Más difícil unir a la derecha que derrotar a la izquierda
La campaña para la segunda vuelta va a terminar demostrando que, en Chile, es más difícil derrotar a la izquierda que unir a la derecha. Aunque la derecha consiguió el domingo su victoria más clara en una elección presidencial desde que se instauró el sufrago universal en Chile, la incomprensible decisión del sector de presentarse a la contienda con cuatro candidaturas competitivas terminó por diluir lo que pudo haber sido un hito inolvidable en la historia política nacional.
Los resultados de las elecciones presidenciales del domingo 16 de noviembre dieron resultados bastante diferentes en la contienda presidencial y la elección legislativa. En la elección presidencial, más de un 70% optó por candidaturas que defienden el modelo de libre mercado que ha tenido el país desde la dictadura militar. Los chilenos dejaron meridianamente claro que quieren que el modelo funcione mejor, pero no quieren otro modelo económico. Desde Johannes Kaiser hasta Franco Parisi, pasando por la candidatura ganadora de José Antonio Kast y la abanderada de la derecha tradicional Evelyn Matthei, las candidaturas de derecha defendieron el modelo económico y prometieron mejorarlo, combatiendo a los abusadores. El gran ganador de la noche fue el modelo económico. La candidata de izquierda apenas consiguió el 26% de los votos.
Aunque la victoria del modelo económico y social de la derecha el día domingo fue inapelable, la fragmentación de la derecha en cuatro candidaturas permitió que la primera mayoría relativa en la contienda presidencial quedara en manos de la candidata del Partido Comunista. Jeanette Jara también hizo historia. La abanderada del oficialismo se convirtió en la candidata comunista que logró la votación más alta en la historia de la democracia chilena.
En la elección legislativa, la historia es diferente. En la Cámara de Diputados, las dos coaliciones abiertamente derechistas obtuvieron el 44,1% de la votación, alcanzando 76 escaños. Los partidos de derecha tradicional sumaron 21,1% y lograron 34 escaños. La coalición liderada por los candidatos Kast y Kaiser consiguió el 23%, sumando 42 escaños. Al haber ido en dos listas, la derecha quedó a dos votos de lograr la mayoría absoluta en esa corporación. En el Senado, la derecha obtuvo 11 de los 23 escaños en disputa. Eso resultará en que las dos coaliciones de derecha tendrán 25 de los 50 cupos en el Senado. La torpe decisión de la derecha de ir en listas diferentes en la contienda electoral privó a la derecha de obtener una mayoría inapelable en ambas cámaras. Ahora, deberá apelar a los legisladores electos en el ecléctico grupo del Partido de la Gente para alcanzar la mayoría en la Cámara y deberá apostar a que alguno de los senadores de centroizquierda o centro rompa filas con su sector para aspirar a tener mayoría en el Senado.
De cara a la segunda vuelta, el candidato derechista que logró el segundo lugar en la primera vuelta, José Antonio Kast, tiene la mejor opción de convertirse en el próximo Presidente de Chile. La baja votación recibida por Jara hace muy difícil que la abanderada del Partido Comunista logre alcanzar la mayoría absoluta de los votos. Kast tiene el camino mucho más fácil para construir una mayoría inapelable que lo convierta en el próximo presidente de Chile.
Pero el desafío más difícil de Kast no está en alcanzar una mayoría de los votos. El líder del Partido Republicano deberá esforzarse mucho para lograr unir a toda la derecha. Ya que la derecha tiene corrientes conservadoras, liberales, libremercadistas, proteccionistas, populistas, autoritarias y democráticas, Kast deberá hacer gestos a cada uno de esos sectores para evitar defecciones y divisiones. Es cierto que todos los sectores comparten su desdén por el comunismo y el estatismo. Pero hay diferencias de énfasis, personalidades y prioridades que históricamente han dificultado la unidad del sector. La incapacidad de los partidos de formar una lista única de candidatos al Parlamento es sólo un capítulo más en una larga historia de desencuentros y desunión.
El propio Kast ha vivido momentos de quiebre y división. Después de haber militado por muchos años en la UDI, Kast postuló como candidato independiente a la presidencia en 2017. En 2021, ya como líder de Republicanos, desafió a los partidos de la derecha tradicional. Luego se peleó con uno de sus grandes aliados, el senador Rojo Edwards, y con la figura emergente de Johannes Kaiser. Como resultado de esas disputas, aparecieron dos nuevos partidos de derecha.
En su trayectoria, Kast ha demostrado ser mucho mejor para pelearse con sus potenciales aliados ideológicos que para construir grandes acuerdos. Para ganar la elección presidencial, pero sobre todo para poder hacer un buen gobierno en caso de llegar a La Moneda, Kast deberá demostrar que es capaz de unir a la derecha. Es verdad que primero tendrá que derrotar a la candidata de izquierda en segunda vuelta. Pero su desafío más difícil hoy parece ser lograr la unidad de la derecha que ganar una elección cuyo destino ya parece haber sido escrito.
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