Narnia
Por Estuardo Zapeta
Siglo XXI
Tenía no más de una docena de años. Era Chimaltenango. Y lloré cuando leí el primero de los siete libros de C. S. Lewis. Las hijas de unos maravillosos misioneros norteamericanos del Instituto Bíblico Guatemalteco (IBG), en Chimaltenango (los Jhonson) me habían prestado esa maravillosa historia de El León, La Bruja, y el Ropero. Tiempo después leí los otros seis libros, y jamás han dejado de fascinarme durante las relecturas.
Hoy que se estrena en cines El Príncipe Caspián, segundo de la serie si seguimos fechas de publicación en tiempo terrícola (la cronología narniana es diferente; de hecho, Caspián se desarrolla unos 1,300 años después de que los cuatro hermanos Pevensie habían retornado a Inglaterra a través del ropero); me alegra mucho saber que la tradición de Narnia y el León Aslan sigue viva . . . y coleando.
La metáfora del protagonista, el León Aslan como figura de Jesús, El Mesías, ha navegado el mundo en medio centenar de idiomas, y varias centenas de millones vendidos como el libro infantil más exitoso.
En mi recién empezado programa de radio para niños (Contravía Kids, 100.9 FM, miércoles desde las seis de la mañana) decidí contar las historias de Narnia. A mis más de cuatro décadas de edad, contar historias es un retorno a la infancia, a la pasión del León que da su vida para salvar al reino que estaba condenado por la usurpadora y esclavizante Bruja Blanca, y a los campos de Batalla de Caspián, o al barco en esa
Travesía del Viajero del Alba.
Pero es, sobre todo, una metáfora de la lucha eterna por la Libertad, la cual ha sido coartada por una bruja que utiliza su poder absoluto y a sus secretos cuerpos de seguridad para oprimir a los habitantes de reino que ha condenado.
(“El dueño de esta morada, Fauno Tumnus, está bajo arresto y espera ser juzgado por el cargo de Alta Traición contra su Majestad Imperial Jadis, Reina de Narnia, Señora de Cair Paravel, Emperadora de las Islas Solitarias, etc. También se le acusa de prestar auxilio a los enemigos de su Majestad, de encubrir espías y de hacer amistad con Humanos. Firmado: Fenris Ulf, Capitán de la Policía Secreta, ¡Viva la Reina!”)
Desde muchas perspectivas, las lecciones de Narnia, el reino paralelo, milenario, semejante, pero diferente, van más allá de lo puramente infantil del cuento. He ahí la grandeza de la obra de Lewis.
Por eso, a las madres y padres, un consejo: lean a sus hijos, entre más pequeños, mejor. Que sea su voz, y no la de un extraño, la que se quede en la estructura mental de sus niños. Háganlo con cuentos entretenidos, incentiven la imaginación de sus hijos, y emociónense con ellos, y también lloren.
No importa si sólo es media página la que leen juntos, no, en verdad, no importa. Lo importante es hacerlo, empezar, y darle continuidad. Usted dirá que hace mucha tarea de los niños, y que termina cansado. Cierto. Pero eso lo hace por deber, mientras que leer con y para su o sus hijos lo hará por placer.
No será fácil al inicio, pero las bendiciones que su o sus hijos recibirán serán grandes, y las que usted recibirá, pues, serán mayores. Leer es una aventura. Hacerlo con sus hijos es un gozo. Y empezar con los libros de Narnia es mi consejo.
El siguiente libro de la serie será Travesía del Viajero del Alba.
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