28J: Elecciones que van más allá de Venezuela
El 28 de julio de 2024, Venezuela enfrentará un proceso electoral que marcará un hito en su historia reciente. Este evento puede representar el inicio de una transición hacia una democracia genuina o la profundización de un régimen dictatorial, corrupto y violador de derechos humanos.
Uso el término “proceso electoral” en lugar de “elecciones” de manera deliberada, ya que en la Venezuela actual no se puede hablar de elecciones transparentes, libres y democráticas. Lo que estamos presenciando es la lucha de un pueblo contra sus opresores. Este proceso, aunque viciado, podría convertirse en un hito para que los venezolanos recuperen su libertad, a pesar de la represión ejercida por quienes detentan el poder y las armas.
Hace muchos años, Venezuela dejó de ser el país democrático que fue un ejemplo en la región durante 40 años. En las últimas dos décadas, la democracia en el país ha sido destruida tan rápidamente como el tejido social, las familias, la economía y la soberanía nacional.
Mientras usted lee este escrito, ahora mismo en Caracas, en el mayor centro de torturas de Latinoamérica (El Helicoide) y en muchos otros lugares de Venezuela, algunos de ellos clandestinos, están torturando a decenas de presos políticos. Ciudadanos inocentes que están allí simplemente por oponerse a la dictadura.
Estos actos constituyen crímenes de lesa humanidad según el Estatuto de Roma y de hecho están siendo investigados por la Corte Penal Internacional. Las investigaciones abarcan los cientos de asesinatos durante las protestas de 2014, 2016, 2017 y 2019, así como las desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias y ejecuciones extrajudiciales. Entre 2016 y 2019, las FAES, un grupo de tarea en Venezuela, cometieron casi 18.000 ejecuciones extrajudiciales.
El chavismo, comandado desde hace una década por Nicolás Maduro, ha sido un movimiento político con nexos claros y documentados con grupos terroristas, con narcotraficantes y con el resto de las autocracias en el mundo. La alianza con Irán (el país responsable de los atentados del ‘92 y el ‘94 en la Argentina) comenzó en 2005 y hoy en día, Venezuela, es la puerta de entrada de esos grupos a Latinoamérica.
Lo mismo ocurrió y sigue ocurriendo con los grupos guerrilleros colombianos FARC y el ELN, que operan libremente en las fronteras del país, manejando, además, todo lo referente a la minería ilegal en el Arco Minero del Orinoco, donde ocurre el ecocidio más grande que de la región, y cuyo oro se vende de contrabando. Es, como ha desarrollado muy bien el catedrático Moisés Naím, un Estado-Mafia. Y cuando el crimen organizado es el Gobierno, aquello trasciende lo nacional y se convierte en un problema mundial.
Queda claro que hablamos de un régimen cuyo sadismo solo es comparable con las dictaduras de los ’70 y ’80 del Cono Sur, que, además, ha hecho alianzas con terroristas, traficantes y autocracias con los que, de paso, lava dinero y crea sistemas financieros oscuros. Pero, no conforme con ello, hablamos también de un régimen que ha expulsado a un tercio de su población. ¡Es la mayor migración en la historia de la región!
Según Tomás Páez, presidente del Observatorio de la Diáspora Venezolana, la cifra actual de migrantes y refugiados de Venezuela es de 8.8 millones. Tomando en cuenta que por día huyen miles y miles del país, pronto podríamos ser más de 9 millones: el 30% de la población. Nuestra crisis de migrantes y refugiados es la más grande del mundo. Más que la de Ucrania, Siria y Afganistán.
Los venezolanos fuera de Venezuela somos más que la población total de Austria y Suiza, el doble de la población de Croacia, el triple de la población de Qatar. El chavismo, tras 25 años de oprobio, ha generado más migrantes que países en guerra o que hayan sufrido desastres naturales. Si hoy hay un país fuera de un país, es porque sus ciudadanos huyen de la represión y la emergencia humanitaria que ha diseñado el régimen venezolano. La solución es el cambio político. Es democracia.
Así que por todo esto y más, mucho más, el 28 de julio no se trata simplemente de una elección en Venezuela. No se trata simplemente de ir a votar o simplemente de cambiar un gobierno por otro. Se trata de rescatar la democracia, la república y contribuir con la pacificación de una región que sí, tiene múltiples y profundos problemas, pero ninguno es tan peligroso y complejo como el que significa una dictadura como la de Nicolás Maduro.
Hay quienes consideran que lo que ocurra ese domingo, antes y después, es solo cosa de los venezolanos pues vivimos en un mundo con múltiples problemas. Lo que no han comprendido quienes asumen esta postura, es que gran parte de esos problemas surgen precisamente por mirar hacia otrolado ante aquello que ha generado o promovido el chavismo: violaciones a los derechos humanos, terrorismo, diáspora, pobreza, corrupción, narcotráfico, ecocidio y autocracia.
Es por ello que el 28 de julio no es sólo un día fundamental para el futuro de una Venezuela que merece volver a vivir en libertad, sino también para todos aquellos que creen en la democracia.
La autora es secretaria general del Foro Argentino para la Defensa de la Democracia (FADD)
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