En otro controvertido y partidista debate sobre la guerra de Irak, la votación de 75 a 23 para dividir a Irak en regiones autónomas en el Senado bipartidista fue asombrosa. Gente que disiente en todos los demás aspectos acerca de Irak, como el republicano conservador Kay Bailey Hutchison de Texas y la demócrata liberal Barbara Boxer de California, votó a favor de la medida no vinculante.
La administración Bush y la comunidad internacional, compuesta por muchos estados que poseen sus propias poblaciones minoritarias conflictivas, han sido renuentes a reconciliarse con la pragmática afirmación del Senado de que es improbable que Irak tenga un gobierno democrático unificado.
La diferencia es que la administración Bush y la comunidad internacional no tendrán que enfrentar el enfado de los electores estadounidenses el año próximo mientras que muchos senadores sí. El Senado está aferrándose a cualquier cosa que pudiese estabilizar a Irak antes de los comicios de 2008 y se da cuenta de que un gobierno unificado y democrático resulta innecesario—e incluso contraproducente—en aras de ese fin. El hecho desagradable es que una partición incompleta y no ratificada de Irak ya existe en el terreno y no puede ser deshecha. La limpieza étnica ha separado a las poblaciones y las milicias locales están proporcionando la seguridad y los servicios.
Las particiones del siglo veinte, algunas plagadas de violencia, algunas más exitosas, ofrecen una pauta de cuál es la mejor manera de proceder.
Una de las lecciones aprendidas de la violenta partición de Asia del Sur en India y Paquistán en 1947 y la división de Irlanda en 1921 es que las particiones incompletas son una receta para la violencia y que las minorías importantes, que amenazan a la población mayoritaria, no deberían quedar del lado equivocado de la línea divisoria.
Cuando los británicos dividieron Asia del Sur en India y Paquistán, los bien pertrechados sikhs temían al gobierno musulmán y deseaban su propio estado independiente o al menos ser incorporados a India; pero 2 millones de ellos habrían de quedar encallados en Paquistán. También, la región de cachemira, cuyas dos terceras partes era musulmana, no fue dividida en absoluto. Como resultado de ello, una guerra entre India y Paquistán en 1947 y 1948 permitió a India apoderarse de la mayor parte de la provincia y dejó una considerable concentración de musulmanes en la parte hindú de cachemira, conduciendo a una insurgencia musulmana que continúa hasta el presente.
La prolongada violencia en Irlanda del Norte dominada por los protestantes fue el resultado de una importante comunidad católica dejada en el norte (34 por ciento de la población de Irlanda del Norte) después de que la isla fue dividida. Sí se hubiese permitido a estas áreas predominantemente católicas marcharse hacia la sureña República de Irlanda, la mayor parte de esta trágica violencia podría haberse evitado.
Así, una partición incompleta y no ratificada sobre el terreno en Irak es una situación peligrosa, exacerbada por el suministro de armas y el entrenamiento estadounidense de todas las facciones, incluidos en la actualidad los sunitas, lo que podría empeorar aún más a la guerra civil en curso.
Otra lección que debe aprenderse de la partición de Asia del Sur es que los movimientos poblacionales precisan ser alentados, antes que desalentados, cuidadosamente orquestados y protegidos por las fuerzas de seguridad. Podrían otorgarse incentivos financieros para estimular su traslado.
Las lecciones de la partición de Palestina en 1948 son que todas las partes deben estar de acuerdo con la partición (los árabes no lo estaban), la división no debería ser impuesta por una potencia extranjera (las Naciones Unidas), y que fronteras defendibles deben ser creadas por los gobiernos resultantes. En Irak, debe celebrarse un conclave a nivel nacional para resolver los detalles de la división y trazar los límites. La amenaza de un rápido retiro de los efectivos estadounidenses podría ser utilizada como un catalizador para conseguir que los chiitas y kurdos, que dominan al gobierno iraquí, apuntalados por las fuerzas de los EE.UU., concedan campos petroleros a los sunitas, acelerando de esa manera su actual evolución hacia un apoyo de la descentralización of Irak.
Traducido por Gabriel Gasave
Irak ya es un país divido: He aquí cómo hacer que funcione
En otro controvertido y partidista debate sobre la guerra de Irak, la votación de 75 a 23 para dividir a Irak en regiones autónomas en el Senado bipartidista fue asombrosa. Gente que disiente en todos los demás aspectos acerca de Irak, como el republicano conservador Kay Bailey Hutchison de Texas y la demócrata liberal Barbara Boxer de California, votó a favor de la medida no vinculante.
La administración Bush y la comunidad internacional, compuesta por muchos estados que poseen sus propias poblaciones minoritarias conflictivas, han sido renuentes a reconciliarse con la pragmática afirmación del Senado de que es improbable que Irak tenga un gobierno democrático unificado.
La diferencia es que la administración Bush y la comunidad internacional no tendrán que enfrentar el enfado de los electores estadounidenses el año próximo mientras que muchos senadores sí. El Senado está aferrándose a cualquier cosa que pudiese estabilizar a Irak antes de los comicios de 2008 y se da cuenta de que un gobierno unificado y democrático resulta innecesario—e incluso contraproducente—en aras de ese fin. El hecho desagradable es que una partición incompleta y no ratificada de Irak ya existe en el terreno y no puede ser deshecha. La limpieza étnica ha separado a las poblaciones y las milicias locales están proporcionando la seguridad y los servicios.
Las particiones del siglo veinte, algunas plagadas de violencia, algunas más exitosas, ofrecen una pauta de cuál es la mejor manera de proceder.
Una de las lecciones aprendidas de la violenta partición de Asia del Sur en India y Paquistán en 1947 y la división de Irlanda en 1921 es que las particiones incompletas son una receta para la violencia y que las minorías importantes, que amenazan a la población mayoritaria, no deberían quedar del lado equivocado de la línea divisoria.
Cuando los británicos dividieron Asia del Sur en India y Paquistán, los bien pertrechados sikhs temían al gobierno musulmán y deseaban su propio estado independiente o al menos ser incorporados a India; pero 2 millones de ellos habrían de quedar encallados en Paquistán. También, la región de cachemira, cuyas dos terceras partes era musulmana, no fue dividida en absoluto. Como resultado de ello, una guerra entre India y Paquistán en 1947 y 1948 permitió a India apoderarse de la mayor parte de la provincia y dejó una considerable concentración de musulmanes en la parte hindú de cachemira, conduciendo a una insurgencia musulmana que continúa hasta el presente.
La prolongada violencia en Irlanda del Norte dominada por los protestantes fue el resultado de una importante comunidad católica dejada en el norte (34 por ciento de la población de Irlanda del Norte) después de que la isla fue dividida. Sí se hubiese permitido a estas áreas predominantemente católicas marcharse hacia la sureña República de Irlanda, la mayor parte de esta trágica violencia podría haberse evitado.
Así, una partición incompleta y no ratificada sobre el terreno en Irak es una situación peligrosa, exacerbada por el suministro de armas y el entrenamiento estadounidense de todas las facciones, incluidos en la actualidad los sunitas, lo que podría empeorar aún más a la guerra civil en curso.
Otra lección que debe aprenderse de la partición de Asia del Sur es que los movimientos poblacionales precisan ser alentados, antes que desalentados, cuidadosamente orquestados y protegidos por las fuerzas de seguridad. Podrían otorgarse incentivos financieros para estimular su traslado.
Las lecciones de la partición de Palestina en 1948 son que todas las partes deben estar de acuerdo con la partición (los árabes no lo estaban), la división no debería ser impuesta por una potencia extranjera (las Naciones Unidas), y que fronteras defendibles deben ser creadas por los gobiernos resultantes. En Irak, debe celebrarse un conclave a nivel nacional para resolver los detalles de la división y trazar los límites. La amenaza de un rápido retiro de los efectivos estadounidenses podría ser utilizada como un catalizador para conseguir que los chiitas y kurdos, que dominan al gobierno iraquí, apuntalados por las fuerzas de los EE.UU., concedan campos petroleros a los sunitas, acelerando de esa manera su actual evolución hacia un apoyo de la descentralización of Irak.
Traducido por Gabriel Gasave
Defensa y política exteriorIrak
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