Competencia en sopa, plato del día y asesoría financiera
Por José Alfredo Guerrero
De Jerry Seinfeld he conectado algunos de sus episodios “acerca de nada” con temas de economía. El Sopero Nazi es tan bueno que recuerdo lo vi en un ranking como uno de los 25 mejores episodios de comedias de situaciones. Trata de un pequeño establecimiento exclusivamente de sopa para llevar con capacidad para atender solo a tres personas y con una fila para entrar que da vuelta a la manzana. Hay que pasar la puerta con firme decisión de lo que se ordenará frente al creador de las mágicas recetas que exige comportarse con protocolo de campo de concentración. El caldo-fascista en jefe te grita, te bota del local y sanciona con un “¡No sopa para ti!” si te ve que manoseas la novia, saludas en español, te quejas porque se olvidó el pan o te crees Rey Barreto tocando por conga el tope de la vitrina caliente.
Los comediantes se inspiran en buscar cosas contra normas o creencias de gran arraigo. Este episodio es uno que parece busca contradecir eso de “El cliente siempre tiene la razón y hay que darle tratamiento de príncipe para que regrese”. El sopero nazi los trata como presos hambrientos y no le importa que se vayan a otro de las decenas de establecimientos cercanos con los que compite.
El episodio es genial porque es prueba de que la valoración de un bien o servicio tiene su origen en la mente del individuo que actúa para adquirir ese y no otro. Comprar la sopa a pesar de recibir el trato brusco no ve en otros lugares es la revelación que esa combinación de costo-calidad supera la satisfacción consigue en otros lugares con dependientes amables. Y el sopero se podrá dar el lujo de ser un limón agrio mientras lo venda todo con gente todavía haciendo fila y mantenga en la caja fuerte sus recetas corren el riesgo de pasar a ser de dominio público si las pierde.
Esto también es evidencia de que el consumidor lo que necesita es que exista competencia en todo lo que desee adquirir o, mejor dicho, ausencia de interferencia gubernamental en la imposición de tantas regulaciones absurdas sobre la forma en que se deben administrar los negocios donde las utilidades y las pérdidas son exclusivamente privadas. En el competitivo segmento del Plato del Dia, por ejemplo, no abundan los soperos nazis porque en ese receso de almuerzo nadie se quiere encontrar con un ogro regañón detrás del mostrador. No somos pacientes o tolerantes con personal de servicio áspero, las porciones deben garantizar estar al borde la somnolencia y el precio debe andar en un rango aceptable de variación con las diez o quince opciones que se pueden visitar sin problemas antes de volver a ponchar.
En el caso del servicio de asesoría financiera, sin embargo, Jeffrey no anda tan acertado. En la introducción de un episodio se burla del intermediario de valores que le ofrece “poner su dinero a trabajar para él” con un “-No, mi amigo, en mi caso yo soy el que hace el trabajo y mi dinero es el que descansa.” ¿Descansa dónde? Ya quisieran los bancos que las personas pensaran así, que decidieran poner sus ahorros a resguardo tranquilo en cuentas de ahorro o certificados financieros de corto plazo recibiendo las tasas de interés más bajas del mercado. Así duerme el dinero de los clientes mientras la entidad realiza con él operaciones de tesorería que multiplican las ganancias de sus accionistas.
Aunque es cierto que un grupo de vivos, bastardos o de abolengo, han sido exitosos en poner en operación esquemas fraudulentos prometen multiplicar exponencialmente el dinero, el público tiene a mano información suficiente para diferenciar entre un artista del engaño y un asesor de valores. Para empezar están las calidades de los participantes y las emisiones de oferta pública que se pueden consultar en el portal de la Superintendencia de Valores. En la Bolsa de Valores encontrará información sobre las transacciones de los instrumentos de renta fija y variable en montos y, por supuesto, de rendimientos que podrá comparar cuando el “dinero descansa”. Si de ahí quiere más datos sobre una emisión puede ir al portal del intermediario y ver reportes diarios, en el caso de los fondos de inversión, con los rendimientos, volatilidad, evolución del valor de la cuota y los tipos de instrumentos y sectores donde están las inversiones.
Y si con estos datos se anima a dejar la virtualidad fría y lejana de su búsqueda para ir a un puesto de bolsa o una administradora de fondos vaya y compruebe la exquisita calidad de representantes que tienen competencias y cortesía para poner su dinero “a trabajar” en la forma más cercana a su perfil de inversionista
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