John D. Negroponte, el Director Nacional de Inteligencia del Presidente Bush, está actualmente ocupado desacreditando una Evaluación Nacional de Inteligencia que concluyó que la invasión estadounidense de Irak ha empeorado el terrorismo islámico radical alrededor del mundo. Previamente había aprobado el documento. Según el New York Times, el informe altamente clasificado, una opinión consensuada de las 16 agencias espías de la comunidad de inteligencia estadounidense, encuentra que la invasión de los EE.UU. de una tierra musulmana ha motivado que el movimiento radical islámico yihadista hiciera metástasis y se difundiera por todo el mundo. Sin embargo, Negroponte, el funcionario político del presidente que está a cargo, al menos nominalmente, de las 16 agencias, salió al cruce con la usual fraseología retorcida de la administración Bush para socavar a su propia evaluaciión.
Negroponte, en lo que solamente puede ser denominada la jerga burocrática de Washington, dijo de la evaluación, “Las conclusiones de la comunidad de inteligencia están ideadas para ser integrales, y observarlas a través del estrecho prisma de una fracción de opiniones distorsiona el amplio esquema que generan”. Esa fracción de opiniones parece ser el 100 por ciento de las 16 agencias de inteligencia, en virtud de que la Evaluación Nacional de Inteligencia representa el punto de vista consensuado de esa comunidad. Si en cambio, Negroponte quiere decir que las filtraciones del informe realizadas por funcionarios de inteligencia desvirtúan ese reporte clasificado actual, dicha distorsión es improbable, debido a que el New York Times entrevistó a más de una docena de funcionarios de distintas agencias gubernamentales y expertos externos, un muestrario tanto de simpatizantes como críticos de la administración Bush.
En realidad, Negroponte, sin mucho para defender acerca de los colosalmente horrendos efectos negativos de la invasión de Irak, está intentando el antiguo truco de Washington de arrojar argumentos, sin importar cuan poco convincentes o retorcidos sean, a las aguas turbias cuando las noticias verdaderamente malas han llegado a los medios. Un buen profesional de inteligencia apoyaría y defendería a la mejor opinión de sus entrenados analistas de inteligencia y de él mismo, pero lamentablemente, Negroponte es también uno de los funcionarios políticos designados por el presidente. Así que distorsionando el asunto, está procurando disminuir la erosión de la confianza del público respecto de un tema sobre el cual los republicanos y el Presidente superan en las encuestas a los demócratas: la eficacia para librar la guerra contra el terror. Desafortunadamente, para los republicanos, la estimación de inteligencia relaciona al tema favorito de los demócratas, Irak, con la guerra contra el terror, de una manera que resulta desfavorable para el Partido Republicano.
Si bien la estimación de inteligencia es apolítica, aquellos en la comunidad de inteligencia que filtraron la información no se estaban comportando como tales. El informe estaba terminado en abril pasado, pero fue filtrado estratégicamente, justo antes de una importante elección de mitad de mandato que decidirá quién estará a cargo de la Cámara de Representantes, e incluso quizás del Senado. Gran parte de la comunidad de inteligencia estadounidense tiene una intensa aversión por la administración Bush—originada en la presión ejercida contra las agencias espías por el Vicepresidente Dick Cheney y otros funcionarios de la administración antes de la guerra, para hacer que la amenaza iraquí fuese “épica”, y en la filtración de la administración de la identidad de la agente de la CIA Valerie Plame. También, al decidir sí invadía o no Irak, la administración se negó a prestarle atención a un análisis de las agencias de inteligencia que concluía que aún si Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva, era improbable que las utilizase o se las diese a los terroristas, a menos que los Estados Unidos lo arrinconaran amenazando la existencia de su régimen. Finalmente, la administración desoyó la advertencia de la comunidad de inteligencia efectuada en junio de 2003, antes de la guerra, de que una invasión estadounidense podía causar una lucha interna en Irak durante largo tiempo. Ahora la administración está aprendiendo que las represalias de las agencias espías son un infierno, especialmente durante un año de importantes comicios.
Dada la invasión de Irak de Bush y su retórica hostil en la guerra contra el terror diseñada para los votantes internos, empleando palabras tales como “cruzada” y “la lucha por la civilización”— combinadas con el velado ataque del Papa contra el Islam—no sorprende que la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos haya confirmado que el fuego incontrolable del terrorismo islámico radical se esté intensificado a nivel mundial. Es una vergüenza que nuestros líderes gubernamentales y religiosos no puedan comportarse de modo más responsable y hacer del mundo un sitio más seguro, en vez de ponernos a todos en peligro al generar más odio.
Traducido por Gabriel Gasave
Negroponte trata de distorsionar el análisis de la inteligencia sobre la Guerra contra el Terror
John D. Negroponte, el Director Nacional de Inteligencia del Presidente Bush, está actualmente ocupado desacreditando una Evaluación Nacional de Inteligencia que concluyó que la invasión estadounidense de Irak ha empeorado el terrorismo islámico radical alrededor del mundo. Previamente había aprobado el documento. Según el New York Times, el informe altamente clasificado, una opinión consensuada de las 16 agencias espías de la comunidad de inteligencia estadounidense, encuentra que la invasión de los EE.UU. de una tierra musulmana ha motivado que el movimiento radical islámico yihadista hiciera metástasis y se difundiera por todo el mundo. Sin embargo, Negroponte, el funcionario político del presidente que está a cargo, al menos nominalmente, de las 16 agencias, salió al cruce con la usual fraseología retorcida de la administración Bush para socavar a su propia evaluaciión.
Negroponte, en lo que solamente puede ser denominada la jerga burocrática de Washington, dijo de la evaluación, “Las conclusiones de la comunidad de inteligencia están ideadas para ser integrales, y observarlas a través del estrecho prisma de una fracción de opiniones distorsiona el amplio esquema que generan”. Esa fracción de opiniones parece ser el 100 por ciento de las 16 agencias de inteligencia, en virtud de que la Evaluación Nacional de Inteligencia representa el punto de vista consensuado de esa comunidad. Si en cambio, Negroponte quiere decir que las filtraciones del informe realizadas por funcionarios de inteligencia desvirtúan ese reporte clasificado actual, dicha distorsión es improbable, debido a que el New York Times entrevistó a más de una docena de funcionarios de distintas agencias gubernamentales y expertos externos, un muestrario tanto de simpatizantes como críticos de la administración Bush.
En realidad, Negroponte, sin mucho para defender acerca de los colosalmente horrendos efectos negativos de la invasión de Irak, está intentando el antiguo truco de Washington de arrojar argumentos, sin importar cuan poco convincentes o retorcidos sean, a las aguas turbias cuando las noticias verdaderamente malas han llegado a los medios. Un buen profesional de inteligencia apoyaría y defendería a la mejor opinión de sus entrenados analistas de inteligencia y de él mismo, pero lamentablemente, Negroponte es también uno de los funcionarios políticos designados por el presidente. Así que distorsionando el asunto, está procurando disminuir la erosión de la confianza del público respecto de un tema sobre el cual los republicanos y el Presidente superan en las encuestas a los demócratas: la eficacia para librar la guerra contra el terror. Desafortunadamente, para los republicanos, la estimación de inteligencia relaciona al tema favorito de los demócratas, Irak, con la guerra contra el terror, de una manera que resulta desfavorable para el Partido Republicano.
Si bien la estimación de inteligencia es apolítica, aquellos en la comunidad de inteligencia que filtraron la información no se estaban comportando como tales. El informe estaba terminado en abril pasado, pero fue filtrado estratégicamente, justo antes de una importante elección de mitad de mandato que decidirá quién estará a cargo de la Cámara de Representantes, e incluso quizás del Senado. Gran parte de la comunidad de inteligencia estadounidense tiene una intensa aversión por la administración Bush—originada en la presión ejercida contra las agencias espías por el Vicepresidente Dick Cheney y otros funcionarios de la administración antes de la guerra, para hacer que la amenaza iraquí fuese “épica”, y en la filtración de la administración de la identidad de la agente de la CIA Valerie Plame. También, al decidir sí invadía o no Irak, la administración se negó a prestarle atención a un análisis de las agencias de inteligencia que concluía que aún si Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva, era improbable que las utilizase o se las diese a los terroristas, a menos que los Estados Unidos lo arrinconaran amenazando la existencia de su régimen. Finalmente, la administración desoyó la advertencia de la comunidad de inteligencia efectuada en junio de 2003, antes de la guerra, de que una invasión estadounidense podía causar una lucha interna en Irak durante largo tiempo. Ahora la administración está aprendiendo que las represalias de las agencias espías son un infierno, especialmente durante un año de importantes comicios.
Dada la invasión de Irak de Bush y su retórica hostil en la guerra contra el terror diseñada para los votantes internos, empleando palabras tales como “cruzada” y “la lucha por la civilización”— combinadas con el velado ataque del Papa contra el Islam—no sorprende que la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos haya confirmado que el fuego incontrolable del terrorismo islámico radical se esté intensificado a nivel mundial. Es una vergüenza que nuestros líderes gubernamentales y religiosos no puedan comportarse de modo más responsable y hacer del mundo un sitio más seguro, en vez de ponernos a todos en peligro al generar más odio.
Traducido por Gabriel Gasave
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