Los niños que atestiguan la violencia doméstica están destinados a repetir ‘el ciclo’ y convertirse tanto en abusadores como en victimas cuando sean adultos. Esta alarmante afirmación es una de las varias que se encuentran subyacentes a las asunciones que definen cómo la sociedad ha abordado el tema de la violencia doméstica durante décadas.
Los investigadores están actualmente cuestionando y analizando estas asunciones.
El mes pasado, la Society for Academic Emergency Medicine—una organización nacional sin fines de lucro que reúne a más de 6.000 médicos académicos de emergencias, residentes y estudiantes—celebró su encuentro anual.
Allí los investigadores informaron acerca de los resultados del análisis de la hipótesis del ‘ciclo inevitable’. O, mejor dicho, analizaron una versión más razonable y limitada del mismo; ¿un niño que atestigua la violencia doméstica es más proclive a ser victimizado como adulto?
Los investigadores estudiaron a 280 individuos consecutivos y al azar que buscaron atención médica de emergencia en la ciudad de Albuquerque, en el estado de Nuevo México. Empleando una pantalla de computadora confidencial que minimizaba la interacción con y el prejuicio por parte de los investigadores, cada persona respondió a una serie de preguntas que incluían algunas sobre su historia en la niñez.
La conclusión:
Los niños que atestiguaron hechos de violencia doméstica no eran más proclives a ser “positivos” para la violencia doméstica actual como adultos “a pesar de que existía una tendencia en esa dirección”. La coautora del informe, la Dra. Amy A. Ernst, declaró que no existía “necesariamente una correlación” entre el hecho de atestiguar violencia doméstica como niño y convertirse en una victima como adulto.
Otro estudio está planeado para analizar la aseveración de que los niños testigos son más proclives a perpetrar violencia doméstica como adultos.
Un examen cuidadoso y declaraciones mesuradas son precisamente lo que la violencia doméstica exige en la actualidad tras décadas de ser politizada con muchas de sus afirmaciones siendo presentadas como cuasi-dogmas.
Una asunción ha recibido más debate y reacciones que cualquier otra. A saber, la idea de que los hombres son los perpetradores, las mujeres son las victimas.
Los investigadores y los activistas por los derechos de los hombres están expandiendo de manera exitosa la imagen de una victima de la violencia doméstica para que ésta incluya a los hombres. Otros investigadores son escépticos de la política que puede ser la base de este cambio.
No obstante ello, incluso los escépticos están reconociendo a las victimas masculinas. Por ejemplo, el Profesor Michael S. Kimmel de la State University of New York comparó y contrastó hallazgos sobre la victimización de la violencia doméstica masculina en su informe de 2001 “Male Victims of Domestic Violence: A Substantive and Methodological Research Review”.
El pro-feminista Kimmel concluyó, “Formularé la hipótesis de que, incluidos los ultrajes y asesinatos por parte de los ex-cónyuges, el homicidio y la agresión sexual conyugal, la incidencia del genero en el ‘conflicto familiar’ estaría cercana a un cuarto de las mujeres [como perpetradoras] y tres cuartos de los hombres”.
La meta final para algunos activistas de la violencia doméstica es la aceptación pública de los hombres como victimas que merecen el mismo tratamiento que las mujeres. Para mí, este es meramente un comienzo necesario debido a que creo que el tratamiento que se les está ofreciendo a las mujeres es defectuoso y a menudo perjudicial. Ofrecérselo ‘tal cual es’ a los hombres meramente acrecentará el problema. Todas las asunciones actuales de la violencia doméstica debería ser desafiadas y estudiadas a fin de beneficiar a todas las victimas, tanto varones como mujeres.
¿Cuáles son algunas de esas otras asunciones?
Una asunción es que solamente las victimas de la violencia doméstica tienen derecho a manifestarse.
Mi experiencia de violencia doméstica fue tan severa que me cegó de un ojo de manera permanente. Pero encontrarme en el extremo equivocado de un puño no me convirtió en una experta en ninguna otra cosa que en cuanto ello duele. El hecho de ser golpeado no imbuye más conocimiento de lo que la circunstancia de padecer de cáncer lo hace a usted capaz de curar la enfermedad.
Además, aquellos que afirman la ‘autoridad de la victimidad’ a menudo declaran que la existencia de la violencia doméstica nos empobrece a todos. Si somos todos victimas, entonces todos deberíamos ser alentados a hablar.
Otra asunción es que alguien que golpea una vez volverá a golpear.
(Culturalmente hablando, esto es siempre expresado como ‘un hombre que golpea una vez …’) La afirmación tiene sentido solamente si usted ve a todos los abusadores como unidades intercambiables respecto de las cuales la misma declaración es cierta.
Pregúntese, ¿un hombre que le da una bofetada a su esposa tras descubrir una infidelidad se asemeja a uno que lo hace por el placer de infligirle dolor? ¿Una mujer que se pone ebria y violenta es lo mismo que aquella que emplea la violencia para salirse con la suya?
El hombre traicionado o la mujer ebria están reaccionando a circunstancias que pueden no volver a ocurrir nunca. El hombre sádico y la mujer manipuladora están expresando rasgos distintivos de su carácter. No queda muy claro que los cuatros estén destinados a ‘golpear de nuevo’.
Según una tercera asunción, es siempre equivocado que una victima se quede soportando la agresión. Como regla general, la gente debería actuar para evitar el daño físico y, por lo tanto, esta asunción posee un valor superficial de veracidad. ¿Pero qué ocurre si el abusador es un ser amado que está atravesando una crisis pasajera—por ejemplo, la pérdida de su empleo?.
Qué ocurre si él o ella sienten genuinamente remordimiento e intentan cambiar; ¿tira usted por la borda años de una buena relación? Una vez más, la respuesta está lejos de ser clara.
Sin embargo otra asunción parece dudosa. Es la afirmación de que a las victimas no debería permitírseles presentar o retirar cargos contra sus abusadores.
En su lugar, esa opción le es cedida a la policía y al sistema legal. El razonamiento aquí es que las victimas se encuentran tan intimidadas por los abusadores que a menudo son emocionalmente incapaces de hacer ‘lo correcto’.
El razonamiento es defectuoso. El mismo supone que el arresto de un abusador resulta siempre la mejor opción y que la ley puede obligar adecuadamente a las victimas en disidencia a ‘hacer lo correcto’ para ellas mismas. Pero muchos individuos se convierten en victimas precisamente en virtud de que han perdido la elección y el poder sobre sus propias vidas.
¿Cómo las leyes que perpetúan su falta de elección pueden facultarlas? Quitarle el poder a las victimas en nombre de los derechos de las victimas parecería ser un acto de prestidigitación legal.
El cuestionamiento de cada teoría y ‘verdad’ del abordaje actual del tema de la violencia doméstica resulta necesario si es que el mismo pretende ingresar en un nuevo siglo. Por el bien de las mujeres, hombres y niños, las mismas declaraciones no pueden simplemente ser repetidas. Debemos descubrir si son ciertas.
Traducido por Gabriel Gasave
Las teorías sobre la violencia doméstica están siendo cuestionadas
Los niños que atestiguan la violencia doméstica están destinados a repetir ‘el ciclo’ y convertirse tanto en abusadores como en victimas cuando sean adultos. Esta alarmante afirmación es una de las varias que se encuentran subyacentes a las asunciones que definen cómo la sociedad ha abordado el tema de la violencia doméstica durante décadas.
Los investigadores están actualmente cuestionando y analizando estas asunciones.
El mes pasado, la Society for Academic Emergency Medicine—una organización nacional sin fines de lucro que reúne a más de 6.000 médicos académicos de emergencias, residentes y estudiantes—celebró su encuentro anual.
Allí los investigadores informaron acerca de los resultados del análisis de la hipótesis del ‘ciclo inevitable’. O, mejor dicho, analizaron una versión más razonable y limitada del mismo; ¿un niño que atestigua la violencia doméstica es más proclive a ser victimizado como adulto?
Los investigadores estudiaron a 280 individuos consecutivos y al azar que buscaron atención médica de emergencia en la ciudad de Albuquerque, en el estado de Nuevo México. Empleando una pantalla de computadora confidencial que minimizaba la interacción con y el prejuicio por parte de los investigadores, cada persona respondió a una serie de preguntas que incluían algunas sobre su historia en la niñez.
La conclusión:
Los niños que atestiguaron hechos de violencia doméstica no eran más proclives a ser “positivos” para la violencia doméstica actual como adultos “a pesar de que existía una tendencia en esa dirección”. La coautora del informe, la Dra. Amy A. Ernst, declaró que no existía “necesariamente una correlación” entre el hecho de atestiguar violencia doméstica como niño y convertirse en una victima como adulto.
Otro estudio está planeado para analizar la aseveración de que los niños testigos son más proclives a perpetrar violencia doméstica como adultos.
Un examen cuidadoso y declaraciones mesuradas son precisamente lo que la violencia doméstica exige en la actualidad tras décadas de ser politizada con muchas de sus afirmaciones siendo presentadas como cuasi-dogmas.
Una asunción ha recibido más debate y reacciones que cualquier otra. A saber, la idea de que los hombres son los perpetradores, las mujeres son las victimas.
Los investigadores y los activistas por los derechos de los hombres están expandiendo de manera exitosa la imagen de una victima de la violencia doméstica para que ésta incluya a los hombres. Otros investigadores son escépticos de la política que puede ser la base de este cambio.
No obstante ello, incluso los escépticos están reconociendo a las victimas masculinas. Por ejemplo, el Profesor Michael S. Kimmel de la State University of New York comparó y contrastó hallazgos sobre la victimización de la violencia doméstica masculina en su informe de 2001 “Male Victims of Domestic Violence: A Substantive and Methodological Research Review”.
El pro-feminista Kimmel concluyó, “Formularé la hipótesis de que, incluidos los ultrajes y asesinatos por parte de los ex-cónyuges, el homicidio y la agresión sexual conyugal, la incidencia del genero en el ‘conflicto familiar’ estaría cercana a un cuarto de las mujeres [como perpetradoras] y tres cuartos de los hombres”.
La meta final para algunos activistas de la violencia doméstica es la aceptación pública de los hombres como victimas que merecen el mismo tratamiento que las mujeres. Para mí, este es meramente un comienzo necesario debido a que creo que el tratamiento que se les está ofreciendo a las mujeres es defectuoso y a menudo perjudicial. Ofrecérselo ‘tal cual es’ a los hombres meramente acrecentará el problema. Todas las asunciones actuales de la violencia doméstica debería ser desafiadas y estudiadas a fin de beneficiar a todas las victimas, tanto varones como mujeres.
¿Cuáles son algunas de esas otras asunciones?
Una asunción es que solamente las victimas de la violencia doméstica tienen derecho a manifestarse.
Mi experiencia de violencia doméstica fue tan severa que me cegó de un ojo de manera permanente. Pero encontrarme en el extremo equivocado de un puño no me convirtió en una experta en ninguna otra cosa que en cuanto ello duele. El hecho de ser golpeado no imbuye más conocimiento de lo que la circunstancia de padecer de cáncer lo hace a usted capaz de curar la enfermedad.
Además, aquellos que afirman la ‘autoridad de la victimidad’ a menudo declaran que la existencia de la violencia doméstica nos empobrece a todos. Si somos todos victimas, entonces todos deberíamos ser alentados a hablar.
Otra asunción es que alguien que golpea una vez volverá a golpear.
(Culturalmente hablando, esto es siempre expresado como ‘un hombre que golpea una vez …’) La afirmación tiene sentido solamente si usted ve a todos los abusadores como unidades intercambiables respecto de las cuales la misma declaración es cierta.
Pregúntese, ¿un hombre que le da una bofetada a su esposa tras descubrir una infidelidad se asemeja a uno que lo hace por el placer de infligirle dolor? ¿Una mujer que se pone ebria y violenta es lo mismo que aquella que emplea la violencia para salirse con la suya?
El hombre traicionado o la mujer ebria están reaccionando a circunstancias que pueden no volver a ocurrir nunca. El hombre sádico y la mujer manipuladora están expresando rasgos distintivos de su carácter. No queda muy claro que los cuatros estén destinados a ‘golpear de nuevo’.
Según una tercera asunción, es siempre equivocado que una victima se quede soportando la agresión. Como regla general, la gente debería actuar para evitar el daño físico y, por lo tanto, esta asunción posee un valor superficial de veracidad. ¿Pero qué ocurre si el abusador es un ser amado que está atravesando una crisis pasajera—por ejemplo, la pérdida de su empleo?.
Qué ocurre si él o ella sienten genuinamente remordimiento e intentan cambiar; ¿tira usted por la borda años de una buena relación? Una vez más, la respuesta está lejos de ser clara.
Sin embargo otra asunción parece dudosa. Es la afirmación de que a las victimas no debería permitírseles presentar o retirar cargos contra sus abusadores.
En su lugar, esa opción le es cedida a la policía y al sistema legal. El razonamiento aquí es que las victimas se encuentran tan intimidadas por los abusadores que a menudo son emocionalmente incapaces de hacer ‘lo correcto’.
El razonamiento es defectuoso. El mismo supone que el arresto de un abusador resulta siempre la mejor opción y que la ley puede obligar adecuadamente a las victimas en disidencia a ‘hacer lo correcto’ para ellas mismas. Pero muchos individuos se convierten en victimas precisamente en virtud de que han perdido la elección y el poder sobre sus propias vidas.
¿Cómo las leyes que perpetúan su falta de elección pueden facultarlas? Quitarle el poder a las victimas en nombre de los derechos de las victimas parecería ser un acto de prestidigitación legal.
El cuestionamiento de cada teoría y ‘verdad’ del abordaje actual del tema de la violencia doméstica resulta necesario si es que el mismo pretende ingresar en un nuevo siglo. Por el bien de las mujeres, hombres y niños, las mismas declaraciones no pueden simplemente ser repetidas. Debemos descubrir si son ciertas.
Traducido por Gabriel Gasave
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