La reorganización de la inteligencia de la administración Bush, basada en las deificadas recomendaciones de la Comisión del 11/09 de expandir a la burocracia de la inteligencia, es un fracaso abismal. Resulta necesaria una segunda reorganización que modernice y consolide la hidra de múltiples cabezas que es la comunidad de la inteligencia estadounidense.
El fracaso en detectar el complot terrorista del 11/09 fue mayormente el resultado de la inadecuada coordinación entre las agencias de inteligencia de los EE.UU.. Respondiendo al informe de la Comisión del 11/09 y a la presión pública asociada con él, la administración Bush aceptó la recomendación de la comisión de crear un nuevo cargo de Director de la Inteligencia Nacional (DNI conforme su sigla en inglés) a fin de coordinar la cacofonía de 15 agencias de inteligencia, pero le concedió al nuevo puesto un control ambiguo sobre el personal de inteligencia y los presupuestos de la agencia de inteligencia—lo que denominé por entonces una solución híbrida.
El 27 de septiembre de 2004, escribí un artículo intitulado, “Más Burocracia, Menos Seguridad Nacional” en el que advertía que “la híbrida solución de la administración que nos brinda más burocracia sin mucha más coordinación es el peor de los mundos y disminuirá la seguridad de los Estados Unidos en lugar de incrementarla”. El trabajo también precavía que “al adicionar otra capa de burocracia para exacerbar el problema de coordinación original, la administración apoya en esencia el reemplazar a una burocracia eunuca [el Director o la Inteligencia Central, que estuvo a cargo de las 15 agencias de inteligencia] con otra”.
Desafortunadamente, los recientes progresos en la búsqueda del DNI John Negroponte por dominar a la comunidad de inteligencia han probado que mi predicción era correcta. En una columna publicada el 21 de abril de 2006 en el Washington Post intitulada “Fix the Intelligence Mess,” David Ignatius destacó que “una reorganización que se suponía iba a traer mayor coordinación ha producido en cambio una doblamiento de responsabilidades y confusión burocrática”. Agregó que “la reorganización de la inteligencia no está funcionando. . . . No ha tenido éxito en la coordinación de las distintas agencias. . . . ”
Ignatius cita a Richard A. Posner, un experto en inteligencia conservador, lamentándose de que “la reorganización volvió a barajar en vez de aumentar al personal de la inteligencia federal de la nación”. Posner sostuvo también que la DNI “se ha convertido en una nueva burocracia apilada en la cima de la comunidad de la inteligencia, una nueva agencia por encima de las quince o más agencias previamente existentes”. іQué sorpresa! ¿No era esto predecible al momento en que el Congreso sancionó a la reorganización como ley?
Como lo destaqué en mi trabajo previo antes de que la ley fuese sancionada, la presión para “hacer algo” después de una crisis lleva a reacomodar a las cajas sobre los cuadros organizacionales del gobierno, lo que usualmente implica una expansión del gobierno. Según el reportero de seguridad nacional del Washington Post Walter Pincus, esta reorganización no es ninguna excepción. El staff de Negroponte es un colosal grupo de 1.539 personas para administrar las hordas de personal de inteligencia en las otras 15 agencias, aproximadamente el doble de lo que fue anticipado. Pincus añade que el presupuesto de Negroponte para administrar a estas personas es de alrededor de $1 mil millones (billón en inglés)—un incremento quintuplicado por encima de lo que se gastaba en la administración de la comunidad de inteligencia antes de la reorganización.
¿Cómo fue que la lucha contra pequeños y ágiles grupos terroristas ayudó a apilar estos niveles agregados de administración por encima de las capas de administración existentes en las enormes y robustas agencias de inteligencia? Ahora existen incluso dos centros en el gobierno estadounidense para combatir el terrorismo—el Centro Contraterrorista de la CIA y el Centro Nacional de Contraterrorismo de la DNI. ¿Y exactamente cómo mejora la coordinación la creación de cargos duplicados y capas administrativas agregadas?
Resumiendo, la fallida reorganización de la inteligencia precisa reorganizarse. Como lo dije en 2004, las 15—ahora 16—agencias de inteligencia deberían cada una ser modernizada y luego consolidadas en menos agencias. Tal como lo ilustran las disputas acerca de los aspectos del tema de las armas de destrucción masiva iraquíes, más de una opinión puede ser algo bueno si quienes pergeñan las políticas escuchan a las agencias discordantes (lo que no hizo la administración Bush); pero 16 opiniones es algo excesivo. La re-reorganización debería comenzar por hacer adelgazar drásticamente a la nueva oficina de Negroponte, la cual en muy corto tiempo se ha convertido en una ciénaga burocrática. Para contrarrestar a los rápidos terroristas y mejorar su desempeño general—que recientemente ha sido abismal—la hinchada comunidad de la inteligencia de los Estados Unidos necesita ponerse a dieta.
La fallida reorganización de la inteligencia precisa reorganizarse
La reorganización de la inteligencia de la administración Bush, basada en las deificadas recomendaciones de la Comisión del 11/09 de expandir a la burocracia de la inteligencia, es un fracaso abismal. Resulta necesaria una segunda reorganización que modernice y consolide la hidra de múltiples cabezas que es la comunidad de la inteligencia estadounidense.
El fracaso en detectar el complot terrorista del 11/09 fue mayormente el resultado de la inadecuada coordinación entre las agencias de inteligencia de los EE.UU.. Respondiendo al informe de la Comisión del 11/09 y a la presión pública asociada con él, la administración Bush aceptó la recomendación de la comisión de crear un nuevo cargo de Director de la Inteligencia Nacional (DNI conforme su sigla en inglés) a fin de coordinar la cacofonía de 15 agencias de inteligencia, pero le concedió al nuevo puesto un control ambiguo sobre el personal de inteligencia y los presupuestos de la agencia de inteligencia—lo que denominé por entonces una solución híbrida.
El 27 de septiembre de 2004, escribí un artículo intitulado, “Más Burocracia, Menos Seguridad Nacional” en el que advertía que “la híbrida solución de la administración que nos brinda más burocracia sin mucha más coordinación es el peor de los mundos y disminuirá la seguridad de los Estados Unidos en lugar de incrementarla”. El trabajo también precavía que “al adicionar otra capa de burocracia para exacerbar el problema de coordinación original, la administración apoya en esencia el reemplazar a una burocracia eunuca [el Director o la Inteligencia Central, que estuvo a cargo de las 15 agencias de inteligencia] con otra”.
Desafortunadamente, los recientes progresos en la búsqueda del DNI John Negroponte por dominar a la comunidad de inteligencia han probado que mi predicción era correcta. En una columna publicada el 21 de abril de 2006 en el Washington Post intitulada “Fix the Intelligence Mess,” David Ignatius destacó que “una reorganización que se suponía iba a traer mayor coordinación ha producido en cambio una doblamiento de responsabilidades y confusión burocrática”. Agregó que “la reorganización de la inteligencia no está funcionando. . . . No ha tenido éxito en la coordinación de las distintas agencias. . . . ”
Ignatius cita a Richard A. Posner, un experto en inteligencia conservador, lamentándose de que “la reorganización volvió a barajar en vez de aumentar al personal de la inteligencia federal de la nación”. Posner sostuvo también que la DNI “se ha convertido en una nueva burocracia apilada en la cima de la comunidad de la inteligencia, una nueva agencia por encima de las quince o más agencias previamente existentes”. іQué sorpresa! ¿No era esto predecible al momento en que el Congreso sancionó a la reorganización como ley?
Como lo destaqué en mi trabajo previo antes de que la ley fuese sancionada, la presión para “hacer algo” después de una crisis lleva a reacomodar a las cajas sobre los cuadros organizacionales del gobierno, lo que usualmente implica una expansión del gobierno. Según el reportero de seguridad nacional del Washington Post Walter Pincus, esta reorganización no es ninguna excepción. El staff de Negroponte es un colosal grupo de 1.539 personas para administrar las hordas de personal de inteligencia en las otras 15 agencias, aproximadamente el doble de lo que fue anticipado. Pincus añade que el presupuesto de Negroponte para administrar a estas personas es de alrededor de $1 mil millones (billón en inglés)—un incremento quintuplicado por encima de lo que se gastaba en la administración de la comunidad de inteligencia antes de la reorganización.
¿Cómo fue que la lucha contra pequeños y ágiles grupos terroristas ayudó a apilar estos niveles agregados de administración por encima de las capas de administración existentes en las enormes y robustas agencias de inteligencia? Ahora existen incluso dos centros en el gobierno estadounidense para combatir el terrorismo—el Centro Contraterrorista de la CIA y el Centro Nacional de Contraterrorismo de la DNI. ¿Y exactamente cómo mejora la coordinación la creación de cargos duplicados y capas administrativas agregadas?
Resumiendo, la fallida reorganización de la inteligencia precisa reorganizarse. Como lo dije en 2004, las 15—ahora 16—agencias de inteligencia deberían cada una ser modernizada y luego consolidadas en menos agencias. Tal como lo ilustran las disputas acerca de los aspectos del tema de las armas de destrucción masiva iraquíes, más de una opinión puede ser algo bueno si quienes pergeñan las políticas escuchan a las agencias discordantes (lo que no hizo la administración Bush); pero 16 opiniones es algo excesivo. La re-reorganización debería comenzar por hacer adelgazar drásticamente a la nueva oficina de Negroponte, la cual en muy corto tiempo se ha convertido en una ciénaga burocrática. Para contrarrestar a los rápidos terroristas y mejorar su desempeño general—que recientemente ha sido abismal—la hinchada comunidad de la inteligencia de los Estados Unidos necesita ponerse a dieta.
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