Las consecuencias de un Ecuador antiliberal
Este 9 de noviembre se celebró internacionalmente el Día de la Libertad, en conmemoración de los 35 años de la caída del muro de Berlín. Lamentablemente nuestro país no se pudo unir a esta celebración. No solo porque la inmensa mayoría de los ecuatorianos no conoce o no reconoce los beneficios que solo la libertad puede dar, sino porque el orden político-económico del país está muy lejos del liberalismo.
La caída del muro le enseñó al mundo no solo los horrores que el comunismo había causado, sino que también demostró de manera histórica la insostenibilidad del estatismo, el intervencionismo, la propiedad estatal y de cada apéndice de esta ideología.
Lo ideal sería que el mundo hubiera aprendido de aquella lección histórica; sin embargo, demasiados son los países que aún viven regímenes intervencionistas y estatalizadores, entre ellos, Ecuador.
El ejemplo más palpable hoy en día es la crisis energética, competencia estatal desde los setenta. Constitucionalmente, solo el Estado se puede encargar. Hoy sentimos las consecuencias y tenemos que rogarle al sector privado de otros países que nos venda energía, sea de sus barcazas, de sus hidroeléctricas o sus termoeléctricas.
El común de los ecuatorianos repite a diario que el Estado debe encargarse de esto y de aquello, que, si algo está mal, el Estado debe solucionarlo y que, si a alguien le va bien, el Estado debe regularlo y cobrarle impuestos. Matan y alejan cada posibilidad de desarrollo que solo el sector privado pueda darnos.
Repiten también que se opondrán a la privatización de empresas y bienes públicos porque juran que pertenecen al pueblo. Ignoran, no solamente que la abrumadora mayoría de la empresa publicas generan perjuicios para el estado, sino que las empresas publicas no sirven a los ciudadanos (cosa que queda claro cuando se las necesita para lo más mínimo), sirven a los políticos y sus intereses (evidenciado cuando llenan sus cuotas de poder, sus entramados de corrupción, etc).
Espero pronto mis conciudadanos entiendan, así como lo entendieron los alemanes en 1989, que esperar que el estado y sus empresas o el gobierno y sus representantes arreglen nuestros problemas, nos llevará, no solo a los cortes de luz, inseguridad y desempleo que hoy sufrimos, sino también al hambre y la miseria.
Seguiré luchando y escribiendo en favor de cambiar este paradigma. Me rehúso a aceptar mansamente la imposición del estado y sus fracasos sobre los ciudadanos y sus proyectos de vida. Ellos ya fracasaron y nosotros ya demostramos que nuestras ideas llevan al mundo a un verdadero desarrollo y eliminación de la pobreza.
Eso es lo que defiendo y defenderé frente a ustedes hasta conseguir que todos se den cuenta de cuáles ideas son las correctas.
- 28 de diciembre, 2009
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