América latina no es hoy un buen ejemplo para Africa”
Entrevista realizada por Jorge Elías de La Nación al politicólogo Eddy Maloka.
En Africa, Ernesto “Che” Guevara dejó un mensaje: “Cuando las masas negras de Sudáfrica o de Rhodesia [luego Zambia y Zimbabwe] inicien su auténtica lucha revolucionaria, se habrá iniciado una nueva época”. El mensaje data de mediados de los años 60, después de haber viajado al Congo y a Guinea y de haber propiciado la participación de guerrilleros cubanos en las insurrecciones de Angola.
Desde entonces, según Eddy Maloka, presidente de la Asociación Africana de Ciencias Políticas (AAPS, por sus siglas en inglés) y director ejecutivo del Instituto Sudafricano para Africa (AISA), la imagen de América latina en ese continente ha estado estrechamente vinculada con grupos e ideas radicales. En especial, de izquierda.
Ni aquellas ideas ni los discursos radicales de gobernantes latinoamericanos de estos tiempos, como Hugo Chávez y Evo Morales, le parecen a Maloka ejemplos en los que deberían inspirarse los africanos.
“En Africa vemos a América latina como una exportadora de izquierdas –afirmó Maloka en una entrevista con LA NACION–. Notamos que hay un buen número de gobiernos de izquierda que está adquiriendo poder. A su manera, América latina está dando una respuesta organizada al Consenso de Washington, pero nosotros queremos saber qué están haciendo, no para imitarlo sino, desde luego, para ver qué podemos aprender."
Se trata de realidades y de procesos diferentes. Tanto América latina como Africa han padecido desgarros provocados por regímenes autoritarios, fraudes electorales y casos de corrupción. No obstante ello, de los 13 millones de muertos en conflictos armados en el mundo durante la última década, 12 millones fueron africanos, según las Naciones Unidas.
Muchas heridas no han cicatrizado. En Darfur, Sudán, la situación es tan delicada que ha habido desde febrero de 2003 más de 70.000 muertos y dos millones de desplazados. A pesar de los procesos de paz en marcha, otros conflictos tampoco han finalizado, como ocurre en Burundi, Costa de Marfil, Somalia, Nigeria (la región del Delta del Níger), la República Democrática de Congo (las regiones de Ituri y Kivus) y Uganda. En Zimbabwe, sin ir más lejos, persiste la tensión. Y en Somalia, a su vez, 13 intentos de paz en 14 años no han podido evitar 500.000 muertos y 400.000 desplazados.
Maloka, de 39 años, doctor en ciencias políticas, nacido en Soweto, suburbio de Johannesburgo, Sudáfrica, ha escrito varios libros y monografías referidos a estos asuntos, como "Política sudafricana hacia Africa", "El Partido Comunista sudafricano en el exilio, de 1965 a 1990" y "¿Unos Estados Unidos de Africa?", entre otros. También ha asesorado a políticos y funcionarios de su país y ha sido profesor e investigador de la Universidad de Ciudad del Cabo.
En la Argentina, recibido por el embajador sudafricano, Peter Gossen, Maloka mantuvo reuniones con diplomáticos y académicos. "Las causas de los conflictos en Africa son diversas -dijo Maloka-. Podemos hablar, en general, de gobiernos débiles, instituciones poco estables, autoritarismo, guerras continuas, pobreza y exclusión. El desafío es tremendo."
-Pese a ello, en 14 países africanos hubo elecciones en 2005.
-Sí, pero existen deficiencias en la naturaleza de los Estados. Son deficiencias de organización. El problema es el control del Estado. Eso también pasa en América latina. Las elecciones solas no facilitan la transición o el cambio de gobierno. En Africa estamos creando el consenso para una agenda del continente. Se necesita algo más que elecciones para consolidarlo, pero, igualmente, se trata de un paso importante.
-En Windhoek, la capital de Namibia, el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, dijo que estaba en un sitio tan limpio y bonito que no parecía africano. No cayó muy bien que digamos.
-Esa percepción tiene que ver con la coexistencia de dos economías en algunos países. No es lo mismo Sudáfrica que Zimbabwe, Mozambique, Argelia o Kenya. Alrededor de algunas ciudades sudafricanas, como Johannesburgo y Cape Town, predominan las comunidades indígenas. En nuestro caso en particular, el sudafricano, los colonialistas tomaron el poder en los años cuarenta e hicieron un país para ellos. No como en Zimbabwe y en Kenya, donde los blancos siguieron siendo británicos, o en Mozambique, donde los blancos siguieron siendo portugueses. En Sudáfrica, la brutalidad contra los negros y los indígenas fortaleció un proyecto de poder. El apellido de Frederik De Klerk, el último presidente del apartheid (política de segregación racial entre la minoría blanca gobernante y la mayoría no blanca), era de origen francés. Ese grupo de blancos se hizo sudafricano, pero el desarrollo fue extremo.
-Nelson Mandela es admirado en el exterior, pero ¿qué representa para los sudafricanos y, sobre todo, para la comunidad negra?
-Es un gran líder. Hizo posible lo que poca gente podía hacer: liderar una transición difícil. Su personalidad y su carácter hicieron posible que el país saliera de la inestabilidad.
-Si de inestabilidad hablamos, ¿la crisis de Darfur es el peor reflejo?
-Es un caso especial, que expresa los problemas de la transición en Sudán. En general, los conflictos en varios países de Africa están moviéndose hacia el progreso. En Ruanda hubo un conflicto y mucho se mueve ahora hacia la reconstrucción. Básicamente, hay muchos problemas, pero también hay muchos progresos.
-Usted es optimista.
-Definitivamente. La situación está cambiando en forma dramática.
-Pero persisten los niños soldados, la violencia, la falta de agua, la postergación de las mujeres Las Naciones Unidas prevén que en 2015 más de la mitad de los pobres estará en Africa.
-Tenemos conflictos terminados y otros que están en sus comienzos y que pueden ser prevenidos. Lo importante es que adondequiera que uno vaya, obtiene como respuesta que la gente no quiere volver atrás. Soy optimista porque está en nuestras manos aprovechar los recursos naturales, como los diamantes y el oro, crear el desarrollo económico y formar las instituciones.
-Si América latina exporta izquierdas, ¿Africa las compra?
-No, en Africa no tenemos ese tipo de movimientos, que están desafiando el discurso de Washington y la forma en que se manejó la economía en los años ochenta y noventa. Hay radicales, pero no son mayoría. No tenemos presidentes como Chávez o Morales, con discursos radicales contra el establishment . Tenemos, sí, un gran progresismo anticolonialista, pero los líderes están más abocados a las reformas y a la promoción de la democracia como vía principal hacia el desarrollo.
-¿Están como América latina después de la era de las dictaduras militares?
-No, porque nadie piensa en aplicar el neoliberalismo.
-No quieren cometer los mismos errores, digamos.
-Desde luego. El foco en muchos países está en tener elecciones libres e instituciones democráticas. En segundo lugar, esos gobiernos deberían asumir la responsabilidad de representar a los individuos. En Africa no es como en los Estados Unidos, donde ser pobre es culpa del pobre. En Africa, el Estado tiene la responsabilidad. Estamos en una transición en la que, gradualmente, las instituciones de la democracia van consolidándose.
-¿Son posibles los Estados Unidos de Africa, como se titula uno de sus libros?
-Es un gran proyecto. Desde los años sesenta tenemos ese sueño. Que los 54 países de Africa sean un solo continente y un solo país, con una bandera, un himno nacional, un parlamento, un banco central, una sola política exterior
-En América latina, los cuatro del Mercosur parecen cada vez más lejos de ello.
-Somos diferentes. La unidad, en nuestro caso, es una estrategia que se tejió durante el colonialismo. Brasil quiere estar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas una vez que se reformen y, para ello, formó un bloque con Alemania, Japón y la India. Sudáfrica fue invitada, pero no aceptó formar parte de él. No porque no estuviera de acuerdo, sino porque no pudo. Antes que nada, somos parte de Africa.
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