Creadores vs Usuarios: Dando forma a la Inteligencia Artificial (IA)
En el último tiempo son muchas las interrogantes que surgen sobre el uso de la Inteligencia Artificial (IA) y el impacto que puede tener en nuestras vidas, en la democracia y en la humanidad. La gran parte de la responsabilidad es atribuida a los creadores de las tecnologías emergentes. En efecto, ellos son los autores de su desarrollo y, por ende, su acción es decisiva y prioritaria. Pero del otro lado, también están los usuarios, aquellos que usan o “mal usan” la IA con diversos propósitos. La IA es una herramienta con muchas potencialidades, entonces, es el momento de plantearnos cómo todos podemos contribuir a darle forma para evitar que distorsione los cimientos de nuestra estructura social y desdibuje nuestros valores y principios éticos.
A lo largo de los años se han entrenado máquinas que utilizan la IA con diversos fines para tomar decisiones autónomamente. Vemos herramientas de machine learning que permiten la automatización o semi automatización de funciones y que representan un gran impacto para la industria, la agricultura, la farmacéutica y otros sectores. Soluciones que facilitan el trabajo repetitivo y que generan más eficiencia en la productividad.
Sin embargo, también han surgido nuevas herramientas como lo es ChatGPT con capacidades cognitivas que, a través de la recolección de datos, crean contenidos desafiando a la inteligencia humana. Asimismo, se han diseñado otros algoritmos para la creación de arte, arquitectura, música, periodismo poniendo en riesgo el ejercicio de muchos oficios y profesiones. De hecho, se estima que la IA reemplazaría a unos 300 millones de puestos de trabajo en el mundo. Y a futuro es probable que muchas carreras desaparezcan, pero también surgirán otras, acorde a los avances de la tecnología y las demandas de la población global.
Recientemente se han hecho públicas algunas peticiones y declaraciones a nivel académico y científico a fin de pedir un receso a los avances de la IA. Otras exigen que su desarrollo debe tener como centro al ser humano. También se pide transparencia en el uso de algoritmos para conocer con certeza cuál podría ser el impacto en los individuos. Son acciones que recaen fundamentalmente en los creadores de IA.
Igualmente, hay gran preocupación por los sesgos de las herramientas de IA, que muchas veces representan las miradas de los programadores quienes participan en el entrenamiento y desarrollo. En su mayoría son hombres, anglosajones y de países desarrollados. Para reducir los sesgos, se requiere más inclusión en la comunidad técnica e integrar la diversidad de visiones y realidades de las poblaciones, incluyendo a minorías, latinos, afro, mujeres, grupos étnicos; así como sus idiomas, tradiciones, historia y culturas. Una IA sesgada no representa la visión global en donde nos desenvolvemos, pudiendo activar más discriminación y dañar la cohesión social.
Del lado de los usuarios digitales también recae una gran responsabilidad. Sí, todos aquellos que hacen uso de estas mismas herramientas, pues habrá muchos que actúan de manera prolija y correcta; pero desafortunadamente también habrá otros quienes aprovechan los atributos de la IA para fines perversos: desinformar, manipular, plagiar, hostigar, delinquir, vigilar o espiar. Con ello se afecta drásticamente la integridad de los contenidos, la deliberación, la seguridad y la privacidad de las personas, los derechos humanos, entre otros, con la agravante de que en la era digital todas estas malas prácticas pueden tener una nefasta repercusión y un gran alcance.
Hoy más que nunca se requiere reforzar la ciudadanía digital y una alfabetización que incorpore los conceptos referidos a la IA: su uso, sus beneficios y sus riesgos. La herramienta per se puede tener grandes cualidades, pero su esencia se puede desvirtuar en función al uso que le den los usuarios digitales. En ese sentido, la participación de múltiples actores también es imperativa. La sociedad civil tiene un rol relevante para hacer incidencia, identificar evidencia en base a las prácticas y sensibilizar sobre la utilización de las tecnologías emergentes. La academia debe investigar sobre el impacto y el alcance de la IA y los gobiernos deben permanecer atentos para que las regulaciones y las estrategias nacionales se den en un marco de conocimiento y experiencia empírica, sin afectar la innovación. Es vital apostar por más ciencia y tecnología en todos sus ámbitos, para que los países latinoamericanos también estén en condiciones de lograr generaciones de programadores y entrenadores de IA.
La IA nos plantea nuevos desafíos. Es crucial saber adaptarnos, incluso reinventarnos, si es necesario. No se trata de alarmarnos ni rechazar la tecnología. Nuestro entorno digital requiere la sabia y responsable intervención de los creadores y usuarios de IA. Y, también, por supuesto cada vez será más relevante la participación de múltiples actores que contribuyan a darle forma. En este día de Internet es preciso reforzar la necesidad de velar por un ecosistema que resguarde la integridad y los valores de la humanidad, donde la IA debiera ser un gran aliado.
La autora es directora fundadora de Democracia Digital en Perú y Latinoamérica. Fue presidente de Internet Society Perú (2016-2021) y es autora de diversos libros, entre ellos: “El reto de la democracia digital. Hacia una ciudadanía interconectada” (2019).
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