Tanto el imperio estadounidense como el ruso enfrentan un problema similar—cómo reprimir a las insurgencias violentas que no vacilan en asesinar civiles en ataques que rivalizan con aquellos lanzados por las propias fuerzas imperiales.
En el caso de los rusos, el Presidente Vladimir Putin ha utilizad los horrendos ataques contra una escuela en Beslan por parte de rebeldes chechenos, con el objeto de introducir cambios anti democráticos y centralistas los que volverán más autoritaria a Rusia. ¡Demasiado para la democracia en ciernes allí!
Ante las críticas internacionales, Putin está buscando apoyo para sus acciones. Aparentemente, frente a los ataques por parte del senador John Kerry, el Presidente George W. Bush criticó a Putin, pero The Financial Times (16 de septiembre) citó al Profesor Peter Reddaway de la George Washington University, quien afirmó que “la política interna de los EE.UU. estaba jugando un importante rol en los comentarios del Sr. Bush” y que “quedaba por ver si los EE.UU. traducirán la retórica en un accionar más duro.” The New York Times también llamó la atención a la por otra parte “precavida crítica” del Sr. Bush de las acciones de Putin.
En The Weekly Standard (8 de septiembre), el neoconservador William Kristol ya había sostenido que “debemos asumir una causa común” con los rusos, mientras que Martin Wolf replicó (Financial Times, 21 de septiembre) que “si abrazamos a Putin, lo haremos por nuestra cuenta y riesgo.”
Como se informara en The Observer (19 de septiembre), los británicos anunciaron un recorte para octubre de un tercio de sus 5.000 efectivos en Irak. Anunciado como el segundo mayor contingente en la “Coalición de los Dispuestos” después de las fuerzas estadounidenses, esto ha sido ampliamente falso. Los mercenarios privados estadounidenses, actualmente cerca de 30.000, y con más que están siendo entrenados a diario por Halliburton, constituyen la segunda fuerza más grande de la Coalición en Irak.
Todo esto ocurre mientras los militares estadounidenses admiten que numerosas ciudades se encuentran bajo el control de los insurgentes, pero prometen retomarlas antes de las elecciones “democráticas” establecidas para enero. Dadas los crecientes faltantes de poder de fuego de las fuerzas regulares de los EE.UU., ¿cómo se logrará esto?
Así como en la mayor parte de 2002 la administración Bush calmadamente se preparaba para la guerra, mientras sostenía estar buscando que la diplomacia internacional resolviese sus problemas con Saddam Hussein, la misma clase de planificación secreta puede estar en curso con el propósito de asegurar la ayuda rusa en Irak.
Retrotrayéndonos al 16 de julio, el website de la inteligencia estadounidense www.Stratfor.com irrumpió con la noticia de una largamente rumoreada negociación para que los rusos desplieguen 40.000 efectivos en Irak antes de que finalice este año, a tiempo para los comicios de enero de 2005.
Esto fue negado por el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso el 20 de julio, tal como se destacara en The Asian Times (27 de julio), pero ese mismo día, Izvestia, el periódico ruso pro gubernamental, aprobaba la idea de “encargados de la paz rusos en el cinturón sunnita en Irak,” concluyendo que, dadas las buenas relaciones rusas allí, “el liderazgo ruso debería considerar muy cuidadosamente a esta alternativa.”
La creciente crisis en Chechenia, y la situación que se deteriora en Irak, sugieren que tanto los Estados Unidos como los rusos se encuentran aún considerando dicho acuerdo. Para Bush, la ventaja de la ayuda rusa resulta obvia. Aún cuando las encuestas parecieran evidenciar un creciente apoyo a favor del Presidente, las mismas no se traducen en una estabilidad en Irak antes de las elecciones aquí o allá.
Mientras crecen las tácticas estadounidenses de emplear la violencia contra los civiles en Irak, incitada por los consejeros israelíes de los EE.UU. (Associated Press, 13 de diciembre de 2003), utilizando helicópteros y topadoras en ataques sostenidos contra vecindarios urbanos, los rusos han largamente evidenciado pocos escrúpulos para matar civiles en gran escala.
¿Qué hay en todo esto para los rusos, más allá de justificar sus acciones en Chechenia?
Como lo señalara el comentarista “Spengler” en The Asian Times (3 de agosto) la estrategia estadounidense en Asia Central ha probado ser “totalmente equivocada.” Personalidades influyentes tales como Paul Wolfowitz imaginaron que reemplazar a un régimen secular en Irak con otro protegería a Israel y llevaría estabilidad a la región. En su lugar, estas acciones han ayudado al fundamentalismo islámico así como también a Al Qaeda, y han desestabilizado a toda la región desde Egipto hasta Pakistán.
Irónicamente, Turquía, el alguna vez sólido régimen secular en el área, se ha convertido otra vez en el “enfermo”, a medida que las fuerzas fundamentalistas aumentan allí. Dados los yacimientos petroleros de Rusia en el Mar Negro y el petróleo a través de Asia Central, la cooperación con los Estados Unidos sobre los oleoductos ofrece un camino para los dos imperios, Rusia y los Estados Unidos, a efectos de contrarrestar el auge del fundamentalismo islámico allí.
A medida que los imperios evolucionan, tienden a adoptar tácticas similares a efectos de sobrevivir. El defensor del imperio y profesor de Harvard, Samuel P. Huntington, se equivocó en los años ’60 cuando sostuvo que mientras las fuerzas de los EE.UU. tenían inconvenientes con las guerrillas rurales en Vietnam, las mismas podían manejar fácilmente una insurgencia urbana—¡Irak ha demostrado que eso no tenía sentido! Estuvo también esencialmente equivocado en los años ’90 con la noción de “un choque de civilizaciones”, el cual, como Arnold Toynbee lo sostenía en los ’40, toma en cambio enormemente cosas prestadas de cada una, así como se equivoca también Huntington más recientemente respecto de los estadounidenses de origen hispano.
Ya sea que los rusos “vengan” en nuestra ayuda en Irak este año o no, y hay una buena probabilidad de que lo hagan, tal vez sea más exacto afirmar que los Estados Unidos están “llegando” a parecerse a Rusia así como nuestras instituciones han evolucionado desde aquellas de la república libre hasta aquellas del extendido estatismo del imperio.
Esto ha venido aconteciendo desde ya hace un siglo, y no pareciera que vaya a ser detenido abruptamente, no ciertamente a través de las acciones de Bush o de Kerry. Los Estados Unidos parecerían estar, en consecuencia, demasiado deseosos de construir alianzas con otros imperios, y de adoptar culturalmente más y más a los aspectos horrendos del mando imperial.
Traducido por Gabriel Gasave
¡Están llegando los rusos! ¡Están llegando los rusos!¿A Irak?
Tanto el imperio estadounidense como el ruso enfrentan un problema similar—cómo reprimir a las insurgencias violentas que no vacilan en asesinar civiles en ataques que rivalizan con aquellos lanzados por las propias fuerzas imperiales.
En el caso de los rusos, el Presidente Vladimir Putin ha utilizad los horrendos ataques contra una escuela en Beslan por parte de rebeldes chechenos, con el objeto de introducir cambios anti democráticos y centralistas los que volverán más autoritaria a Rusia. ¡Demasiado para la democracia en ciernes allí!
Ante las críticas internacionales, Putin está buscando apoyo para sus acciones. Aparentemente, frente a los ataques por parte del senador John Kerry, el Presidente George W. Bush criticó a Putin, pero The Financial Times (16 de septiembre) citó al Profesor Peter Reddaway de la George Washington University, quien afirmó que “la política interna de los EE.UU. estaba jugando un importante rol en los comentarios del Sr. Bush” y que “quedaba por ver si los EE.UU. traducirán la retórica en un accionar más duro.” The New York Times también llamó la atención a la por otra parte “precavida crítica” del Sr. Bush de las acciones de Putin.
En The Weekly Standard (8 de septiembre), el neoconservador William Kristol ya había sostenido que “debemos asumir una causa común” con los rusos, mientras que Martin Wolf replicó (Financial Times, 21 de septiembre) que “si abrazamos a Putin, lo haremos por nuestra cuenta y riesgo.”
Como se informara en The Observer (19 de septiembre), los británicos anunciaron un recorte para octubre de un tercio de sus 5.000 efectivos en Irak. Anunciado como el segundo mayor contingente en la “Coalición de los Dispuestos” después de las fuerzas estadounidenses, esto ha sido ampliamente falso. Los mercenarios privados estadounidenses, actualmente cerca de 30.000, y con más que están siendo entrenados a diario por Halliburton, constituyen la segunda fuerza más grande de la Coalición en Irak.
Todo esto ocurre mientras los militares estadounidenses admiten que numerosas ciudades se encuentran bajo el control de los insurgentes, pero prometen retomarlas antes de las elecciones “democráticas” establecidas para enero. Dadas los crecientes faltantes de poder de fuego de las fuerzas regulares de los EE.UU., ¿cómo se logrará esto?
Así como en la mayor parte de 2002 la administración Bush calmadamente se preparaba para la guerra, mientras sostenía estar buscando que la diplomacia internacional resolviese sus problemas con Saddam Hussein, la misma clase de planificación secreta puede estar en curso con el propósito de asegurar la ayuda rusa en Irak.
Retrotrayéndonos al 16 de julio, el website de la inteligencia estadounidense www.Stratfor.com irrumpió con la noticia de una largamente rumoreada negociación para que los rusos desplieguen 40.000 efectivos en Irak antes de que finalice este año, a tiempo para los comicios de enero de 2005.
Esto fue negado por el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso el 20 de julio, tal como se destacara en The Asian Times (27 de julio), pero ese mismo día, Izvestia, el periódico ruso pro gubernamental, aprobaba la idea de “encargados de la paz rusos en el cinturón sunnita en Irak,” concluyendo que, dadas las buenas relaciones rusas allí, “el liderazgo ruso debería considerar muy cuidadosamente a esta alternativa.”
La creciente crisis en Chechenia, y la situación que se deteriora en Irak, sugieren que tanto los Estados Unidos como los rusos se encuentran aún considerando dicho acuerdo. Para Bush, la ventaja de la ayuda rusa resulta obvia. Aún cuando las encuestas parecieran evidenciar un creciente apoyo a favor del Presidente, las mismas no se traducen en una estabilidad en Irak antes de las elecciones aquí o allá.
Mientras crecen las tácticas estadounidenses de emplear la violencia contra los civiles en Irak, incitada por los consejeros israelíes de los EE.UU. (Associated Press, 13 de diciembre de 2003), utilizando helicópteros y topadoras en ataques sostenidos contra vecindarios urbanos, los rusos han largamente evidenciado pocos escrúpulos para matar civiles en gran escala.
¿Qué hay en todo esto para los rusos, más allá de justificar sus acciones en Chechenia?
Como lo señalara el comentarista “Spengler” en The Asian Times (3 de agosto) la estrategia estadounidense en Asia Central ha probado ser “totalmente equivocada.” Personalidades influyentes tales como Paul Wolfowitz imaginaron que reemplazar a un régimen secular en Irak con otro protegería a Israel y llevaría estabilidad a la región. En su lugar, estas acciones han ayudado al fundamentalismo islámico así como también a Al Qaeda, y han desestabilizado a toda la región desde Egipto hasta Pakistán.
Irónicamente, Turquía, el alguna vez sólido régimen secular en el área, se ha convertido otra vez en el “enfermo”, a medida que las fuerzas fundamentalistas aumentan allí. Dados los yacimientos petroleros de Rusia en el Mar Negro y el petróleo a través de Asia Central, la cooperación con los Estados Unidos sobre los oleoductos ofrece un camino para los dos imperios, Rusia y los Estados Unidos, a efectos de contrarrestar el auge del fundamentalismo islámico allí.
A medida que los imperios evolucionan, tienden a adoptar tácticas similares a efectos de sobrevivir. El defensor del imperio y profesor de Harvard, Samuel P. Huntington, se equivocó en los años ’60 cuando sostuvo que mientras las fuerzas de los EE.UU. tenían inconvenientes con las guerrillas rurales en Vietnam, las mismas podían manejar fácilmente una insurgencia urbana—¡Irak ha demostrado que eso no tenía sentido! Estuvo también esencialmente equivocado en los años ’90 con la noción de “un choque de civilizaciones”, el cual, como Arnold Toynbee lo sostenía en los ’40, toma en cambio enormemente cosas prestadas de cada una, así como se equivoca también Huntington más recientemente respecto de los estadounidenses de origen hispano.
Ya sea que los rusos “vengan” en nuestra ayuda en Irak este año o no, y hay una buena probabilidad de que lo hagan, tal vez sea más exacto afirmar que los Estados Unidos están “llegando” a parecerse a Rusia así como nuestras instituciones han evolucionado desde aquellas de la república libre hasta aquellas del extendido estatismo del imperio.
Esto ha venido aconteciendo desde ya hace un siglo, y no pareciera que vaya a ser detenido abruptamente, no ciertamente a través de las acciones de Bush o de Kerry. Los Estados Unidos parecerían estar, en consecuencia, demasiado deseosos de construir alianzas con otros imperios, y de adoptar culturalmente más y más a los aspectos horrendos del mando imperial.
Traducido por Gabriel Gasave
Defensa y política exteriorIrak
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