Al declarar que “Israel tiene derecho a defenderse”, la administración Bush está tácitamente aprobando la conversión del Líbano en escombros y la reinvasión de Gaza por parte de Israel. Desde el 11/09, la administración ha tratado de lanzar a su “guerra contra el terror” tan ampliamente como fuese posible, incluida una invasión de Irak y la denominación de los grupos que concentran sus ataques solamente sobre Israel—Hamas y Hezbollah—como terroristas. Y estos grupos comúnmente se involucran en actos de terrorismo monstruosamente inaceptables—es decir, atacando a civiles inocentes para lograr que estos a su vez presionen a sus gobiernos para que modifiquen sus políticas. Pero a veces estos grupos emprenden actos de guerra legítimos. No obstante ello, los gobiernos más poderosos del mundo—liderados por los Estados Unidos-parecen considerar a cualquiera de las acciones de estos grupos como terrorismo. Al mismo tiempo, evitan ese rótulo para cualquiera de las acciones tomadas por otros gobiernos, tales como las desproporcionadas medidas que ahora están siendo emprendidas por Israel.
Las naciones que conforman el G-8 concluyeron, en su cumbre en San Petersburgo, que Hamas y Hezbollah iniciaron la guerra mediante los ataques con cohetes de Hamas en Gaza y el secuestro de un soldado israelí y el rapto de Hezbollah de dos soldados israelíes más. Los líderes del G-8 declararon que, “A estos elementos extremistas y a aquellos que los apoyan no puede permitírseles hundir al Medio Oriente en un caos y provocar un conflicto más amplio. Los extremistas deben de inmediato detener sus ataques”. Pero contrariamente a la cobertura realizada por la prensa en los Estados Unidos, la verdadera línea de tiempo de los acontecimientos indica que Israel atacó primero y que también cometió los primeros actos de terrorismo.
“Terrorismo” es un término que fue originariamente acuñado durante la Revolución Francesa para aplicarse a los actos del gobierno revolucionario. A lo largo de la historia, los gobiernos, en virtud de sus recursos bastamente mayores y por ende su mayor capacidad de matar, han asesinado a muchos más civiles en actos de terrorismo que grupos de menesterosos tales como Hamas y Hezbollah. Por ejemplo, pese a no excusar a las tácticas de terror nazis y norvietnamitas, el gobierno estadounidense—al colaborar en el bombardeo de Dresden hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando los Nazis se encontraban claramente derrotados y al bombardear de manera indiscriminada a Vietnam del Norte en la ofensiva aérea Linebacker II en 1972—ha cometido actos de terrorismo. E Israel regularmente dispensa un “castigo colectivo”—tal como ahora en el Líbano y Gaza—que debería ser rotulado “terrorismo”, pero no lo es.
Incluso si a Israel se le concediese el beneficio de la duda por una explosión en Gaza el 9 de junio que mató a una familia de siete miembros (los testigos culpan a la artillería israelí pero Israel niega haberla causado), Israel claramente asesinó a 11 palestinos, incluidos nueve civiles, en Gaza el 13 de junio utilizando un ataque con misiles contra una camioneta. En este segundo caso, los israelíes sostendrán que estaban persiguiendo a “terroristas” que iban en la camioneta y que los civiles tan solo se interpusieron en el camino. Pero Hamas podría sostener que su posterior asesinato el día 25 de junio de dos soldados israelíes y la captura de otro, fue un ataque contra blancos legítimos en represalia por las dos primeras acciones israelíes. Por lo tanto, la captura del soldado israelí por parte de Hamas, en la cual se han concentrado los líderes del G-8 y la prensa mundial, no fue el comienzo de la cadena de acontecimientos que han llevado a la actual conflagración.
Si impactar sobre blancos militares no es terrorismo, entonces Israel, no Hamas—al menos en este episodio-fue el primero en emplear tácticas de terror. En los días que siguieron a la captura del soldado, Israel comenzó a invadir Gaza en una acción groseramente desproporcionada. Israel destruyó estaciones de energía eléctrica, puentes y otra infraestructura en Gaza. Esto fue claramente un castigo colectivo dirigido a inflingir sufrimiento sobre los civiles palestinos. Por ejemplo, toda vez que se le interrumpe el suministro eléctrico a los hospitales, algunos pacientes mueren. Así, esta respuesta debe ser etiquetada como un acto terrorista, en vez de como uno defensivo tal como lo ha sostenido el Presidente Bush.
Además, tal respuesta desbordada socavó, en vez de mejorar, a la seguridad israelí. Incluso si Hamas y Hezbollah recurren a menudo a actos de terror, lo que los terroristas más anhelan es la publicidad. Israel podría habérsela negado al emplear tranquila y sigilosamente fuerzas de operaciones especiales, matando o capturando a las figuras centrales de Hamas. Las excesivas medidas del Primer Ministro israelí, Ehud Olmert, realizadas principalmente por un líder débil para demostrarle a sus compatriotas que era un duro, meramente le demostraron al Hezbollah en el Líbano que podían volver a recuperar la atención del público efectuando un ataque sorpresivo similar el 12 de julio, el que mataría a ocho soldados israelíes y capturaría a dos más. Una vez más, este parecería ser un objetivo militar legítimo, tal como lo fue el lanzamiento de cohetes Katyusha y disparos de mortero de Hezbollah hacia puestos militares israelíes en la disputada área de Shebaa Farms de Israel. Hezbollah se descarrió en actos de terror, sin embargo, cuando lanzó cohetes y disparos de mortero en la ciudad fronteriza israelí de Shlomi ese mismo día y en los subsecuentes ataques con cohetes contra poblados y ciudades del norte de Israel. Lanzó los más recientes disparos erráticos en masa de cohetes solamente después de que Israel comenzó a cometer actos terroristas en el Líbano al bombardear estaciones de electricidad, carreteras, puentes, gasolineras, y depósitos de combustible; desplazando a miles de residentes libaneses y aislando al país del mundo exterior, empleando un bloqueo naval y bombardeando los puertos, el aeropuerto internacional y la carretera que constituye única salida del país hacia Damasco, Siria. Desde que Israel retiró a sus fuerzas de ocupación del Líbano en 2000, Hezbollah había exhibido moderación, dirigiendo sus ofensivas crecientemente infrecuentes contra la disputada área fronteriza de Shebaa Farms. Nuevamente, la desproporcionada acción de Israel de hacer a un país entero responsable por la captura y asesinato de algunos pocos de sus soldados por parte de un grupo, ha provocado ahora una guerra total que ha puesto en peligro a los ciudadanos del norte de Israel. Además, tal como lo señala el comentarista conservador Pat Buchanan, durante un período de 18 años, Israel no pudo derrotar ni desarmar a Hezbollah, así que resulta ridículo que Israel responsabilice de lo mismo al débil gobierno del Líbano.
La cifra total de victimas civiles a cada lado indica también que los ataques de Israel han degenerado en terrorismo. Solamente 4 civiles israelíes han resultado muertos versus cerca de un centenar en el Líbano y otro tanto en Gaza.
Nadie puede excusar los genuinos actos de terror por parte de grupos harapientos como Hamas y Hezbollah, especialmente los ataques indiscriminados con cohetes contra pueblos y ciudades. Pero tampoco debería una gran potencia, especialmente los Estados Unidos, mirar para otro lado mientras los gobiernos—léase Israel—matan sistemáticamente a muchos más civiles bajo el disfraz de una insincera afirmación de autodefensa ofensiva.
La Guerra árabe-israelí: Terrorismo de ambos bandos
Al declarar que “Israel tiene derecho a defenderse”, la administración Bush está tácitamente aprobando la conversión del Líbano en escombros y la reinvasión de Gaza por parte de Israel. Desde el 11/09, la administración ha tratado de lanzar a su “guerra contra el terror” tan ampliamente como fuese posible, incluida una invasión de Irak y la denominación de los grupos que concentran sus ataques solamente sobre Israel—Hamas y Hezbollah—como terroristas. Y estos grupos comúnmente se involucran en actos de terrorismo monstruosamente inaceptables—es decir, atacando a civiles inocentes para lograr que estos a su vez presionen a sus gobiernos para que modifiquen sus políticas. Pero a veces estos grupos emprenden actos de guerra legítimos. No obstante ello, los gobiernos más poderosos del mundo—liderados por los Estados Unidos-parecen considerar a cualquiera de las acciones de estos grupos como terrorismo. Al mismo tiempo, evitan ese rótulo para cualquiera de las acciones tomadas por otros gobiernos, tales como las desproporcionadas medidas que ahora están siendo emprendidas por Israel.
Las naciones que conforman el G-8 concluyeron, en su cumbre en San Petersburgo, que Hamas y Hezbollah iniciaron la guerra mediante los ataques con cohetes de Hamas en Gaza y el secuestro de un soldado israelí y el rapto de Hezbollah de dos soldados israelíes más. Los líderes del G-8 declararon que, “A estos elementos extremistas y a aquellos que los apoyan no puede permitírseles hundir al Medio Oriente en un caos y provocar un conflicto más amplio. Los extremistas deben de inmediato detener sus ataques”. Pero contrariamente a la cobertura realizada por la prensa en los Estados Unidos, la verdadera línea de tiempo de los acontecimientos indica que Israel atacó primero y que también cometió los primeros actos de terrorismo.
“Terrorismo” es un término que fue originariamente acuñado durante la Revolución Francesa para aplicarse a los actos del gobierno revolucionario. A lo largo de la historia, los gobiernos, en virtud de sus recursos bastamente mayores y por ende su mayor capacidad de matar, han asesinado a muchos más civiles en actos de terrorismo que grupos de menesterosos tales como Hamas y Hezbollah. Por ejemplo, pese a no excusar a las tácticas de terror nazis y norvietnamitas, el gobierno estadounidense—al colaborar en el bombardeo de Dresden hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando los Nazis se encontraban claramente derrotados y al bombardear de manera indiscriminada a Vietnam del Norte en la ofensiva aérea Linebacker II en 1972—ha cometido actos de terrorismo. E Israel regularmente dispensa un “castigo colectivo”—tal como ahora en el Líbano y Gaza—que debería ser rotulado “terrorismo”, pero no lo es.
Incluso si a Israel se le concediese el beneficio de la duda por una explosión en Gaza el 9 de junio que mató a una familia de siete miembros (los testigos culpan a la artillería israelí pero Israel niega haberla causado), Israel claramente asesinó a 11 palestinos, incluidos nueve civiles, en Gaza el 13 de junio utilizando un ataque con misiles contra una camioneta. En este segundo caso, los israelíes sostendrán que estaban persiguiendo a “terroristas” que iban en la camioneta y que los civiles tan solo se interpusieron en el camino. Pero Hamas podría sostener que su posterior asesinato el día 25 de junio de dos soldados israelíes y la captura de otro, fue un ataque contra blancos legítimos en represalia por las dos primeras acciones israelíes. Por lo tanto, la captura del soldado israelí por parte de Hamas, en la cual se han concentrado los líderes del G-8 y la prensa mundial, no fue el comienzo de la cadena de acontecimientos que han llevado a la actual conflagración.
Si impactar sobre blancos militares no es terrorismo, entonces Israel, no Hamas—al menos en este episodio-fue el primero en emplear tácticas de terror. En los días que siguieron a la captura del soldado, Israel comenzó a invadir Gaza en una acción groseramente desproporcionada. Israel destruyó estaciones de energía eléctrica, puentes y otra infraestructura en Gaza. Esto fue claramente un castigo colectivo dirigido a inflingir sufrimiento sobre los civiles palestinos. Por ejemplo, toda vez que se le interrumpe el suministro eléctrico a los hospitales, algunos pacientes mueren. Así, esta respuesta debe ser etiquetada como un acto terrorista, en vez de como uno defensivo tal como lo ha sostenido el Presidente Bush.
Además, tal respuesta desbordada socavó, en vez de mejorar, a la seguridad israelí. Incluso si Hamas y Hezbollah recurren a menudo a actos de terror, lo que los terroristas más anhelan es la publicidad. Israel podría habérsela negado al emplear tranquila y sigilosamente fuerzas de operaciones especiales, matando o capturando a las figuras centrales de Hamas. Las excesivas medidas del Primer Ministro israelí, Ehud Olmert, realizadas principalmente por un líder débil para demostrarle a sus compatriotas que era un duro, meramente le demostraron al Hezbollah en el Líbano que podían volver a recuperar la atención del público efectuando un ataque sorpresivo similar el 12 de julio, el que mataría a ocho soldados israelíes y capturaría a dos más. Una vez más, este parecería ser un objetivo militar legítimo, tal como lo fue el lanzamiento de cohetes Katyusha y disparos de mortero de Hezbollah hacia puestos militares israelíes en la disputada área de Shebaa Farms de Israel. Hezbollah se descarrió en actos de terror, sin embargo, cuando lanzó cohetes y disparos de mortero en la ciudad fronteriza israelí de Shlomi ese mismo día y en los subsecuentes ataques con cohetes contra poblados y ciudades del norte de Israel. Lanzó los más recientes disparos erráticos en masa de cohetes solamente después de que Israel comenzó a cometer actos terroristas en el Líbano al bombardear estaciones de electricidad, carreteras, puentes, gasolineras, y depósitos de combustible; desplazando a miles de residentes libaneses y aislando al país del mundo exterior, empleando un bloqueo naval y bombardeando los puertos, el aeropuerto internacional y la carretera que constituye única salida del país hacia Damasco, Siria. Desde que Israel retiró a sus fuerzas de ocupación del Líbano en 2000, Hezbollah había exhibido moderación, dirigiendo sus ofensivas crecientemente infrecuentes contra la disputada área fronteriza de Shebaa Farms. Nuevamente, la desproporcionada acción de Israel de hacer a un país entero responsable por la captura y asesinato de algunos pocos de sus soldados por parte de un grupo, ha provocado ahora una guerra total que ha puesto en peligro a los ciudadanos del norte de Israel. Además, tal como lo señala el comentarista conservador Pat Buchanan, durante un período de 18 años, Israel no pudo derrotar ni desarmar a Hezbollah, así que resulta ridículo que Israel responsabilice de lo mismo al débil gobierno del Líbano.
La cifra total de victimas civiles a cada lado indica también que los ataques de Israel han degenerado en terrorismo. Solamente 4 civiles israelíes han resultado muertos versus cerca de un centenar en el Líbano y otro tanto en Gaza.
Nadie puede excusar los genuinos actos de terror por parte de grupos harapientos como Hamas y Hezbollah, especialmente los ataques indiscriminados con cohetes contra pueblos y ciudades. Pero tampoco debería una gran potencia, especialmente los Estados Unidos, mirar para otro lado mientras los gobiernos—léase Israel—matan sistemáticamente a muchos más civiles bajo el disfraz de una insincera afirmación de autodefensa ofensiva.
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