México no es neutral
El Economista, México
Por su ubicación geoestratégica y su peso geopolítico, México es y será relevante en un mundo cada día más complejo y disruptivo; sin importar qué partido o coalición estén en el gobierno. Entender esto es fundamental para definir el futuro que queremos y construir el país que merecemos.
Desde 2018, el gobierno de México decidió cambiar sus prioridades en política exterior eligiendo amigos y aliados con base en su ideología e intereses y muy lejos de lo que realmente le conviene a México para seguir una ruta de desarrollo y prosperidad.
Por su ubicación geoestratégica y su peso geopolítico, México es y será relevante en un mundo cada día más complejo y disruptivo; sin importar qué partido o coalición estén en el gobierno. Entender esto es fundamental para definir el futuro que queremos y construir el país que merecemos.
Desde 2018, el gobierno de México decidió cambiar sus prioridades en política exterior eligiendo amigos y aliados con base en su ideología e intereses y muy lejos de lo que realmente le conviene a México para seguir una ruta de desarrollo y prosperidad.
Los ataques más recientes de Hamás en distintas ciudades de Israel marcaron el inicio de una guerra que sabemos cómo empieza, pero no cómo terminará ni hasta donde escalará. Tras un silencio vergonzoso al negarse a condenar los ataques de los grupos terroristas Hamás y Hezbollah contra civiles en Israel, el presidente finalmente declaró: “Nosotros no queremos tomar partido porque queremos ser factor para la búsqueda de una solución pacífica. Cuando se enfrentan estos conflictos tan lamentables, es una situación de mucha gravedad que más que condenas, lo que requieren es búsqueda de soluciones pacíficas; que se dialogue y que se evite el que escale más la confrontación y la violencia.”
Hablar de diálogo y de soluciones pacíficas no es creíble cuando él mismo ha dicho: “No oigo” al reclamo y al grito desesperado de miles de familias que exigen justicia ante tantos homicidios y desapariciones. Al encabezar el sexenio más violento, con el mayor número de muertos y desaparecidos, esta declaración no sólo es una contradicción, sino una falacia, una mentira y un lugar común inaceptable. La única realidad es que han multiplicado la violencia por omisión, complicidad e incompetencia. Dicho esto, esa salida sólo refleja algo mucho más grave: el gobierno de México ya eligió de qué lado estar, pero no es algo que la mayoría de los mexicanos sepan o alcancen a dimensionar.
La razón real por la que no condenan ni condenarán los ataques terroristas de Hamás y Hezbollah, es porque estos grupos terroristas están apoyados por Irán y Rusia de quienes China es otro gran aliado; países amigos del presidente y de su partido. Estos países apoyan a regímenes dictatoriales como Cuba, Venezuela, Nicaragua y a otros gobiernos amigos de ellos, afines a su ideología. Servicios de inteligencia han identificado que estos grupos como Hamás y Hezbollah tienen células operando en toda América Latina con la aprobación de muchos gobiernos. No es ningún secreto. Think Tanks con el prestigio del Center for a Secure Free Society que dirige Joseph Humire en Washington D.C. han investigado y publicado ampliamente sobre esto.
No es ninguna sorpresa que el presidente y sus seguidores más radicales critican ferozmente a Ucrania y a Israel, poniéndose de lado de Rusia y Palestina. El problema es que muchos no entienden que el pueblo palestino es muy distinto a los terroristas de Hamás. Si bien es cierto que muchos palestinos los apoyan, también son muchísimos los que no están de acuerdo con los actos de barbarie; civiles inocentes que sólo quieren vivir en paz y que sus derechos les sean respetados. Condenar a Hamás, no significa condenar a los palestinos inocentes que también son víctimas de este conflicto. Hay que distinguir claramente para evitar mayor confusión.
Alinearse al eje Rusia-China-Irán-Venezuela-Hamás-Hezbollah no sólo es poner a México en un riesgo absoluto. También significa dar la espalda a todos los amigos y aliados con los que México puede y debe seguir construyendo un futuro de libertad y prosperidad compartida. Hoy, no sólo Israel está en riesgo. Es la civilización occidental la que está bajo amenaza cuando clérigos de Hamás han declarado que su objetivo es acabar con judíos y cristianos en todas partes. Un conflicto que parece lejano en kilómetros y que en realidad nos salpica, nos concierne y nos afecta mucho más de lo que imaginamos.
México no es neutral. En el silencio cómplice, el gobierno ha tomado partido y ha revelado de qué lado eligió estar. Como mexicanos no sólo debemos exigir un cambio profundo en la dirección que lleva la política exterior sino provocarlo en las próximas elecciones. Es necesario salir y hablar con el mayor número de personas para explicarles la realidad y todo lo que está en riesgo.
No podemos ignorar que nuestra frontera y relación con Estados Unidos hace que México juegue un papel determinante en el futuro de la civilización occidental. En un tablero global que se mueve y se moverá cada día más rápido, México podría ser epicentro de un enfrentamiento geopolítico mucho mayor pues abrir las puertas a los aliados que el gobierno ha elegido, implica entrar en un conflicto de otra dimensión para el cual no estamos preparados ni tendríamos porque sufrirlo.
Hay muchas cosas de la realidad global que no podremos cambiar, pero lo que sí podemos y debemos hacer es informarnos, informar a otros y unirnos para exigir, elegir y construir el futuro de paz que queremos. Hoy, tristemente, no estamos en ese camino, pero debemos cambiar el rumbo y redirigirnos a él.
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