Los europeos están empezando a resentir la creciente tendencia del presidente Obama a predicarles acerca de la deuda soberana y empujarlos hacia una nuevo gran “plan de rescate” para resolver su descalabro financiero. Apenas el otro día, por ejemplo, en una conferencia de prensa para impulsar su proyecto de ley de empleos, el presidente instó a los líderes europeos a lograr un “plan muy claro y concreto” antes de la próxima reunión de finanzas del G20 que tendrá lugar el 3 y 4 de noviembre en Cannes.

Los europeos se están preguntando: “¿Qué lecciones podemos aprender del país que desencadenó esta crisis de tres años y cuyo déficit presupuestario y niveles de endeudamiento están a la par de los nuestros?”

El presidente Obama lo sabe bien. Pero el problema de Europa se ha convertido en su problema. Y podría costarle su reelección.

El escenario de pesadilla que preocupa a la Casa Blanca es algo como esto:

Primero, los esfuerzos para apuntalar el colapso de la economía griega. El default de Grecia ya no es posible, sino probable. Los bancos europeos que poseen bonos tóxicos del gobierno griego hasta ahora han acordado tan sólo una quita del 21 por ciento. Si Atenas se declara en default, los bonos griegos–así como los “papeles” de otros gobiernos sobre endeudados, como Portugal–valdrán prácticamente nada.

Como en los días de Lehman Brothers, eso incitará a los bancos a dejar de prestarse entre sí. Los fondos del mercado monetario estadounidenses que proporcionan crédito a corto plazo a los bancos europeos sufrirán importantes pérdidas (alrededor de un tercio de sus préstamos bancarios se encuentran en Europa.) Y las operaciones de las grandes empresas de los EE.UU. que tienen bonos europeos, o dependen de créditos a corto plazo, se frenarán de golpe.

Eso traerá aparejada la fase dos de la nueva crisis: La lenta economía de los EE.UU. se desvanecerá nuevamente, iniciando otra recesión total.

La Casa Blanca decidirá entonces que los Estados Unidos tienen que rescatar a Europa ¡a fin de rescatarse a sí mismos!

Los estadounidenses ya están disgustados con la cantidad de dinero gastada para rescatar a sus propias instituciones. Se encolerizarán al tener que subsidiar a otro continente. Y las posibilidades de reelección del presidente Obama irán de mal en peor.

Esta es la razón por la cual la Casa Blanca y el Secretario del Tesoro, Timothy Geithner han estado urgiendo a los europeos a llegar a un nuevo plan de rescate.

Debido a que los bancos europeos están umbilicalmente atados al dólar estadounidense, el presidente Obama sabe que el verdadero fondo de rescate no es el que los europeos se encuentran actualmente debatiendo, sino el que se vería obligado a pergeñar si los europeos ricos–piense en Alemania– se abstienen de gastar cantidades colosales de dinero para salvar a sus socios más pobres y a sus propios bancos.

Desafortunadamente, Obama está recomendando la medicina equivocada (otro plan de rescate europeo) por las razones correctas (para que los contribuyentes estadounidenses no se vean obligados a pagar la cuenta.)

Pero hemos estado allí antes. Los Estados Unidos ya han ayudado a rescatar a Europa. Como Bloomberg News descubrió a través de una solicitud de información amparada en la Ley de Libertad de Información, la mitad del dinero que la Reserva Federal otorgó a los bancos que estaban en problemas en 2008 y 2009 fue a parar discretamente a las instituciones europeas.

Según algunas estimaciones, si Grecia se declara en default y el sistema bancario europeo se paraliza, unos 3,5 billones de dólares (trillones en inglés) serán necesarios para recapitalizar a los bancos con problemas. ¿Alguien piensa seriamente que los europeos por sí solos pagarán esa factura cuando llegue el día del ajuste de cuentas?

El presidente Obama puede tratar de evitar tener que rescatar a los europeos a fin de proteger sus posibilidades de reelección por un tiempo, pero el precedente nos dice que Washington–y los contribuyentes estadounidenses–eventualmente pagarán de una u otra forma.

Los planes de rescate han fracasado estos últimos tres años. La Reserva Federal ha triplicado su balance y billones de dólares se han gastado en los esfuerzos de estímulo de Washington—todo en vano.

Los europeos sólo recientemente han comenzado a hacer frente a sus déficits, pero incluso mientras intentan una medida de restricción fiscal el Banco Central Europeo está ocupado adquiriendo bonos soberanos tóxicos italianos y españoles, después de comprar los bonos griegos, irlandeses y portugueses. Y los europeos también han gastado miles de millones (billones en inglés) en “estímulo”.

No tengo idea si Obama persuadirá a los europeos de involucrarse en la madre de todos los planes de rescate.

Si no lo hace, será interesante ver si puede evitar ser él mismo arrastrado a un rescate europeo antes de noviembre de 2012.

Algo es seguro: Su solución para Europa es probable que cree más problemas que los que resuelva.

Traducido por Gabriel Gasave


Alvaro Vargas Llosa es Asociado Senior en el Independent Institute.