerte movimiento nacionalista latinoamericano y la toma de conciencia con respecto a la alienación de voluntades regionales que implicaban las posturas agresivas. Sin embargo, más allá de los elementos endógenos hubo también importantes factores exógenos. En primer lugar el hecho de que Roosevelt se encontrase empeñado en la disolución del imperio británico, lo cual obligaba a predicar con el ejemplo. En segundo lugar la necesidad de afianzar lealtades regionales para evitar la penetración de los fascismos europeos.
Es una lástima que la buena vecindad haya representado la excepción y no la regla. Que distinta hubiese sido la historia de América Latina si las cosas hubiesen sido al revés.
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