La Izquierda Moderada no es Socialista es Liberal
“El Socialismo y la Centralización son frutos del mismo suelo”
Alexis de Tocqueville.
Las recientes elecciones chilenas y la asunción de la Sra. Michelle Bachelet, de la mano del presidente saliente el Sr. Ricardo Lagos, ha sido un nuevo hito en la historia mística de la izquierda. O sea de la izquierda democrática o moderada; elijan el adjetivo que prefieran, pero ¿es socialismo si o no? El éxito chileno al que no voy a negar la contribución del presidente saliente, intenta olvidar que sólo fue posible por la intervención del gobierno comunista de Salvador Allende de la mano del General Pinochet. Así mientras el salvador que evitara una Chile comunista llegada al poder por primera vez en la historia, sufragio universal mediante, está preso, el causante de aquel desastre aparece radiante en su resurrección histórica.
Esta no es más que otro éxito de la izquierda que se ha apropiado de la ética, y como bien señala Thomas Sowell, ha hecho “political cleansing” (limpieza política). Es decir que quien no está con ella, es decir no es socialista es un criminal egoísta que pretende explotar al pueblo. Ya Von Misses en su obra “El Socialismo” había destacado este carácter de ética universal absoluta del marxismo, y señalado que aún los que lo combaten aceptan sus premisas.
En un artículo reciente Andrés Oppenhaimer aprecia la evolución chilena como un paso positivo de haber creado una “izquierda moderada”. Y así dice: “Lo que es más importante es una prueba viviente de que América Latina puede tener una izquierda moderna con líderes que pueden gobernar democráticamente, insertar a sus países en la economía global y reducir dramáticamente la pobreza”.
Las anteriores palabras, a mi juicio muestran una vez más la confusión reinante en el léxico político, y peor aún en la realidad política que enfrenta el mundo en la actualidad. Fue Bernstein quien primero avizoró la posibilidad de llegar al socialismo por la vía democrática, al tiempo que reconocía el fracaso de la predicción de Marx del colapso del capitalismo y la depauperación creciente. Así en su “Las Precondiciones del Socialismo” publicado en 1899 dice: “La experiencia ha demostrado que cuantos más los arreglos democráticos persisten en un estado moderno mayor respeto existe por los derechos de las minorías y los conflictos partidarios pierden su animosidad”. Su muerte en 1932, no le permitió ver el colapso definitivo de la “República de Weimar”, y seguidamente de la “Tercera República Francesa”. Si pudo llegar a ver el proceso fascista que se instalaba en Italia en 1922 surgido del Parlamento italiano.
En fin, permítanme insistir en la problemática ética que acompaña al socialismo por más democrático que pueda ser si es que por democracia se entiende el poder de las mayorías. O mejor como lo describiera Madison “que el verdadero problema de los derechos era menos proteger a los gobernados de los gobernantes, que defienden a las minorías y a los individuos de en contra de las mayorías populares facciosas actuando a través del gobierno”. Diría que aquí reside el problema que se plantea hoy en el mundo, donde la llamada globalización, lo que ha globalizado es la envidia y la envidia al socialismo. Y la consecuencia del socialismo es el nacionalismo y el nacionalismo da lugar al proteccionismo, como lo mostró el resultado de la última reunión de la OMC en Doha.
Podemos ver entonces que la globalización en esta oportunidad se diferencia de la que surgiera en el siglo XIX hasta 1929. O sea cuando el proteccionismo americano determinó el colapso del comercio mundial, que cayó en más de un 50% mientras se repudiaban las deudas y así como las reparaciones de guerra no es que esté prediciendo un colapso de la economía mundial y mucho menos una descalificación per se de la democracia representativa. Lo que si pretendo es realizar un análisis más profundo de la realidad, que el que resulta de los vocablos valorativos más que descriptivos que atraviesan las comunicaciones.
El nacionalismo tal como lo describe Liah Greenfeld en su “Nacionalismo” surge de la idea de “nación” que originalmente tenía un sentido peyorativo. Fue así porque en Roma la palabra nación se refería a los grupos de extranjeros cuyo status era inferior al de los romanos. En un sentido similar los griegos trataron las “ethnes” como extranjeros inferiores. Ahora bien ese significado sufrió una transformación profunda y nación se confundió con pueblo, que a su vez pasó de significar las clases bajas a considerarse al pueblo como único soberano. Según Greenfeld en última instancia el nacionalismo surgió del resentimiento por el complejo de inferioridad de una nación respecto a otra y después dicho resentimiento en términos de Max Scheler: “el resentimiento se refiere a un estado psicológico resultante de los sentimientos reprimidos de envidia y odio y la imposibilidad de satisfacer esos sentimientos”.
En la actualidad ese resentimiento se manifiesta como tal en el anti-imperialismo. Es evidente que el pensamiento fundamental del anti-imperialismo se centra en Marx tal como lo expuso en el manifiesto comunista, donde escribió refiriéndose a la burguesía: “Ella compele a todas las naciones, bajo pena de extinción a adoptar el sistema de producción burgués” y Lenin en su Imperialismo Etapa Superior del Capitalismo dice: “Las asociaciones capitalistas monopólicas, carteles, sindicatos y trusts primero se dividieron el mercado interno entre ellas y obtuvieron más o menos completa posesión de la industria de su propio país… En la medida de que la exportación de capital se incrementa y en tanto que las conexiones extranjeras y coloniales y esferas de influencia de las asociaciones monopólicas se expanden en todas las direcciones, las cosas naturalmente gravitan hacia un acuerdo internacional entre estas asociaciones y hacia la formación de carteles internacionales”. Esta no es más que la concepción de la actual globalización.
Pues bien tales son los conceptos prevalecientes en los países de América Latina y así como en Europa, en tanto que los asiáticos como la China y la India crecen a tasa inverosímiles. Aun Vietnam se ha convertido en otro tigre asiático y entre 1993 y 2004 creció a la tasa del 7,5% por año. Pero no obstante se insiste entre las organizaciones internacionales que el problema del mundo es la desigualdad de la riqueza entre naciones, de lo cual se responsabiliza a los países industriales, o sea, al capitalismo y la globalización. Por su parte China que recibe el 40% de la inversión extranjera mundial, creció el último año un 9,4% y la India un 7,6%.
Por otra parte el análisis respecto a la desigualdad internacional de riquezas, pretende considerar a Europa dentro de los países capitalistas, lo cual es una falacia, y por la otra ignora los desaciertos políticos de los países en desarrollo como América Latina y África que provocan la pobreza que sufren. Debemos rescatar una vez más el caso de Chile que es la excepción de América Latina, precisamente por que su gobierno “socialista” es el más capitalista del continente al sur del Río Grande y hasta se ha atrevido a firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos.
Como bien señala Von Misses, la ideología marxista prevalece aun en aquellos que supuestamente se le oponen, y el populismo (Etapa Superior del Socialismo) es decir la demagogia de llorar por los pobres para alcanzar el poder político, es el mayor generador de pobreza y de desigualdad económica en nuestros países. El denominado neo-liberalismo al que se le culpa de la corrupción, de la sumisión a Estados Unidos a través del FMI no constituyó otra cosa que políticas erradas que pretendieron detener la inflación mediante la fijación del tipo de cambio, en tanto se expandía el gasto público tal como ocurría en Argentina, Brasil, México, Ecuador, Perú, etc. Ese fracaso, se ha constituido en al excusa para volver a las políticas proteccionistas regulatorias y de demagogia laboral que han sido y seguirán siendo la causa de la pobreza.
Entonces el nacionalismo que se gesta en el supuesto de la “soberanía del pueblo”, y se sustenta en el anti imperialismo (supuesta globalización) tiene en nuestro medio una definición clara: el antiamericanismo. Por la sencilla razón de que Estados Unidos es la mayor potencia que ha conocido la historia. La diferencia es que es un imperio no imperial, pues los presupuestos en que se sustenta son la antítesis de la historia imperial que se sustentaba en la guerra. En una economía estancada esta era el medio de incrementar la riqueza a costa del otro. Estados Unidos al contrario de prácticamente el resto de los países del mundo aceptaron el presupuesto de que la función del gobierno era la protección de los derechos individuales, que Hegel descalificara como caprichos y Marx como explotación. Al mismo tiempo reconociendo la falibilidad humana se preocuparon de limitar el poder político como garantía de la libertad y así aceptaron el principio de Hume que escribió: “Yo me aventuro a decir que el incremento en la riqueza y el comercio en cualquier nación, en lugar de perjudicar, generalmente promueve la riqueza y el comercio de todos sus vecinos”.
Es evidente que tal pensamiento está muy lejos de la mayoría de los países y particularmente de nuestro continente, con la salvedad hecha de Chile (hasta la fecha) y también diría que Colombia que trata de seguir ese camino. La realidad es que la denominada izquierda democrática no es el socialismo moderado sino el liberalismo que como tal le dio al mundo un standard de vida inconcebible, años antes de su aparición en 1688 (La Revolución Gloriosa) en Inglaterra.
El liberalismo logró cambiar el resultado del egoísmo humano, reconocido aún por el cristianismo cuando ordena “amar al prójimo como a ti mismo”. La historia había mostrado que el egoísmo había sido el eje de la envidia, del odio, del antagonismo (Kant – Hegel – Marx) y su resultado la guerra, la muerte y la depauperación. Con el advenimiento del liberalismo el “egoísmo” fue transformado en que la búsqueda de la propia felicidad no había de transgredir iguales derechos de los demás. Como bien dijera Adam Smith: “En la persecución de su propio interés, él frecuentemente promueve el de la sociedad más efectivamente que cuando realmente intenta promoverla. Yo no he conocido jamás mucho bien hecho por aquellos que pretenden actuar por el bien público.
La izquierda moderada pues se esconde demagógicamente detrás del socialismo para lograr el poder político. Si verdaderamente reconoce el interés particular y protege los derechos individuales y en particular el derecho de propiedad no es realmente socialista. Cuando por el contrario los desconoce directa o indirectamente cuando el poder político avanza sobre la sociedad civil tal cual es el caso de Francia, Alemania, Italia, etc. (los supuestos líderes de la Unión Europea), el resultado es el estancamiento económico que hoy padecen y el aumento del déficit fiscal en nombre del bien público.
Ahí tenemos el caso de Alemania, donde por más que The Economist defienda la prudencia de la señora Merkel para hacer los cambios necesarios, la realidad es que tal prudencia no es más que la imposibilidad de transformar un país cuyo pensamiento ha sido, como bien lo señalan Hayek y Von Misses, ajeno o mejor opuesto al liberalismo. El caso de Francia es igualmente lamentable, pues va de “comuna en comuna”. Ahí estamos viendo a los estudiantes paralizando el país, como antes lo hicieron los camioneros y en 1890 quemaron París. Los franceses tuvieron que comer ratas y cucarachas en esa oportunidad, y Alberdi respondiéndole a Sarmiento se refirió a ella diciendo: “Sr. Sarmiento, los que quemaron París eran mas ilustrados que el Sr. Sarmiento”. Surgió así la barbarie ilustrada que es el socialismo cum nacionalismo.
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