Perú y la sombra del pasado
Por Robert Plummer
BBC Mundo
El primer periodo de Alan García como presidente de Perú, de 1985 a 1990, es ahora usado por ardientes defensores del libre mercado como ejemplo de guía sobre cómo arruinar la economía de un país.
Aunque se proclama a sí mismo como un hombre que ha cambiado desde aquellos días, los votantes que lo vieron como el candidato menos malo esperarán que su retorno al poder no sea igual de desastroso.
Durante los primeros cinco años de García en el poder, los precios se elevaron más de 2.000.000% debido a que su gobierno imprimió dinero para mantener altos niveles de gasto público.
Los estragos de la inflación crónica impactaron en la moneda, el inti, la cual fue subsecuentemente reemplazada por una nueva unidad, el sol, con una tarifa de cambio de un millón de intis por un sol.
En el mismo periodo, el número de peruanos viviendo en pobreza se elevó 5 millones, pasando de ser el 41,6% a ser 55% de la población.
El producto interno bruto de Perú se redujo en 20%.
Gasto excesivo
Durante esta crisis, García mantuvo una actitud de caballero hacia las leyes de la economía, asumiendo la posición de que a las fuerzas del mercado no se les debería dejar interferir con la justicia social.
“Las leyes de gravedad no significan que la humanidad deba desistirse de volar”, fue como resumió su postura.
Incluso al final de su gestión, cuando el índice de aprobación entre los peruanos cayó a 5%, García defendía aún la idea de que un gobierno puede gastar más allá de sus recursos a nombre de ayudar a los menos afortunados.
“Otros gobiernos, otras ideologías y otros sectores sociales han postulado que si el ingreso del gobierno es 100, sólo puede gastar 100”, dijo a principios de los 90s.
“Nosotros decimos que si el gobierno recibe 100, éste puede gastar 110, 115, porque esos 15 extra proveerán de crédito a los campesinos”.
La primera gran equivocación de García vino cuando estableció unilateralmente un límite a los pagos de la deuda externa, declarando que Perú pagaría no más del 10% del dinero que recibiera por exportaciones.
Aunque esto cayó bien entre los votantes, enajenó al Fondo Monetario Internacional y garantizó que nadie le prestara a Perú más dinero.
Sin embargo, el gasto social continuó incólume, vaciando las arcas gubernamentales. Cuando García dejó la Presidencia, las reservas de Perú eran menos US$900 millones.
Círculo completo
Las consecuencias no fueron sólo financieras. El grupo armado maoísta del movimiento Sendero Luminoso sacó ventaja de la inestabilidad resultante, escalando su campaña brutal de violencia y planteando una amenaza seria a la democracia.
El contraataque militar y económico de Perú fue liderado por el sucesor de García, Alberto Fujimori. Pero las tendencias autoritarias de Fujimori crearon un cuadro completamente nuevo de problemas para Perú, llevando a su renuncia en desgracia entre escándalos políticos y financieros.
Con el sucesor de Fujimori, Alejandro Toledo, ahora por abrirle paso al retorno de García, Perú ha cerrado el círculo.
¿Cómo se ha comportado la economía durante este tiempo? Al final del primer gobierno de García, el ingreso per cápita había caído a US$720, más bajo que en 1960.
Desde entonces, se ha más que triplicado, alcanzando US$2.360 el último año.
El crecimiento bajó en 2001, pero desde entonces el promedio ha sido de 4 a 5% anual.
Perú volvió también a tener buena relación con el FMI, el cual le ha prestado dinero para apoyar las reformas económicas basadas en el mercado.
Sin embargo, Perú tiene aún una de las peores distribuciones de ingreso en América Latina y los niveles de pobreza se han mantenido tercamente altos, en cerca del 52%.
Como consecuencia, la mayoría de la población ha visto poco o ningún beneficio de la recién recobrada estabilidad macroeconómica de Perú.
Extraña poco, entonces, que la candidata presidencial más ligada a los empresarios, Lourdes Flores, fuera eliminada en la primera vuelta, dejando a los votantes con la alternativa entre un antiguo presidente fallido y un discípulo del Presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Ahora, Alan García tiene una oportunidad única de desarrollar los logros de años recientes, y hacer retroceder el gran incremento en pobreza que tuvo lugar ante sus ojos.
Pero si desperdicia la oportunidad, se arriesga a pasar a la historia como un fracasado por partida doble.
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