Advertencias contra la tiranía
Por Francisco Miró Quesada Rada
El Comercio
“La peor de las democracias es mejor que la mejor de las dictaduras”, nos decía en sus clases y también fuera de ellas Rafael Vásquez de Velazco, destacado catedrático sanmarquino. Esta frase siempre se me quedó grabada, además me gusta y mucho por su contenido ético, porque la democracia garantiza lo más preciado que tiene el ser humano: su libertad, además busca la justicia dentro de la libertad. No puede haber justicia en donde hay esclavitud, abuso del poder, torturas, crímenes, genocidios, exclusiones y marginaciones.
Un día como hoy nació Jesús, fueron la Virgen María y San José que huyeron con el Niño Dios, porque un tirano despreciable como Herodes decidió matar a los niños que nacieron a partir del 25 de diciembre, pues le dijeron que entre ellos había nacido un rey que lo destronaría. Desde luego que lo destronó, pero por su mensaje de amor y de paz entre los seres humanos
Por principio, los cristianos no podemos apoyar a los dictadores. Cristo nació cuando en Roma gobernaba Augusto, se llamaba Octavio el querido hijo adoptivo de César, que destruyó la República y quiso construir sobre sus ruinas el Imperio. Un imperio que fue la expresión universal de la dictadura dominante. Ese imperio, finalmente, cayó a pesar de su gran poder y expansión porque se sustentó en la violencia y en la dominación de los pueblos; en cambio, la palabra de Jesús, que nos llamó a todos hermanos, prevaleció.
Unos 50 años antes del nacimiento del redentor escribía Cicerón en su obra “De República”, que la peor forma de gobierno es la tiranía, e incluso en un caso extremo justificó el tiranicidio.
Santo Tomás fue, durante la Edad Media, el primero en justificar la rebelión contra el tirano, afirmaba que el dictador era un castigo de Dios contra los pueblos que pecaban, pero cuando este tirano ejercía su poder ferozmente, el pueblo tenía el derecho de rebelarse ante tantas humillaciones y desgracias.
Durante la reforma, el protestante hugonote Hubert Languet, bajo el seudónimo de Junius Brutus, escribió “Vindicación contra tiranos”, donde proponía que el pueblo puede vengarse de los tiranos por el daño ocasionado. William Shakespeare, en su tragedia “César”, justificó su muerte en manos de Cayo, Bruto y Casca porque cometieron el asesinato en nombre de los principios republicanos. John Locke, filósofo inglés, desarrolla la primera teoría moderna de la insurgencia contra la tiranía, por violar la ley y atentar contra la voluntad popular.
Sin embargo, a pesar de muchos hechos de sangre motivados por las dictaduras y de las sabias advertencias de los escritores que se han preocupado por condenar los asesinatos de los tiranos, todavía hay personas que creen y justifican regímenes basados en el terror.
Las razones son muchas, pero una de ellas es que esas personas juzgan la política por los hechos y no por los valores.
Todo dictador hace obras, pero las hace matando, suprimiendo la libertad y persiguiendo a quienes se le oponen. Ellos traen la guerra, como lo hizo Hitler, ellos traen la muerte, porque en esencia desprecian la vida del prójimo, no aman, sino odian.
Por eso, el progreso de los pueblos tiene que lograrse en libertad total, respetando la vida que es lo más grande que Dios nos ha dado. En esta Navidad reflexionemos también sobre lo que significa apoyar a un tirano, para no caer en lo que la Iglesia llama pecado social.
El autor es politólogo
- 23 de junio, 2013
- 19 de diciembre, 2025
- 19 de diciembre, 2025
- 18 de diciembre, 2025
Artículo de blog relacionados
- 6 de junio, 2011
El Universal Tuve el placer de vivir dos años en Japón, quizás el...
8 de marzo, 20102001 Sinceramente creo que todos, tanto los de izquierda como los de derecha,...
26 de diciembre, 2009- 24 de septiembre, 2007












