La Independencia Americana y sus raíces hispanas
En pocos días se celebrará una vez más un aniversario de la Independencia de los Estados Unidos, específicamente el número 248. ¿Usted se preguntará y eso por qué le debería de importar a los hispanoamericanos que no hablan en su mayoría la lengua de Shakespeare? Mucho en realidad, el cuatro de julio de 1776 no es solo una fecha en que se celebra la declaración de Independencia de los Estados Unidos, pero más bien el regreso a Occidente de la democracia y la República después de que desaparecieron con el asesinato de Julio Cesar en el año 44 antes de Cristo.
Por supuesto, hay mucha tela que cortar en el intermedio, la democracia Romana, o la República Romana no era una democracia abierta a todos, ni siquiera a la mitad femenina de la población, el voto era solo para los ciudadanos varones y los patricios Romanos. Lo que siguió, si bien fue el comienzo del Imperio Romano, tampoco fue la abolición por completo de la República y el Senado siguió existiendo, aunque de una manera diferente.
Tampoco podríamos decir que los romanos y los griegos fueron los únicos demócratas y republicanos (no en el sentido de los partidos modernos de ahora) que existieron. Hubo experimentos intermedios, como la de los reyes electos por las tribus germánicas(Visigodos) al principio de la época medieval entre el 450 y 700 o entre los príncipes germanos (ya en lo que sería Alemania) a comienzos del renacimiento.
La independencia de los Estados Unidos fue un cambio en las formas de gobierno que dio comienzo, poco a poco, una transición de los sistemas de gobierno por reyes a los gobiernos electos o a las monarquías parlamentarias. Se comenzó a propagar la idea de que los ciudadanos tenían ciertos derechos y protecciones y que por lo tanto había Repúblicas que a través del Estado de Derecho y de la separación de poderes (Montesquieu) debían proteger los derechos de estos.
Estas ideas no se descubrieron recién en 1776, sino más bien fueron cuajando en la mentalidad occidental muy temprano con el cristianismo y el judaísmo con el hecho de que los hombres (mujeres incluidas – aclaro para los despistados) eran hechos a imagen y semejanza de Dios y que cada ser humano era un ser irrepetible, único y que era digno de respeto.
Algunos dirán que este respeto a las personas comenzó a tomar forma en nuestra tradición Occidental a partir de 1215 y la Carta Magna y de los Derechos, en la cual los nobles ingleses arrancan este privilegio a Juan Sin Tierra que gobernaba a nombre de su hermano Ricardo Corazon de León. Lo cierto es que esta idea se da desde antes, a través de los fueros, como el de Leon en 1017 en la España conquistada. Los “fueros” eran una especie de proto-constitución o documento que garantizaba los derechos de los súbditos de una comarca en cuyo vecindario moraban musulmanes, cristianos y judíos y evitaban los abusos de los gobernantes, sin importar si eran cristianos o musulmanes en tanto y cuanto se pagaran tributos a cambio de dicha protección de derechos.
Tal vez, el momento más álgido de este debate sobre la dignidad del ser humano y su hechura a imagen y semejanza de Dios y por lo tanto digna de ser tratada con respeto e igualdad de condiciones se dio durante el descubrimiento de las Américas. España detiene casi por completo la conquista entre 1540 y 1542 precisamente para discutir sobre si los nativos americanos tenían alma y eran seres humanos dignos de ser tratados igual que cualquier súbdito del Rey. Esto dio lugar a las “Nuevas Leyes” que trataban de proteger a los nativos. Una vez más, no fue un episodio aislado ni el primero pues hubo varios antecedentes como las leyes de Burgos de 1522 o el codicilio (testamento) de la Reina Isabel “la católica”, muerta en 1504, donde pide que se respete y trate a los nativos americanos como a cualquier otro de sus súbditos y que se les protegiera y se respetaran sus propiedades. Contrario a lo que nos dice la leyenda negra, el trato a los nativos fue claramente discutido y se crearon leyes específicas para evitar los maltratos que lamentablemente ocurrían.
El tema de los derechos no solamente se ve en estos episodios de la conquista. Era conocido que los reyes hispanos desde la reconquista, y antes, no podían imponer tributos sin la autorización de las Cortes (no en el sentido judicial sino parlamentario) con los grandes del reino. Los reyes estaban sometidos solo a lo que las cortes le permitían. De lo contrario las rebeliones ocurrían y muchas veces con resultados largos y costosos para la corona.
Dentro de la tradición anglosajona tenemos a John Locke que escribió sus tratados de Gobierno donde intentaba delinear que podría ser un Gobierno y una República, o la ilustración escocesa, y estas sirvieron de sustrato para elaborar la declaración de independencia y una década más tarde la constitución de los Estados Unidos. Tambien hubieron hechos políticos relevantes como 100 años antes la Revolución Gloriosa en Inglaterra en 1688 por parte de Guillermo de Cromwell que trataba de parar los abusos del Rey absoluto, la creación de un parlamento, y la declaración de los derechos.
Esta tradición de rebelión contra el abuso y el poder ilimitados hacía que los colonos americanos exigiesen representantes y participación en el parlamento y que los padres de la Independencia reclamasen “No taxation without representation” que se traduce en un “No más impuestos sin Representación” que los llevó a rebelarse y separarse de Inglaterra finalmente en 1776. El mismísimo John Adams, prócer y segundo presidente de los Estados Unidos reconocería el papel de los “fueros” hispanos a favor de los súbditos de Vizcaya como influencia en la existencia de los derechos en la constitución americana.
Pocos saben que España junto con los hispanoamericanos también fueron partícipes de esta gesta Independentista pues fue Bernardo de Galvez y Madrid, Conde de Galvez, Malagueño a la sazón uno de los generales españoles de más renombre de la época, Virrey de Nueva España, que dio protección a las tropas independentistas americanas y mandó recursos y tropas en la hora más oscura en que George Washington casi pierde la guerra de independencia. Tal es su importancia que Galvez es de los pocos extranjeros que han sido nombrados Ciudadanos Honoríficos de Estados Unidos y que fue recientemente incluido y reconocido como tal en el 2014.
Alguno suspicazmente podrá argumentar que los españoles hicieron esto por interés propio para aguarle la fiesta a los ingleses y no por amor a la causa, pero lo cierto es que la idea de la independencia y la separación de poderes, así como la división de poderes en alguna forma de estado federal y descentralizado había calado en los hispanos y a los futuros heroes de la independencia.
Que diferencia de lo que casi 30 años más tarde derivó en las guerras de la independencia hispanoamericana de 1808 cuando las tropas francesas a instancias de Napoleón invaden España y capturan al rey. En un principio esta invasión deriva en juntas de defensa del Rey Fernando VII “el Rey deseado” y más tarde en la primera constitución española e hispanoamericana moderna “La Pepa” la constitución de las cortes de Cadiz por haber sido aprobada el día de San José el 19 de marzo de 1812 con la anuencia y participación de los españoles peninsulares, y representantes americanos prominentes desde un principio cuando se abrieron las cortes en septiembre de 1810.
Lamentablemente, el experimento terminó dos años más tarde en 1814 cuando los franceses salen de España y Fernando VII regresa y se niega a ser un rey constitucional, sujeto a las cortes, dando por terminado esta aventura. Muchos de los constituyentes americanos tuvieran que huir entre gallos y media noche de la península a sus lugares de origen. Lo que siguió, después de 1814, fue destrucción, guerra civil y una fragmentación que hasta el día de hoy nos perjudica. Ya no se creó una nación hispanoamericana sino más bien múltiples republiquetas dirigidas por caudillos locales que en muchos casos se pasaron las siguientes cuatro décadas en guerras civiles (incluida España) y de las cuales muy pocos supieron organizarse para lograr algo parecido o similar a lo que pasó en los Estados Unidos o que no duraron lo que dura este país.
Estados Unidos supo entender esta herencia hispana y occidental y a pesar de todas sus dificultades es una democracia y república ininterrumpida, sin golpes de estado y con una sola constitución, enmendada lo necesario. Más allá de casi naufraga durante la guerra civil (1860~1865), por culpa del pecado original de la esclavitud, sigue siendo un faro y un ejemplo por seguir, emular y celebrar en nuestra región este cuatro de Julio. Ojalá encontremos eventualmente en nuestras raíces occidentales e hispanas los fundamentos para lograr lo que Estados Unidos hizo en 1776 con la ayuda de nuestra tradición hispana, un país donde se puede lograr el sueño americano y donde hay más oportunidades de lograr el florecimiento humano de sus conciudadanos.
Mas sobre el tema:
Este Libro sobre el proceso de la independencia hispanoamericana de este gran amigo Carlos Sabino es una joya para el lector curioso:
Carlos Sabino – ¿Quiénes somos? Los mitos fundacionales – Libertad Digital
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