Cómo la inflación promueve el crecimiento del gobierno
Cuando los responsables de las cuestiones monetarias se reúnan esta semana para su retiro anual en Jackson Hole, Wyoming, reflexionarán acerca de cuánto más tendrán que subir el costo del capital para acabar con la inflación. En el trasfondo de ese debate se planteará un interrogante más importante: ¿Qué papel debería desempeñar la Reserva Federal en el manejo de la economía estadounidense?
El año pasado, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, advirtió que el banco central combatiría “enérgicamente” la inflación. Unas tasas de interés más altas, un crecimiento más lento y unas condiciones más delicadas en el mercado laboral “traerían algo de dolor a los hogares y las empresas”, señaló severamente. “Estos son los desafortunados costos de reducir la inflación”. Los responsables de la política monetaria probablemente se sientan aliviados por el hecho de que la suba de la tasa de interés oficial de la Reserva Federal a su nivel más alto en 22 años no haya causado el daño que se anticipaba sobre las cifras de crecimiento y empleo, incluso aunque los índices de inflación han virado mayormente a la baja. Pero en vez de maravillarse con la perspectiva de un aterrizaje suave, los funcionarios de la Reserva Federal deberían cuestionar un modelo de lucha contra la inflación que ralentiza deliberadamente el crecimiento y aumenta el desempleo.
Si el modelo funciona como está previsto, significa que el crecimiento económico y el desempleo actuales son peores de lo que serían si la Fed no impusiera tasas restrictivas. También decreta nuevas subidas de tasas si la inflación aumenta.
Lo que plantea una cuestión digna de reflexión no sólo para los asistentes a Jackson Hole, sino para todos los estadounidenses que se encuentran preocupados por la amplificación del papel del gobierno en la determinación de los resultados económicos: ¿A costa de quién se está logrando este mesurado crecimiento?
Cuando el costo del capital aumenta, la empresa privada recibe un impacto directo. Los prestatarios deben escoger entre absorber el costo adicional, trasladarlo a los consumidores, reducir las operaciones y dejar partir a los trabajadores que tanto les ha costado conseguir, o cerrar el negocio. Las tasas de interés altas presentan un serio obstáculo para los propietarios de pequeñas empresas que sueñan con expandirse. Con las tasas hipotecarias a largo plazo por encima del 7%, el mercado inmobiliario se está congelando. Los potenciales compradores se enfrentan a unos abrumadores costos de endeudamiento, y los potenciales vendedores están viendo menos ofertas.
El gobierno estadounidense, por otra parte, difícilmente parece inmutarse por la suba de las tasas de interés; sigue endeudándose con desenfreno. ¿Recuerdan cuando la justificación de los enormes déficits presupuestarios financiados mediante el endeudamiento masivo del gobierno era que las tasas de interés eran muy bajas? Desde marzo de 2022, la Reserva Federal ha subido su tasa de interés de referencia desde casi cero hasta su rango actual del 5,25% al 5,5%. Todo lo que hizo fue estimular un mayor gasto deficitario y un frenesí de deuda del Tesoro.
Las últimas cifras presupuestarias muestran un incremento en los desembolsos gubernamentales del 10% en lo que va del año, a pesar de que los ingresos han caído un 10%. La Oficina de Presupuesto del Congreso proyecta que el crecimiento del gasto público superará al incremento de los ingresos durante los próximos 30 años, aunque ambos se encuentren ya por encima de los promedios históricos como porcentaje del producto bruto interno.
A diferencia de las empresas y los hogares, el Tesoro puede pagar cualquier tasa de interés que sea necesaria para conseguir inversores que financien el gasto público. El costo adicional del servicio de la deuda federal acumulada es simplemente añadido a los cálculos futuros de los déficits presupuestarios. Los excesos del gobierno impulsan la inflación, pero el Sr. Powell no se pronuncia sobre las consecuencias monetarias de tomar prestado del futuro para pagar el consumo actual.
Está claro adónde va esto. Cuando el gobierno no está sujeto a la disciplina presupuestaria y los responsables de la política monetaria castigan al sector privado con altas tasas de interés para rectificar los errores de la política fiscal, el capitalismo democrático no puede durar mucho
Consideremos la Ley de Reducción de la Inflación, que el presidente Biden promulgó en agosto de 2022. Es uno de los mayores desembolsos de estímulo industrial financiado con déficit desde el New Deal. El Sr. Biden la publicitó como una «inversión» gubernamental que con el tiempo reduciría la inflación al aumentar la producción económica. En una economía sana, esto es precisamente lo que hacen las empresas del sector privado, al tiempo que cubren los pagos de intereses y obtienen beneficios. La Casa Blanca predica la intervención gubernamental para reducir la inflación incluso cuando las tasas restrictivas de la Reserva Federal suprimen las actividades económicas que realmente reducen la inflación.
“Todos aquellos que deseen detener la deriva hacia un creciente control gubernamental deberían concentrar sus esfuerzos en la política monetaria”, observó Friedrich Hayek, quien más tarde ganaría el Premio Nobel de Economía, en «Los fundamentos de la libertad» (1960). La libertad política y económica están interconectadas; la expansión del control gubernamental sobre la dirección de la economía es un motivo de alarma.
Por ello, el papel destacado de la Reserva Federal en la canalización de los recursos financieros se ha convertido en un tema de campaña. Los candidatos presidenciales deberían tener una opinión sobre el papel adecuado de un banco central en una economía de libre mercado y ser capaces de responder a preguntas concretas sobre potenciales reformas. ¿Deberían los funcionarios monetarios estadounidenses tener una meta de inflación del 2%? Un keynesiano estaría predispuesto a decir que sí: un objetivo del 2% salvaguarda el margen de maniobra de la Reserva Federal para bajar las tasas. Pero esta es una receta para una degradación sistemática del valor del dólar. Uno podría argumentar que “precios estables” significan inflación cero. ¿Por qué debería permitirse al gobierno desplumar la reserva de valor monetario de la nación?
El dinero debería ser una medida honesta, no meramente un instrumento de la política económica del gobierno. Su función más importante es proporcionar señales fidedignas de precios para que los estadounidenses puedan planificar cómo procurar la vida, la libertad y la felicidad. El dólar estadounidense debería ser un patrón monetario fiable, la moneda más confiable del mundo.
Traducido por Gabriel Gasave
Judy L. Shelton es Asociada Senior del Independent Institute, ex presidenta del Consejo de Administración de la National Endowment for Democracy y ex Directora estadounidense del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo.
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