La libertad de comercio y el mito de la reciprocidad arancelaria
El presidente Trump está imponiendo elevados y expansivos aranceles a la economía mundial como parte de lo que él denomina su agenda del “Día de la Liberación” arancelaria.
No está claro cómo estos aumentos masivos de impuestos, que alcanzan los 600.000 millones de dólares (billones en inglés) según las propias estimaciones de la Casa Blanca, “liberarán” algo más que dinero de las billeteras de los consumidores estadounidenses. Sin embargo, Trump ha justificado su nueva política arancelaria en base a la aseveración de que Estados Unidos está siendo aprovechado por las políticas comerciales discriminatorias de otras naciones.
En la Casa Blanca, estos nuevos aranceles “restituirán la equidad y la prosperidad al distorsionado sistema de comercio internacional e impedirán que se aprovechen de los estadounidenses”. Trump describe sus medidas como “recíprocas” y afirma que solamente son necesarias en virtud de que otros países aplican barreras arancelarias y no arancelarias (BNA) aún más escandalosas a los productos estadounidenses en el mercado internacional. Tal como aseveró el propio Trump recientemente para justificar sus aranceles a Canadá: “Nos han estafado durante años y no vamos a dejar que nos sigan estafando”.
No obstante, hay un problema con la justificación arancelaria de la Casa Blanca: es un completo mito.
Estados Unidos es actualmente uno de los peores infractores entre las naciones desarrolladas al imponer aranceles discriminatorios y barreras no arancelarias a nuestros socios comerciales. Esta ignominiosa posición se puede ver en el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage, que compila la puntuación anual de “libertad comercial” para casi 200 países y jurisdicciones políticas. Conforme el informe de 2025, Estados Unidos se encuentra en el puesto 69, lo que nos ubica por debajo de Nueva Zelanda (2º), Australia (3º), Reino Unido (17º), Canadá (18º), Francia (38º) y Alemania (39º).
La escala de 100 puntos del índice de la Heritage combina el arancel promedio ponderado por el comercio del país con una puntuación de sus barreras no arancelarias, que incluyen un conjunto de cuotas, restricciones a la exportación, subsidios, regulaciones y políticas similares que discriminan contra los productos extranjeros o favorecen de manera injusta a los productos nacionales. Una puntuación más cercana a 100 representa menores tasas arancelarias y menos políticas comerciales discriminatorias.
El puntaje de 75,6 de Estados Unidos lo sitúa muy por debajo de la mayoría de los países de la Unión Europea, así como de todos los principales socios comerciales antes mencionados. De hecho, nuestras políticas comerciales discriminatorias nos sitúan más cerca de la puntuación de China (74) que de uno de los principales objetivos de la actual guerra comercial de Trump, Canadá (83,2).
Puntuación de “Libertad Comercial” para los 100 Principales Países (Fundación Heritage 2025).
El índice de la Heritage no debe ser descartado como un producto de un ‘think tank’ conservador. Sus datos son coherentes con (y de hecho se basan en) otros índices de barreras arancelarias. El Banco Mundial mantiene un índice de la tasa arancelaria media ponderada de cada país en el año más reciente con datos disponibles, siendo 2022 la medida actual. Este índice no incluye las BNA, que son más difíciles de cuantificar. No obstante, es una fuente confiable del componente arancelario de las actuales barreras comerciales.
Según la serie del Banco Mundial, la tasa arancelaria media ponderada de Estados Unidos se ubica en el 1,49%, situándola en el puesto 47 a nivel mundial entre los países. En comparación, Australia (0,99 %), el Reino Unido (1 %), todos los países de la Unión Europea (1,33 %) y Canadá (1,37 %) tienen tasas arancelarias más bajas que los Estados Unidos.
De hecho, según estimaciones de la Tax Foundation, actualmente se calcula que las políticas arancelarias “recíprocas” de Trump elevarán la tasa arancelaria promedio de Estados Unidos al 8,4% para finales de 2025. Nuevos incrementos arancelarios adicionales en el “día de la liberación” podrían elevar esta cifra aún más, con algunos dentro de la administración proponiendo un arancel general de “referencia” del 20%. Como referencia, un arancel promedio del 8,4% situaría a Estados Unidos justo detrás de Uganda (7,86%) en la clasificación del Banco Mundial. Un arancel de referencia del 20% nos daría la tercera tasa arancelaria más alta del mundo, justo detrás de Guinea Ecuatorial (18,2%) y significativamente más alta que las tasas arancelarias impuestas por los gobiernos marxistas de Cuba (9,16%) y Venezuela (12,8%).
La tasa arancelaria promedio de Trump sería la más alta desde 1946
Estos datos desmienten de manera concluyente la afirmación de la Casa Blanca de que Estados Unidos es víctima de políticas arancelarias y barreras no arancelarias injustas y discriminatorias por parte del extranjero. En realidad, imponemos aranceles más altos y barreras no arancelarias más severas en promedio que la mayoría de las naciones desarrolladas.
Si Trump realmente buscara una “equidad” arancelaria, debería abandonar la retórica de victimización que ha adoptado. Los datos precedentes muestran que esa narrativa tiene poco fundamento en la realidad empírica. Una verdadera reciprocidad comercial implicaría que Estados Unidos redujera sus actuales tasas arancelarias y eliminara las barreras no arancelarias para acercarse a la paridad con sus principales socios comerciales.
Traducido por Gabriel Gasave
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