Propósitos económicos para un Ecuador libre y próspero
Ahora que nos acercamos al tradicional momento de establecer los propósitos para el nuevo año —y así como, en lo personal, estos suelen expresar un deseo postergado, un objetivo noble o incluso un sueño por cumplir—, en materia económica el gobierno ecuatoriano también debería trazarse metas que encaminen a nuestro país hacia un destino de libertad y prosperidad.
En materia financiera, el primer propósito debería ser abrir el Ecuador al mundo. En términos simples: más banca significa más financiamiento para familias y empresas, y con ello, una mayor actividad económica. Esta es una relación tan evidente que no requiere sofisticación técnica para comprenderla.
En materia comercial, debemos perseverar en el camino de integrar nuestra economía al resto del mundo. A mayor integración comercial, mayor crecimiento, y con ello, una respuesta más efectiva a los problemas más graves del país: el desempleo y la pobreza.
En materia fiscal, menos Estado para que exista más mercado. El Estado drena, parasita, exige y devora los escasos recursos de las familias ecuatorianas, utilizando criterios “políticos” para la asignación de fondos y partidas… ¿Qué te diré? Por ello, no basta con ordenar las finanzas públicas mediante una reducción decidida del gasto: es necesario también redefinir los límites del Estado, que no debe estar en todo. A más Estado, más corrupción, pues se multiplican las oportunidades de “tomar algo” de un sistema con escasa o nula transparencia y fiscalización.
En materia laboral, el propósito debe ser claro: permitir que las personas establezcan sus propios acuerdos. Toda alternativa distinta responde a una antiquísima tara ideológica que considera a los individuos incapaces de negociar libremente, y a una peligrosa infección incubada por el virus del marxismo. Si queremos más empleo, necesitamos más libertad.
Para finalizar, en materia de pensiones, nuestro IESS está al borde de la implosión, arrastrando consigo “el ahorro de los ecuatorianos”. Necesitamos un sistema en el que cada ciudadano pueda ahorrar donde prefiera, similar al modelo chileno. ¿Tendremos que esperar a que ocurra con el IESS lo mismo que ocurrió con el sistema eléctrico hace unos años? ¿O seremos capaces de anticipar el apagón previsional que se avecina
Mis queridos lectores, ahí los propósitos, y para ustedes una muy feliz navidad.
Seguimos conversando.
El autor es economista, PhD (c) en Ciencias Sociales y Jurídicas por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, España y máster en Economía de la Escuela Austriaca. Es liberal, vive en Guayaquil y es director ejecutivo del Instituto Ecuatoriano de Economía Política (IEEP).
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