La recientemente publicada Reseña Cuadrienal de la Defensa (QDR es su sigla en inglés) de la administración Bush, resumiendo su estrategia de defensa, sus fuerzas, y su programas de armamentos, y el presupuesto de defensa que la acompañaba demuestran que el hecho de arrogarle dinero a la defensa nacional no hará más seguros a los estadounidenses aquí en el país. El atiborrado presupuesto de seguridad, de ya casi más de $500 mil millones (billones en inglés) por año (incluidos los gastos para las guerras en Irak y Afganistán), será elevado en un 7 por ciento. Sin embargo, gran parte de ese presupuesto no será gastado en «defensa», la que es tan solo una pequeña parte del presupuesto del Departamento de Defensa. En cambio, la mayor parte del dinero será gastado en las fuerzas estadounidenses ofensivamente orientadas y en mejorar su capacidad para llevar a cabo de forma rápida incursiones imperiales en los más remotos rincones del mundo, incluido el Medio Oriente. Dado que la venganza por tales aventuras es la razón por la cual los grupos terroristas atacan a los objetivos de los EE.UU., los estadounidenses pueden esperar más de tales ataques en el país y en el exterior. Incluso la nueva estrategia de contraterrorismo del Jefe del Estado Mayor Conjunto admite que las operaciones militares erróneamente concebidas podrían aumentar las filas de los terroristas.
A pesar de que la primera responsabilidad de cualquier gobierno –incluido el gobierno de los Estados Unidos-es la de proteger a su pueblo, los dólares de los contribuyentes estadounidenses están siendo empleados para promover un imperio de ultramar a expensas de la seguridad de los ciudadanos. Tradicionalmente, las «amenazas» externas fueron utilizadas para planificar las fuerzas militares estadounidenses y la estrategia utilizada para emplearlas. Después de que la Guerra Fría terminó, no obstante, este enfoque cayó en desgracia en virtud de que la gran mayoría de las amenazas se evaporó. La continuidad de los masivos presupuestos del área de defensa-los gastos estadounidenses para la defensa nacional son equivalentes a los presupuestos de defensa totales de al menos las siguientes 13 naciones que más gastan combinados-tenía que ser justificada mediante otros medios. Así el Pentágono se pasó a la planificación «basada en la capacidad». Este eslogan simplemente significa que la tecnología para los nuevos armamentos puede ser desarrollada y que las armas existentes pueden seguir siendo adquiridas, incluso a pesar de que no exista ninguna amenaza para ser contrarrestada por las mismas.
Por ejemplo, el avión de combate furtivo F/A-22, el primer escuadrón de los cuales se ha vuelto operativo apenas recientemente, fue diseñado para contrarrestar a unos aviones de combate soviéticos que nunca fueron construidos. En la actualidad, la principal amenaza para las aeronaves de combate estadounidenses no está constituida por las aeronaves de otras naciones, sino por los misiles tierra-aire con base en tierra los que pueden ser eludidos volando a su alrededor. Este programa debería haber sido concluido mucho tiempo atrás pero se lo mantiene con vida en razón de que el mismo proporciona empleos en varios distritos parlamentarios a lo largo del país. De manera similar, los Estados Unidos están construyendo nuevas clases de portaviones CVN-21, submarinos clase Virginia y destructores DD(X) cuando la amenaza por parte de las otras potencias navales es insignificante. Sin embargo, la QDR no elimina ninguno de estos sistemas armamentísticos innecesarios o de la Guerra Fría, pese a que el Departamento de Defensa tiene más armas en los libros que los que puede comprar aún con su masivo presupuesto.
Los ataques del 11 de septiembre de 2001 y la subsiguiente amorfa y sin fin «guerra contra el terror» le han permitido al Pentágono justificar presupuestos de defensa más altos-incluidas las armas precedentemente mencionadas no aptas para combatir a terroristas o guerrilleros- ante un público conciente de la seguridad y durante un futuro indefinido. No obstante ello, dichos adversarios pueden ser combatidos del una mejor manera mediante la infantería, las fuerzas especiales, y las aeronaves existentes. Ciertamente los Estados Unidos no precisan despilfarrar $11 mil millones (billones en inglés) por año en solamente una defensa mínima contra un ataque con misiles balísticos armados con ojivas nucleares. La amenaza más probable es la de que los terroristas contrabandeen un arma nuclear en un puerto a bordo de un navío, en vez de que la disparen sobre un misil para lo cual no poseen la tecnología necesaria para su desarrollo. En la QDR, el Departamento de Defensa promete hacer de la defensa del territorio una mayor prioridad. Pero según Lawrence Korb, un ex secretario asistente de defensa, la realidad es la de que el Pentágono gasta más en la defensa misilística que en la Guardia Costera, la cual combate amenazas más probables.
Incluso los sistemas militares que podrían ser utilizados para combatir a los terroristas y guerrilleros precisan ser efectivos y eficientes en materia de costos. La aeronave V-22 de rotor inclinado del Cuerpo de Infantes de Marina-la cual despega y aterriza como un helicóptero, pero que vuela como un avión de hélice fijada al ala-ha tenido problemas de desarrollo, incluidos varios accidentes, y significativas superaciones de los costos. A pesar de que la aeronave sería buena para el traslado de los Infantes de Marina que combatan a los terroristas o guerrilleros hasta áreas remotas sin campos de aterrizaje, el avión debería ser cancelado debido a sus costos exorbitantes y a sus exiguas ventajas por sobre los helicópteros existentes.
En virtud del enfoque del Pentágono basado en las capacidades, la QDR falla en asignarle prioridades a las pocas amenazas que persisten. Por ejemplo, ¿cuál debería ser la prioridad más alta para los escasos recursos: contrarrestar a la amenaza de al Qaeda, a la potencial amenaza de un Irán o de una Corea del Norte con armas nucleares, o a la posible amenaza de una gran potencia en auge -por ejemplo, la China o la India?.
Resumiendo, la administración Bush precisa equiparar su retórica con la acción, poniendo a la «defensa» nuevamente en la política de defensa de los Estados Unidos y eliminando los armamentos que no cuadran con esa estrategia. Este cambio en la política hará que los estadounidenses sean más ricos y más seguros.
Más dólares para la defensa, menos seguridad
La recientemente publicada Reseña Cuadrienal de la Defensa (QDR es su sigla en inglés) de la administración Bush, resumiendo su estrategia de defensa, sus fuerzas, y su programas de armamentos, y el presupuesto de defensa que la acompañaba demuestran que el hecho de arrogarle dinero a la defensa nacional no hará más seguros a los estadounidenses aquí en el país. El atiborrado presupuesto de seguridad, de ya casi más de $500 mil millones (billones en inglés) por año (incluidos los gastos para las guerras en Irak y Afganistán), será elevado en un 7 por ciento. Sin embargo, gran parte de ese presupuesto no será gastado en «defensa», la que es tan solo una pequeña parte del presupuesto del Departamento de Defensa. En cambio, la mayor parte del dinero será gastado en las fuerzas estadounidenses ofensivamente orientadas y en mejorar su capacidad para llevar a cabo de forma rápida incursiones imperiales en los más remotos rincones del mundo, incluido el Medio Oriente. Dado que la venganza por tales aventuras es la razón por la cual los grupos terroristas atacan a los objetivos de los EE.UU., los estadounidenses pueden esperar más de tales ataques en el país y en el exterior. Incluso la nueva estrategia de contraterrorismo del Jefe del Estado Mayor Conjunto admite que las operaciones militares erróneamente concebidas podrían aumentar las filas de los terroristas.
A pesar de que la primera responsabilidad de cualquier gobierno –incluido el gobierno de los Estados Unidos-es la de proteger a su pueblo, los dólares de los contribuyentes estadounidenses están siendo empleados para promover un imperio de ultramar a expensas de la seguridad de los ciudadanos. Tradicionalmente, las «amenazas» externas fueron utilizadas para planificar las fuerzas militares estadounidenses y la estrategia utilizada para emplearlas. Después de que la Guerra Fría terminó, no obstante, este enfoque cayó en desgracia en virtud de que la gran mayoría de las amenazas se evaporó. La continuidad de los masivos presupuestos del área de defensa-los gastos estadounidenses para la defensa nacional son equivalentes a los presupuestos de defensa totales de al menos las siguientes 13 naciones que más gastan combinados-tenía que ser justificada mediante otros medios. Así el Pentágono se pasó a la planificación «basada en la capacidad». Este eslogan simplemente significa que la tecnología para los nuevos armamentos puede ser desarrollada y que las armas existentes pueden seguir siendo adquiridas, incluso a pesar de que no exista ninguna amenaza para ser contrarrestada por las mismas.
Por ejemplo, el avión de combate furtivo F/A-22, el primer escuadrón de los cuales se ha vuelto operativo apenas recientemente, fue diseñado para contrarrestar a unos aviones de combate soviéticos que nunca fueron construidos. En la actualidad, la principal amenaza para las aeronaves de combate estadounidenses no está constituida por las aeronaves de otras naciones, sino por los misiles tierra-aire con base en tierra los que pueden ser eludidos volando a su alrededor. Este programa debería haber sido concluido mucho tiempo atrás pero se lo mantiene con vida en razón de que el mismo proporciona empleos en varios distritos parlamentarios a lo largo del país. De manera similar, los Estados Unidos están construyendo nuevas clases de portaviones CVN-21, submarinos clase Virginia y destructores DD(X) cuando la amenaza por parte de las otras potencias navales es insignificante. Sin embargo, la QDR no elimina ninguno de estos sistemas armamentísticos innecesarios o de la Guerra Fría, pese a que el Departamento de Defensa tiene más armas en los libros que los que puede comprar aún con su masivo presupuesto.
Los ataques del 11 de septiembre de 2001 y la subsiguiente amorfa y sin fin «guerra contra el terror» le han permitido al Pentágono justificar presupuestos de defensa más altos-incluidas las armas precedentemente mencionadas no aptas para combatir a terroristas o guerrilleros- ante un público conciente de la seguridad y durante un futuro indefinido. No obstante ello, dichos adversarios pueden ser combatidos del una mejor manera mediante la infantería, las fuerzas especiales, y las aeronaves existentes. Ciertamente los Estados Unidos no precisan despilfarrar $11 mil millones (billones en inglés) por año en solamente una defensa mínima contra un ataque con misiles balísticos armados con ojivas nucleares. La amenaza más probable es la de que los terroristas contrabandeen un arma nuclear en un puerto a bordo de un navío, en vez de que la disparen sobre un misil para lo cual no poseen la tecnología necesaria para su desarrollo. En la QDR, el Departamento de Defensa promete hacer de la defensa del territorio una mayor prioridad. Pero según Lawrence Korb, un ex secretario asistente de defensa, la realidad es la de que el Pentágono gasta más en la defensa misilística que en la Guardia Costera, la cual combate amenazas más probables.
Incluso los sistemas militares que podrían ser utilizados para combatir a los terroristas y guerrilleros precisan ser efectivos y eficientes en materia de costos. La aeronave V-22 de rotor inclinado del Cuerpo de Infantes de Marina-la cual despega y aterriza como un helicóptero, pero que vuela como un avión de hélice fijada al ala-ha tenido problemas de desarrollo, incluidos varios accidentes, y significativas superaciones de los costos. A pesar de que la aeronave sería buena para el traslado de los Infantes de Marina que combatan a los terroristas o guerrilleros hasta áreas remotas sin campos de aterrizaje, el avión debería ser cancelado debido a sus costos exorbitantes y a sus exiguas ventajas por sobre los helicópteros existentes.
En virtud del enfoque del Pentágono basado en las capacidades, la QDR falla en asignarle prioridades a las pocas amenazas que persisten. Por ejemplo, ¿cuál debería ser la prioridad más alta para los escasos recursos: contrarrestar a la amenaza de al Qaeda, a la potencial amenaza de un Irán o de una Corea del Norte con armas nucleares, o a la posible amenaza de una gran potencia en auge -por ejemplo, la China o la India?.
Resumiendo, la administración Bush precisa equiparar su retórica con la acción, poniendo a la «defensa» nuevamente en la política de defensa de los Estados Unidos y eliminando los armamentos que no cuadran con esa estrategia. Este cambio en la política hará que los estadounidenses sean más ricos y más seguros.
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