Crecimiento económico es impredecible
La crisis financiera internacional ha brindado la oportunidad de renovar el artificio seductor de la predicción sobre crecimiento de la economía del mundo, o de una región del mundo, o de una nación. Y expertos en economía compiten por brindar la más precisa predicción, con cifras porcentuales ansiosas de intimidantes aproximaciones decimales; por ejemplo, 3.1%. Algunos de esos expertos quieren exhibir su pudor predictivo; y entonces corrigen sus cifras, no en el orden tosco de los números enteros sino en el orden finísimo de las fracciones decimales; por ejemplo, no 3.1% sino 3.2%.
Las predicciones de esos expertos son tan inconfiables como las predicciones de los astrólogos. Empero, hay una diferencia: los expertos pretenden, con absurda arrogancia, que sus predicciones sean muy precisas; y los astrólogos pretenden, con sospechosa humildad, que sus predicciones sean muy imprecisas. Los expertos pretenden la suma precisión porque sus predicciones jamás podrán ser confirmadas; y los astrólogos pretenden la suma imprecisión, porque cualquier suceso debe ser interpretado de modo tal que confirme la predicción.
Las predicciones de los expertos en economía son inconfiables, no porque ellos carezcan de conocimiento suficiente para consumar esas predicciones sino porque es imposible que la economía pueda suministrar ese conocimiento. Es decir, es imposible conocer las decisiones de cada ser humano sobre consumo, ahorro e inversión, o sobre producción, intercambio y consumo, en cada instante de la vida. También las predicciones de los astrólogos son inconfiables, no porque ellos carezcan de conocimiento suficiente para consumar esas predicciones sino porque es imposible que los astros puedan suministrar ese conocimiento.
Los expertos economistas que pretenden predecir, con arrogante precisión, el crecimiento de la economía, cometen un error descomunal, que consiste en suponer que el ser humano necesariamente actuará de determinada manera; pero no de otra. Es decir, suponen un determinismo económico. Se excluye, entonces, con implícito e ilícito mecanicismo, que el ser humano, en cada instante de su vida, pueda cambiar sus decisiones económicas en función, por ejemplo, de cambio de finalidades y medios para lograrlas; o de valoración de costos y beneficios; o de expectación sobre presente y futuro.
No es posible predecir, con arrogante precisión, el crecimiento económico del mundo, o de una región del mundo, o de una nación, aunque es posible predecir, con tolerables grados de verosimilitud, grandes tendencias de la economía. Empero, para predecirlas no es necesario ser un experto en economía, poseedor de una esotérica sabiduría. Cualquier ser humano puede predecirlas. ¿Quién no podría predecir, por ejemplo, que durante el resto del presente año, la economía mundial crecerá menos que en años anteriores? Evidentemente, podemos creer en las predicciones de los expertos economistas. También podemos creer en las predicciones de los astrólogos.
Post scriptum. La predicción precisa de tasas de crecimiento económico es charlatanería profética disimulada con cifras.
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