‘El Grandote’, un peso pesado en las calles y las elecciones de México
Por John Lyons
The Wall Street Journal
CIUDAD DE MÉXICO — En la política del Distrito Federal mexicano, donde todo vale, el peso pesado es El Grandote.
Apodado así por la policía mexicana que en una ocasión lo acusó de asesinar a un juez, Alejandro López Villanueva encabeza una organización de 34.000 familias que le deben sus casas —y muchas veces sus trabajos— y que se han convertido en sus soldados políticos.
López Villanueva, un hombre de 40 años de cabello ensortijado hasta los hombros, puede desplegar en dos horas a 10.000 manifestantes para que bloqueen intersecciones, lo que hace para obtener beneficios para sus seguidores.
Ahora, El Grandote ha puesto a sus tropas a disposición del candidato presidencial izquierdista Andrés Manual López Obrador, quien lleva una ligera ventaja en la mayoría de las encuestas de cara a las elecciones presidenciales de este domingo.
Líderes callejeros como López Villanueva han caracterizado a la política mexicana desde hace tiempo, pero se esperaba que su influencia se redujera a medida que la democracia del país maduraba. Sin embargo, su poder se ha extendido porque pueden conseguir empleo y vivienda a miles de familias desesperadas.
López Villanueva dice que el domingo despachará a unos 10.000 observadores del PRD, entrenados por el Instituto Federal Electoral a seguir las elecciones en Ciudad de México.
A lo largo de su carrera política, López Obrador ha utilizado las manifestaciones masivas para obtener lo que desea. Sus detractores dicen que usará a gente como López Villanueva para alcanzar sus objetivos, si gana la presidencia, y recurrirá a ellos para paralizar las ciudades, si pierde. López Obrador niega las acusaciones.
“Nuestra esperanza es que el de López Obrador será un gobierno de transición hacia un Estado que se preocupe de las necesidades de la clase obrera”, dice López Villanueva, quien dice que el marxismo es una de sus fuentes de inspiración. “El involucramiento de nuestro movimiento será clave para asegurarnos de que cumpla sus promesas de ayudar a los pobres”. López Villanueva asegura que no tiene planes de cuestionar los resultados de la elección.
López Villanueva cobró prominencia como un estudiante radical a finales de los años 80. Él y otros alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México invitaron a cientos de familias que habían sido desalojadas de sus hogares en una ladera designada como reserva natural, a acampar en los salones y pasillos de la universidad. El campus fue cerrado gracias a una huelga estudiantil organizada por López Villanueva.
Luego, llevó a las familias a un terreno baldío donde empezaron a construir chozas. Al final, marchas y calles bloqueadas obligaron a las autoridades a entregarles títulos de propiedad a las familias y préstamos de bajo costo y donaciones para construir viviendas apropiadas. Hoy en día, El Molino es una comunidad con cuadras de apartamentos dedicados a Carlos Marx, Federico Engels y otras luminarias comunistas. Con el transcurso de los años, López Villanueva ha confiscado decenas de terrenos sin uso y edificios abandonados. Sus seguidores pagan cuotas a la organización Francisco Villa, las cuales sirven de pago inicial para futuros apartamentos.
Las tácticas de López Villanueva han producido enfrentamientos prolongados con las autoridades. En 2000, fiscales lo acusaron de dispararle a un juez en conexión con protestas violentas para tomar control de las líneas de buses de la capital. López Villanueva niega las acusaciones que, dice, fueron inventadas por rivales celosos.
Los cargos fueron anulados por falta de evidencia, pero no antes de que López Villanueva pasara cinco meses en la cárcel y se ganara para siempre el apodo de El Grandote, un sobrenombre que detesta pero que es sustentado por su gran estatura y musculosos antebrazos.
Sus pleitos con la ley no ahuyentaron al Partido de la Revolución Democrática, o PRD, de López Obrador, quien buscaba la alcaldía de Ciudad de México. A cambio de votos, contribuciones a la campaña y manifestantes dispuestos a abarrotar sus convocatorias públicas, el partido acordó permitirle a López Villanueva y otros jefes callejeros operar al filo de la ley en lugares gobernados por el PRD. Los seguidores de El Grandote fueron importantes en la victoria de López Obrador por la alcaldía capitalina en 2000. El año pasado, cuando el partido gobernante lanzó una campaña para descalificar a López Obrador de las elecciones presidenciales, López Villanueva envió a miles de seguidores a las calles, paralizando arterias clave y ayudando a repeler el ataque.
El Grandote dice que sus responsabilidades han crecido tanto que la carga le pesa. Ahora sueña con cambiar el “caos” de la capital por una vida más tranquila en el campo.
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