¿Cuál desdolarización? El dólar gobierna el mundo
Según una estimación, el dólar forma parte del 88% de todas las transacciones internacionales. Algunos temen que este dominio no pueda durar, mientras que otros se preguntan si debería ser así: ¿No perjudica un dólar más fuerte a las exportaciones estadounidenses y, por ende, a los trabajadores de los EE.UU.?
La buena noticia, al menos para los estadounidenses, es que la hegemonía del dólar es beneficiosa para los Estados Unidos, su gobierno y la mayoría de sus ciudadanos. Además, es probable que perdure en un futuro próximo.
La cuestión ha cobrado mayor actualidad últimamente. Debido a las sanciones, Rusia se encuentra aislada de muchas redes basadas en el dólar. Otros países, como Brasil, India y Arabia Saudita, han tomado medidas, al menos cosméticas, para "desdolarizarse", con la esperanza de depender menos del dólar para sus intercambios internacionales.
Piense en "un dólar sólido y focal" como un bien o servicio que producen los Estados Unidos, igual que China fabrica teléfonos o Japón hace automóviles. Cuando los estadounidenses intercambian dólares por bienes y servicios extranjeros, eso es computado como un déficit comercial de los EE.UU., pero también puede verse como que los EE.UU. exportan dólares y "servicios en dólares". Los Estados Unidos marcan y comercializan su dólar, igual que Zara o Gap marcan y comercializan prendas de vestir.
Así pues, el tan cacareado déficit comercial estadounidense puede ser reconceptualizado como una forma de trueque: un servicio (la estabilidad del dólar) está siendo intercambiado por otro bien o servicio (por ejemplo, todo lo que los Estados Unidos compren a China). En esencia, marcar y vender dólares con tanta eficacia -lo que también se conoce como "comprar cosas"- permite a los consumidores estadounidenses tener un nivel de vida más elevado.
Para que quede claro, a veces vender un bien o servicio concreto puede ser negativo, o al menos una bendición mixta. Por ejemplo, la economía de Venezuela depende en gran medida de los ingresos petroleros, y con unos precios del petróleo inestables, sus ingresos no son fiables. La demanda de dólares estadounidenses no es inestable de la misma manera. De hecho, con el conflicto en Ucrania y las crecientes ambiciones chinas, el dólar parece tener un futuro seguro como moneda de refugio; quizás demasiado seguro, desde un punto de vista más amplio.
Si existe algún peligro en este sentido, es que el próximo debate en Washington sobre el techo de la deuda de algún modo resulte en un incumplimiento de pago estadounidense. Sin embargo, incluso si eso ocurriese, no sería un argumento contra la hegemonía del dólar, ni una evidencia de que la hegemonía del dólar debe terminar. Tan sólo sería una prueba más de la estupidez de la política estadounidense.
En la medida en que el dólar estadounidense es fuerte, a los Estados Unidos les resulta más difícil exportar otros bienes y servicios. Pero esta realidad no tiene nada de especial ni de indeseable. Si Corea del Sur exportara más teléfonos Samsung, por ejemplo, los salarios surcoreanos y el won aumentarían, lo que dificultaría a su vez la exportación de productos alternativos tales como el K-pop.
En un país dado, las distintas actividades económicas tienen que competir por los recursos, la financiación y la atención. Ello es simplemente una ilustración del hecho económico básico de la escasez. Si hay tanta demanda de dólares estadounidenses, es prueba de la historia de los Estados Unidos como un faro de relativa estabilidad, lo que puede ser un atractivo más fuerte que, por ejemplo, la calidad de los tractores o las películas estadounidenses.
¿Hasta dónde va a llegar la desdolarización? Probablemente no muy lejos. Los EE.UU. poseen los mercados financieros más profundos y líquidos del mundo, y siguen siendo relativamente abiertos, a pesar de algunas restricciones a la inversión china en industrias sensibles para la seguridad nacional. Hay razones de peso para tener una moneda dominante en los mercados internacionales, del mismo modo que hay razones de peso para tener una moneda dominante en las transacciones internas dentro de los Estados Unidos. La liquidez de una moneda genera mayor liquidez, ya sea a nivel nacional o mundial.
Se calcula que el dólar representa el 88% de todas las transacciones internacionales, mientras que el euro, con el 31%, es sólo un modesto competidor (dado que una transacción puede involucrar a dos monedas, el total puede superar el 100%). El euro, a diferencia del dólar, nunca estará vinculado a un único gobierno nacional, y la Unión Europea no se acerca al poderío militar de los Estados Unidos.
Se calcula que el yuan sólo representa el 7% de ese total de transacciones internacionales, y China no parece dispuesta a abrir sus mercados de capitales, ya que ello podría provocar rápidas salidas de capital y, posiblemente, una crisis financiera. Pero sin unos mercados de capitales abiertos, el yuan no es un fuerte aspirante a moneda de reserva mundial.
La economía puede ser a veces complicada o difícil de explicar. Cuando se trata del dólar estadounidense, no es ni lo uno ni lo otro. El dólar retendrá su papel central, lo cual es bueno para los Estados Unidos, y las razones son sencillas e intuitivas.
Traducido por Gabriel Gasave
Aquí puede verse el artículo original en inglés.
El autor es columnista de opinión de Bloomberg. Es profesor de economía en la George Mason University y escribe en el blog Marginal Revolution. Entre sus libros figura “The Complacent Class: The Self-Defeating Quest for the American Dream.”
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