¿Qué tipo de presidente será José Antonio Kast en Chile?
José Antonio Kast / YouTube
La victoria de José Antonio Kast en los comicios presidenciales de Chile confirma que América Latina está cambiando de rumbo. Elección tras elección parece estar produciendo triunfos de la derecha, y no por pequeños márgenes: en el caso del nuevo presidente electo de Chile, por más de 16 puntos en la segunda vuelta (58,2 % frente a Jeannette Jara, del Partido Comunista, que obtuvo el 41,8 %).
Dicho esto, Brasil y México, los dos gigantes que representan la mitad de la población de la región y el 57 % de su producto bruto interno, se encuentran gobernados por la izquierda. Si hoy se celebraran elecciones en esos países, la derecha sería derrotada.
Kast debe su victoria al fracaso del gobierno de izquierda del presidente Gabriel Boric en temas como la inflación y la inseguridad, y al hecho de que ha perpetuado los malos resultados económicos que comenzaron hace una década. (En términos reales, la economía chilena apenas ha crecido desde el segundo gobierno de Michelle Bachelet, 2014-2018). La inseguridad en todo el país y la inmigración indocumentada encabezaron las preocupaciones durante la campaña.
Para ganar, Kast ocultó aquello por lo que es más conocido: su postura muy conservadora y tradicional en cuestiones sociales y sus opiniones favorables a Pinochet. Considerado hasta hace poco miembro de la “extrema derecha”, es representativo de algo que ha venido ocurriendo en toda América Latina y otras partes del mundo: el desplazamiento del centroderecha por una derecha mucho más afirmativa. La forma que adopta la nueva derecha depende en gran medida del país. En Argentina es libertaria; en El Salvador es marcadamente autoritaria; en Bolivia, donde Rodrigo Paz ganó recientemente las elecciones, es reformista más que ideológica. Más allá de América Latina, en Estados Unidos la nueva derecha es nacionalista y nativista; en Francia y Alemania es antiglobalista.
¿Qué tipo de derecha encarna Kast?
En su discurso de victoria se mostró y sonó prudente y con aire de estadista. Pero ha enviado señales diversas en distintos momentos. Ha prometido reducir el tamaño del Gobierno recortando 6.000 millones de dólares del presupuesto, abrir el litio a la inversión privada y privatizar parcialmente Codelco, el gigante estatal del cobre, lo que parecería situarlo en el bando de Javier Milei. Sin embargo, ha hecho de la expulsión de inmigrantes y la construcción de muros nativistas el eje central de su campaña, lo que lo acerca al modelo de Trump, aunque, a diferencia del presidente estadounidense, es partidario del libre mercado (a pesar de algunas reservas sobre los acuerdos comerciales, de los que su país tiene 35).
Dado que sus vecinos, en particular Perú, han declarado que no permitirán que los inmigrantes expulsados de Chile ingresen a su territorio, no queda claro en absoluto que Kast pueda cumplir esa promesa. Es posible que consiga resultados más evidentes en la lucha contra la delincuencia, pero algunas de las medidas requerirán la aprobación del Parlamento. Su posición allí es sólida, pero no cuenta con mayoría y la falta de disciplina del partido es notoria. Para compensar esto, su liderazgo deberá ser muy eficaz.
Donde tiene más posibilidades de éxito es en la economía, sobre la que tiene ideas claras. Chile fue en su día el símbolo del éxito económico gracias a sus políticas de mercado abierto. Desde el segundo gobierno de Bachelet y el apogeo de la izquierda revolucionaria, que comenzó a cuestionar el modelo socioeconómico hace muchos años, el producto bruto interno de la nación se ha visto afectado (salvo por el breve repunte posterior a la COVID-19).
La izquierda había liderado una violenta campaña contra el modelo de mercado chileno en 2019, que contaba con un importante apoyo de las clases medias. La mayoría apoyó la reescritura de la Constitución y eligió una asamblea constituyente dominada por izquierdistas extravagantes. Parecía que Chile volvería al viejo socialismo populista, pero los excesos de la extrema izquierda surtieron efecto y, en 2022, la mayoría rechazó rotundamente la nueva Constitución propuesta. Aunque los votantes estaban disgustados con los deficientes servicios públicos, la deuda estudiantil y la arrogancia de las élites, apoyaban la esencia del modelo socioeconómico predominante.
Kast precisa demostrar la legitimidad de ese modelo devolviendo a Chile a la senda del crecimiento económico. Esto exigirá concentrarse fuertemente en la desregulación y en reducir impuestos y gasto público, al tiempo que intenta restablecer el orden y la seguridad. También deberá formar coaliciones no solo con los demás partidos de derecha, sino también con el partido populista de centro liderado por el errático e impredecible Franco Parisi. Si Kast logra esto y resta énfasis al nativismo populista y a los temas sociales que fueron minimizados durante la campaña, podría encaminarse hacia un gran éxito.
Traducido por Gabriel Gasave
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