Las universidades
Por estos días que empieza el verano y el trabajo se ralentiza en los Estados Unidos con las vacaciones y la salida de los chicos del colegio es tiempo de leer un poco más que de costumbre y tratar de retomar el hábito de la lectura de libros de la manera tradicional. Uno de los problemas de la vida moderna es lo fácil que es distraerse y si bien no dejo de leer si me distraigo en textos más cortos o peor aún en redes sociales con temas de actualidad política que poco o nada cambian y terminan siendo exasperantes. En alguno de mis comentarios del año pasado mencionaba lo difícil que se ha vuelto leer de manera pausada y reflexiva con las constantes interrupciones de las redes sociales o la televisión.
Sin ser ludita, la distracción y falta de reflexión que ocasiona la intrusión de la tecnología es algo que dificulta la lectura textos más largos que un tweet o de libros. Una de las razones por las que a pesar de que es muy conveniente leer en un teléfono o en una tableta un libro electrónico lo evito en lo posible, por más que se deshabiliten las notificaciones, siempre hay algo que se entromete en la lectura. La sensación física de tener el libro en la mano y oler el papel es algo que disfruto mucho y me permite, tener una mejor idea de lo que voy leyendo. Cuando leo electrónicamente me cuesta trabajo a veces recordar donde leí algún pasaje en particular, pero cuando lo hago de la manera tradicional, no pocas veces, soy capaz de abrir el libro, aún después de muchos años ir más o menos hacia la zona del libro que contiene el pasaje que deseo releer o citar. Eso es difícil, por no decir imposible en un libro electrónico.
Algo que he estado experimentando este último año ha sido la lectura de audio libros, pues no tienen tantas distracciones al no estar mirando la pantalla y a pesar de que puede resultar tedioso si uno está inmóvil, es muy conveniente si uno está caminando, manejando o haciendo labores que no requieran pensamiento activo. La gran desventaja con este medio por supuesto es que hay narradores y narradores y eso afecta la calidad del libro. Las lecturas mediante el uso de IA son bastante acertadas y claras, pero hay variaciones y temas como el tono de voz o énfasis en ciertas oraciones o parte de la oración que pueden resultar confusas con la lectura de IA. En el caso de narradores profesionales, si bien no hay los problemas de IA, si hay problemas en cuanto al narrador, su tono, énfasis, e incluso velocidad. Las aplicaciones permiten arreglos en cuanto a la velocidad, pero no todos estos cambios son efectivos para mantenerlo a uno enganchado en la narración. Hace poco estaba leyendo (oyendo), Episodios Nacionales de Benito Perez Galdós, compendio de la historia de España del siglo XIX narradas a través de la aventura de ciertos personajes ficticios que van contando sus peripecias y contándonos lo que les ocurre en el contexto histórico en el que se encuentran. El primer libro, narra la historia de la batalla de Trafalgar, una de las primeras derrotas de Napoleón por parte de los ingleses, a pesar de que le costó la vida al famoso Almirante Nelson, fue muy entretenido. Esto a pesar de que el narrador era una voz de IA digitalizada de un narrador de audiolibros. Sin embargo, contrario a lo que afirmo al comienzo de este párrafo, el segundo número de la serie Episodios Nacionales que trata sobre Carlos IV, con su narrador humano esta vez, no me ha permitido engancharme en la lectura de este. Habrá que buscar otra versión, si la hay, o simple y sencillamente acudir al tan conocido papel para leerlo.
Otro libro que estoy leyendo en papel, a la antigua, de a poco y tratando más bien saborearlo, tomando apuntes, reflexionándolo, es un tema que me interesa mucho sobre la civilización Occidental. Hace meses comentaba sobre esto y acá pueden leer la invitación a participar en el proyecto que tengo con el Instituto Fe y Libertad, como Editor invitado a convocar ensayos sobre el tema. Este libro es de Thomas E Woods Jr. y su título en inglés es How the Catholic Church Built Western Civilization, Como la iglesia católica construyo la civilización occidental; aun sin traducción al español. Si bien el libro no lo he terminado, los primeros capítulos son muy interesantes y hasta lo leído, va narrando cual fue la influencia de la iglesia católica en desarrollar y mantener la cultura occidental, que heredamos de la civilización Grego Romana, como gracias al trabajo de los monjes de la edad media, los conventos, las reflexiones de los Padres de la Iglesia, sobre todo tras la caída del imperio romano, fueron dando forma a lo que hoy en día somos, como civilización occidental.
Contrariamente a lo que convencionalmente se cree, la edad media no es una época de ignorancia y atraso, es una época que, aunque significó el ocaso del imperio romano y la reconfiguración de Europa con las invasiones bárbaras y más tarde la conformación de diversas naciones y estados nación, es un periodo muy rico donde poco a poco se van sentando las bases de nuestro mundo moderno. Un capítulo en particular, dada la coyuntura actual noticiosa sobre la pelea de la actual administración americana con las universidades, me pareció especialmente relevante e interesante para comentar. A continuación, comparto algunas anotaciones que voy haciendo al margen.
Woods dice que de acuerdo con el historiador Lowrie Daly la Iglesia desarrollo el sistema universitario porque era la única institución en Europa que mostraba un interés consistente con la preservación y cultivación del conocimiento. Explica que las universidades siempre tuvieron conflictos con las autoridades externas debido a su estructura de autogobierno que obtenían, así como su reconocimiento como corporaciones. Ya para la época de la reforma protestante habían más de 81 universidades. De estas 33 tenían aprobación de la Iglesia o habían sido iniciadas bajo su auspicio, 15 tenían aprobación de algún reino o autoridad imperial, 21 no tenían ningún tipo de aprobación. Por supuesto daban títulos universitarios y las universidades que habían sido formadas o auspiciadas por la Iglesia, tenían la ventaja de que otorgaban títulos reconocidos por todo el mundo occidental. Las auspiciadas por un reino o entidad imperial sus títulos solo eran reconocidos en la jurisdicción de dicho reino o imperio. Así que esta universalidad y aceptación que traspasaba las fronteras por parte de las universidades auspiciadas por la iglesia tenían, según Woods, la ventaja de promover la diseminación de ideas y de auspiciar un clima búsqueda de conocimiento académico transnacional.
Este reconocimiento iba más allá de los títulos académicos. En el caso de las Universidades auspiciadas por la iglesia, por ejemplo, esto significaba que los estudiantes y los profesores contaban con privilegios especiales, al igual que cualquier ciudad actual que tenga una universidad cercana y sufre de las molestias que causan los estudiantes, protestando o causando ruido y alboroto. No pocas veces estos estudiantes y universidades eran perseguidos por los pueblos en los cuales estaban ubicadas. Las universidades con aprobación Papal otorgaban inmunidad a su claustro y alumnado con privilegios iguales o similares a los que gozaba el clero. Las universidades, en muchos casos, estaban libres de la influencia de las arquidiócesis y su único y más consistente protector era el mismo Papa. Tal era esta autonomía y protección por parte de la iglesia, que en muchos casos las universidades cuando entraban en conflicto con las autoridades locales o los pueblos donde estaban asentados, que estas se mudaban, en una época en que las universidades no eran los edificios, que en muchas ocasiones eran rentados o inexistentes, las universidades eran el claustro de profesores y los alumnos.
La distinción entre (undergraduate) o bachiller de artes liberales y los Maestros o Másteres y Doctores como decimos ahora (Graduates) también viene de esta época. Usualmente esto significaba que los Bachilleres de artes Liberales o licenciados habían escuchado las clases y habían ocasionalmente debatido formalmente con sus compañeros de estudios. En el caso de los estudiantes de grado superior (Maestrías o doctorados), en cambio los alumnos eran expertos, usualmente en textos de la antigüedad clásica Greco Romana y habían sido debatidos, o cumplían con hacer comentarios de estos, y resolvían una serie de preguntas planteadas por el profesor. Esto daba lugar a un proceso de argumentación lógica con los otros estudiantes hasta que eran resueltas las preguntas planteadas. De este método de enseñanza y de respuesta a preguntas y resolución a través de la lógica es que nace el método de la Escolástica. Una vez resuelta esta etapa había que peticionar una licencia y esto dio origen a las licenciaturas. Pasado cierto tiempo y la recepción de la maestría había una cierta cantidad de tiempo y requería un proceso similar, pero con una mayor variedad de libros o textos a discutir y argumentar. Estos textos eran de la antigüedad clásica en un principio, pero conforme se ampliaba el conocimiento los profesores iban desarrollando sus propias reflexiones y textos para las clases que estaban elaboradas por encima de estos textos clásicos.
El hecho de que estas discusiones eran protegidas por la iglesia no necesariamente significaba que la teología invadía áreas como la filosofía u otras ramas del saber. Había un cierto respeto por las ciencias y aunque todos estaban formados en los principios básicos de la teología, era muy raro ver que la teología invadiera la filosofía u otras áreas. Lo importante era que se respetaba no solo la teología, sino que también se respetaba el pensamiento racional. En ese sentido el que lo divino a veces desafiara la razón, no necesariamente entraba en conflicto con la búsqueda racional del conocimiento. Si algo no era totalmente entendible por la razon o aparentemente iba en contra de la teología se trataba de buscar una explicación racional que no violara los principios religiosos y sin necesariamente acudir a explicaciones irracionales. Según Woods este compromiso con la lógica revelaba una civilización comprometida a entender y persuadir y se buscaba gente educada que fuera capaces de detectar falacias y que fueran capaces de hacer razonamientos lógicos.
San Abelardo decía que los herejes usaban argumentos de la razón para asaltar la fe y por lo tanto era perfectamente legítimo que los creyentes de la iglesia hicieran también el uso de la razón para defender su fe. San Abelardo más tarde dio origen a que los escolásticos tomaran sus herramientas, del uso de la razon, para defender la fe y culminaría en el siguiente siglo con el desarrollo que hizo posible Santo Tomás de Aquino de armonizar el pensamiento antiguo de la civilización Greco Romana con los principios de la Fe Cristiana. Hablar de Santo Tomás y sus reflexiones nos tomaría otro artículo y tal vez alguien más formado en filosofía o teología, pero basta decir que espero que con esta incompleta mini reseña haya logrado interesarlo en este tema y picar su curiosidad para que busque información al respecto o lea el libro de Woods. Que distinta sería nuestra civilización sin la influencia de las universidades y sin el patrocinio, dirección y defensa que hizo de la misma la Iglesia, que logró el comienzo sostenido del florecimiento humano y de la civilización occidental.
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