Las diez principales razones para “deshacer” Irak con la debida premura

29 de agosto, 2005

Tres años atrás, en lo que pasó por un «debate» acerca de la invasión de Irak, escribí un artículo intitulado, «Las 10 principales razones para no »»hacer»» Irak.» Ahora, después de tres años y de muchas muertes innecesarias (tanto estadounidenses como iraquíes), considero que existen diez buenas razones para la partición de Irak, para declarar la victoria, y para abandonar rápidamente ese país:

1. La Constitución recientemente bosquejada ha colocado al país en el camino hacia una eventual partición. El borrador actual les permite a los kurdos tener una región autónoma rica en petróleo en el norte de Irak y posibilita que los shiitas tengan lo mismo en el sur del país. La Constitución probablemente inflamará a los insurgentes sunnitas porque ellos temen que se los dejará con una región pobre carente de riqueza petrolífera en el centro de Irak. Para reducir las posibilidades de una guerra civil sobre esta cuestión una vez que los estadounidenses se retiren, los Estados Unidos deberían dejar de negar lo inevitable y lograr un acuerdo viable sobre el reparto de los ingresos petrolíferos entre todos los grupos, lo que satisfaría a los tres futuros estados en el ex Irak. Un acuerdo similar fue alcanzado entre el norte y el sur de Sudan para ponerle fin exitosamente a la sangrienta guerra civil de ese país.

2. La lucha sanguinaria entre las facciosas y pesadamente armadas milicias iraquíes se está incrementando. Las fuerzas de los EE.UU. tienen el potencial de encontrarse en el medio de no solamente una lucha de sunnitas vs. shiitas y de sunnitas vs. kurdos, sino también de choques intra-shiitas. En contraste con una partición controlada con un acuerdo de reparto del ingreso petrolífero, una guerra civil total podría hacer que las victimas estadounidenses e iraquíes hasta la fecha luzcan leves.

3. Un retiro estadounidense le quitaría gran parte del enardecimiento a la insurgencia sunnita. Los sunnitas están motivados, al menos en parte, por un deseo de expulsar al invasor extranjero.

4. El gobierno de los EE.UU. no puede afrontar el hecho de continuar combatiendo en Irak. En un momento de enormes déficits gubernamentales en los Estados Unidos, el atolladero iraquí le ha costado ya a los contribuyentes $218 mil millones (billones en inglés) y tiene un asombroso precio en el largo plazo estimado de $700 mil millones (billones en inglés) a bien por encima de $1 billón (trillón en inglés.)

5. Incluso la victoria sería hueca. Tomada por sorpresa por el estrago y la ferocidad de la resistencia en el Irak ocupado por los EE.UU., la política del «cervatillo atrapado por los titulares» nunca ha desarrollado una idea de victoria realista y bien definida. Como Lewis Simons, un ex reportero del Washington Post y del Knight Ridder, lo expresara de la mejor manera, «¿De todos modos, qué significaría »»»»ganar»»»» en Irak? ¿Una sociedad democrática que sea libre de elegir un gobierno anti estadounidense, pro iraní, y fundamentalista islámico?» Dada la trayectoria de la actual política de la administración, este resultado no deliberado es por lo que están peleando los chicos y las chicas estadounidenses. La administración puede estar promoviendo el «diseño inteligente,» pero desafortunadamente no en su política de Irak. Una partición al menos limitaría la influencia iraní sobre la parte sur del país.

6. Un Irak dividido podría desarrollar bolsones de libertad política y económica genuina y duradera. Una vez que los EE.UU. abandonen su intención de imponer una clase extranjera de democracia a punta de pistola, un Irak dividido puede desarrollar áreas de libertad sustentable que pueda bullir a escala local. Tales experimentos podrían ser usados como un modelo para el resto del mundo islámico. Al menos inicialmente, los kurdos tendrán la mejor posibilidad de crear una sociedad relativamente libre en su área.

7. Cuanto más tiempo permanezcan en Irak los Estados Unidos, más andarán sueltos por el mundo los entrenados jihadistas islámicos. En la fe islámica, a los musulmanes se les exige repeler a cualquier invasor «infiel» de los territorios islámicos. Combatientes islamistas de todo el mundo acudieron para ayudar a alimentar la férrea resistencia a la invasión soviética de Afganistán y a las incursiones rusas en Chechenia. La administración Bush debería haber anticipado lo mismo en Irak, una nación que no cobijaba terroristas anti estadounidenses entes de la invasión de los EE.UU.. La invasión y la ocupación estadounidense allí ha sido desde entonces un afiche de reclutamiento para los islamistas radicales de todo el mundo. También, al ofrecerle a los jihadistas una valiosa experiencia de combate al luchar contra las fuerzas estadounidenses en Irak, la administración ha inadvertidamente creado un campo de entrenamiento para futuros ataques terroristas contra los Estados Unidos—en gran medida como la guerra anti soviética en Afganistán, auspiciada por los EE.UU., que proporcionó entrenamiento para los ataques terroristas de al Qaeda.

8. La atención y los recursos pueden ser canalizados en otra dirección, hacia la cual deberían estar concentrados: la neutralización de la red de terror de al Qaeda. A pesar de que el Presidente Bush parecía imaginarse a sí mismo vanagloriándose como un «hombre de acción» durante la invasión de Irak, los acontecimientos subsecuentes han demostrado que es una «hombre de distracción.» Liberar a los Estados Unidos del “bebe de alquitrán” iraquí redireccionaría los limitados recursos estadounidenses para neutralizar la red de terror de al Qaeda, la que aún está tratando de atacar el territorio estadounidense.

9. La falsa compensación entre la seguridad y las libertades únicas estadounidenses quedaría expuesta. Si el terrorismo anti estadounidense pudiese ser reducido—ya sea mediante la eliminación de la intervención militar de los EE.UU. que lo inspira y lo motiva o mediante el incremento de la atención y de los recursos a fin de neutralizarlo—las draconianas reducciones de las libertades civiles estadounidenses en nombre de combatir al terrorismo no serían necesarias. La Ley Patriota de los EE.UU. podría ser derogada en vez de renovada.

10. Salirse de Irak ahora mientras los Estados Unidos aún tienen alguna credibilidad y honor es mejor que hacerlo después con su cola entre las piernas. En Vietnam, los Estados Unidos continuaron hasta el final en un intento por conservar su «credibilidad,» pero terminaron perdiendo gran parte de esa credibilidad con el transcurso del tiempo. Tal como un inversor que invierte en una acción de pobre desempeño, el mejor curso a tomar es el de admitir el error, disminuir las probables pérdidas, y reinvertir los recursos en emprendimientos más productivos—no el de quedarse con la acción hasta que toque fondo esperando que la misma pegue la vuelta. Además, en este tardío momento, solamente una partición controlada de Irak que le permita a los sunnitas tanto gobernarse a sí mismos como compartir la riqueza petrolera, tiene alguna posibilidad de evitar el descenso a una guerra civil.

Las fuerzas armadas estadounidenses han admitido que la rebelión iraquí no puede ser vencida por la fuerza de las armas. Y la nueva Constitución probablemente no le permitirá a los Estados Unidos quitarle políticamente la energía a la insurgencia mediante la cooperación de los sunnitas en el nuevo Irak. En verdad, la Constitución probablemente intensificará la resistencia sunnita. Es el momento de que los Estados Unidos acoten sus pérdidas y salgan de allí antes de que comience la guerra civil, de que la violencia se vuelva demasiado grande, y de que la ventana para retirarse con dignidad se cierre y sea reemplazada por la «huida bajo fuego.»

Traducido por Gabriel Gasave

  • es Asociado Senior en el Independent Institute y Director del Centro Para la Paz y la Libertad del Instituto.

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