«El idiota latinoamericano se ha vuelto posmoderno», dice Álvaro Vargas Llosa

El historiador, periodista y escritor Álvaro Vargas Llosa, de 56 años, es un apóstol del liberalismo y un crítico implacable de la izquierda y el populismo en América Latina. Coautor de los libros Manual del perfecto idiota latinoamericano, publicado en 1996, y El regreso del idiota, aparecido en 2005, en los que trata con fina ironía las acciones y la mentalidad de la izquierda en la región, también se adentra en el mundo de las finanzas, aunque no es financista, dando consejos sobre inversiones personales.
Hijo mayor del escritor Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, Álvaro tiene doble nacionalidad, española y peruana, pero vive en Nueva York y pasa unos meses al año en Francia, desde donde dialogó con Estadão por videoconferencia a finales de julio.
En esta entrevista, analiza la ola izquierdista que se ha extendido por América Latina en los últimos años, tema de una serie de artículos lanzados por el periódico con el objetivo de contribuir a la comprensión del fenómeno.
Según Vargas Llosa, la izquierda latinoamericana se ha vuelto "posmoderna", incorporando a su agenda política la defensa de los "pueblos originarios", las minorías y el medio ambiente, pero no es capaz de promover el desarrollo y llevar a la región hacia la modernidad. "El idiota latinoamericano sigue muy vivo", dice. "Tiene la capacidad de reencarnar generación tras generación".
Cuando el Muro de Berlín cayó en 1989, muchos imaginaron que las ideas del socialismo habían quedado atrás. Pero en América Latina, con esta nueva ola de izquierdismo que se extiende por varios países, parece que el Muro sigue en pie. ¿Qué explica esta resistencia de las ideas de izquierda en la región?
Hace poco escribí un artículo sobre Carlos Rangel, que era un pensador, un escritor, un periodista de Venezuela. En los años 70, mucho antes de los acontecimientos de 1989, escribió dos libros que ya abordaban esta cuestión. El más importante fue Mitos y falacias sobre América Latina: Del buen salvaje al buen revolucionario. El otra se llama Tercermundismo. Según Rangel, América Latina tiene una larga tradición -que probablemente comenzó en la época colonial y se reforzó después de que obtuvimos nuestras independencias- de falta de realismo y de presencia de la mitología en la política. Desde entonces, nos miramos a nosotros mismos a través de la mitología. La interacción entre la ficción y la realidad ha sido crucial para la forma en que nos vemos a nosotros mismos.
¿Qué información revela esta mitología sobre nosotros mismos? ¿Cómo se relaciona esto con el avance de la izquierda latinoamericana?
A través de la lente de la mitología, vemos una América Latina que es víctima de los extranjeros, víctima de una vasta conspiración internacional que nos mantiene subdesarrollados. Transferimos la responsabilidad de nuestros fracasos a los demás, al mundo exterior. Otro factor importante es lo que Carlos Rangel llama "culturalismo tercermundista", que sigue presente en América Latina. El tercermundismo es una ideología que trató de trasladar la visión marxista del conflicto de clases a la escena internacional cuando no se cumplió la predicción de que el capitalismo se derrumbaría en el mundo desarrollado. Esta ideología se basa en las ideas de que el capitalismo ha exportado su capacidad de explotar a otros a través del imperialismo. También se basa en la idea de que todas esas instituciones liberal-democráticas, como el Estado de Derecho, el libre mercado y la propiedad privada, eran nociones ajenas a nosotros y se utilizaban para explotarnos. Nuestra manera de lograr el desarrollo, por tanto, sería rechazarlos y adoptar, por supuesto, el pensamiento contrario. Todas estas ideas, toda esta mitología está muy arraigada en nuestra cultura política. En tiempos de dificultades, de frustración social, como los que vivimos hoy, es muy fácil para los demagogos atizar el sentimiento popular mediante el uso de la mitología, que, de hecho, no es más que el uso de la mentira. Creo que somos extremadamente vulnerables a esto.
¿Significa eso que América Latina difícilmente conseguirá librarse de esta mentalidad tercermundista?
No soy fatalista al respecto. Creo que podremos superar este problema. Algo que requerirá liderazgos visionarios y extremadamente valientes para emprender reformas completas, que nuestros líderes de centro y centro-derecha en los últimos años no han sido capaces de implementar. Se han contentado con gestionar las reformas que heredaron de los años 90, que abrieron la economía, privatizaron algunas de las empresas estatales y generaron una dinámica muy propicia para el crecimiento y la inversión. Sé que no es fácil emprender reformas a favor del mercado en un entorno en el que muchas de estas medidas son impopulares. Pero en los países que han conseguido superar las dificultades culturales para modernizarse, los resultados han sido extraordinarios.
Usted es uno de los autores de los libros "Manual del perfecto idiota latinoamericano", de 1996, y "El regreso del idiota", publicado en 2005, durante la primera ola de gobiernos de izquierda en la región. Hoy, 15 años después, vivimos una segunda ola de líderes de izquierda en América Latina. ¿Sigue vivo el idiota latinoamericano?
Sí, el idiota sigue muy vivo. Tiene la capacidad de reencarnar generación tras generación. Ahora, estará en el poder unos cuantos años más y hará mucho daño. La única manera de evitar el regreso del idiota es aprender las lecciones de los años 90. De lo contrario, el idiota seguirá regresando, y regresando, y regresando. Desgraciadamente, en los últimos años no hemos visto a ningún gobierno de centro, centro-derecha o derecha emprender ningún tipo de reforma. Tenemos que hacerlo mucho mejor la próxima vez y aprender las lecciones impartidas en el intervalo entre la primera ola y la segunda ola de la izquierda en América Latina, cuando hubo algunos gobiernos de derecha y de centro derecha que tuvieron la oportunidad de implementar el cambio pero no fueron lo suficientemente valientes, visionarios y audaces para hacerlo.
Si ahora tuviera que escribir un tercer libro sobre el mismo tema, centrado en esta segunda ola de la izquierda, ¿qué título le pondría?
Probablemente lo llamaría El idiota (latinoamericano) postmoderno. Nos encontramos en la era del posmodernismo. Se han reinventado. Ahora hablan de los derechos de los "pueblos originarios", de la población indígena, y se han convertido en defensores del medio ambiente y de las políticas de género, de los derechos de las minorías. Han llevado la cuestión de género al centro de sus políticas, pero son incapaces de dar a América Latina un impulso hacia la modernidad y el desarrollo. Si se adopta este tipo de lenguaje postmoderno, lo que se conseguirá en última instancia es que América Latina sea aún más pobre de lo que es, aún más lejos del objetivo principal, que es el desarrollo. Por lo tanto, será un fracaso, aunque se disfrace con un lenguaje postmoderno. Creo que este es un punto crucial que hay que entender: tenemos que juzgarlos no por lo que dicen, por lo fashion que se muestran, sino simplemente por su incapacidad para promover el desarrollo. Esta es la cuestión crucial.
¿Qué efectos cree que puede tener esta ola de la izquierda en América Latina en los próximos años?
Será otro completo fiasco, a menos que traicionen sus propias ideas. Eso podría suceder. Ya hemos visto a gente de la izquierda traicionar sus ideas. Aunque, a corto plazo, el fracaso puede verse algo mitigado por el hecho de que algunas de nuestras exportaciones deberían alcanzar precios muy altos en los próximos años, con el nuevo ciclo de precios altos de las materias primas. Ya estamos viendo las represalias contra estos gobiernos por parte de la gente que los ha votado. En México, (el presidente) López Obrador sigue siendo popular. Pero en varios otros países gobernados por la izquierda los gobernantes se han vuelto extremadamente impopulares. Incluso el presidente de Chile, que no es uno de los izquierdistas más radicales de la región, aunque fue una de las personas que lideró la revuelta contra el exitoso modelo social y económico chileno, se ha convertido en una figura impopular en muy poco tiempo.
Muchos de los líderes de izquierda de esta segunda ola fueron elegidos con el apoyo del centro. ¿Cómo ve esta alianza del centro con los líderes de la izquierda o de la extrema izquierda?
Depende de qué país estemos hablando. No creo que sea un fenómeno generalizado. Pero es cierto, sucedió. Creo que, en parte, esto tiene que ver con el surgimiento de movimientos populistas de extrema derecha en la región y temen ser identificados como aliados de estos líderes. Creen que pagarán un precio mayor si se les identifica con los populistas de derechas que con los de izquierdas. La tendencia es hacer lo más cómodo. Eso es lo que ocurrió en Perú. Pedro Castillo fue apoyado por la centro-izquierda, por temor a ser visto como aliado de la señora Keiko Fujimori. Esto los convierte en cómplices de lo que ocurre hoy en el país. La cuestión en este momento, que muchos hemos tratado de explicar, es quién representa el mayor riesgo para el marco institucional del país, para la economía y para la convivencia política. Hoy estamos viendo claramente el resultado del error de cálculo de la centro-izquierda moderada peruana.
¿Incluye al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, entre los gobiernos populistas de derecha?
Sí, es parte de ellos. Ahora bien, el caso de Brasil es interesante, porque creo que hay que tener en cuenta el factor Paulo Guedes, aunque no sea el presidente, que toma todas las decisiones, y en algunos casos ha hecho concesiones. El hecho de que Bolsonaro haya mantenido a Guedes en un puesto tan importante significa que su gobierno populista de derecha ha mantenido, en términos de política económica, cierta moderación, cierta racionalidad. Obviamente, Guedes no puede hacer todo lo que quiere. El Congreso también es un factor limitante. Pero creo que hay que tenerlo en cuenta. Mirando desde fuera, una de las cosas que es muy preocupante de Brasil, independientemente del factor Bolsonaro, es que gran parte de los avances que se habían hecho contra la corrupción se han detenido y en algunos casos ha habido un retroceso. Es un resultado decepcionante y preocupante. Las instituciones brasileñas se han convertido en una inspiración para el mundo.
En una entrevista a 'Estadão', el historiador y sociólogo alemán Rainer Zitelmann afirmó que los defensores del capitalismo, los liberales, han perdido la guerra ideológica frente a la izquierda. En su opinión, ¿por qué el liberalismo no tiene el mismo atractivo en América Latina que las ideas de la izquierda?
Creo que es más una guerra cultural que ideológica. Pero quizás también se podría decir que estamos perdiendo la guerra ideológica, si se me permite usar esa metáfora. Ahora bien, nunca se pierde totalmente la guerra. Se trata de un esfuerzo continuo. La lucha continúa. Como he dicho antes, veremos el fracaso de estos gobiernos a menos que cambien de rumbo. Cuando eso ocurra, tendremos una nueva oportunidad de gobernar, y es mejor que aprendamos de los errores del pasado. Somos mucho menos hábiles que la izquierda en la utilización de medios culturales para la conquista ideológica de América Latina. En cuanto a la cultura popular, siempre me pregunto: ¿por qué no tenemos un sólido movimiento de protesta de los liberales? ¿Por qué todos los movimientos de protesta están dirigidos por la izquierda? ¿Por qué no tenemos telenovelas que cuenten la historia de América Latina desde una perspectiva liberal? ¿Por qué no podemos producir un Maradona liberal? ¿Por qué Maradona, a pesar de ser un maravilloso jugador, tuvo que ser un demagogo populista? Así que, en términos de cultura popular, de nuestra capacidad para llegar a las masas, está claro que nos queda un largo camino por recorrer. Tenemos que utilizar nuestra imaginación, la cultura popular, medios mucho más creativos para llegar a las masas. Nos hemos convertido en un grupo de intelectuales y académicos casi egocéntricos en muchos aspectos, que hablan principalmente para sí mismos.
En Brasil, quizás el movimiento para el juicio político de la ex presidenta Dilma Rousseff, que finalmente llevó a la elección de Bolsonaro, fue una rara excepción a esta tendencia. ¿Qué opina de esto?
Sucedió porque tuviste un completo desastre frente a tus ojos. Cuando eso ocurre, la gente reacciona, las masas reaccionan. Tuvo una corrupción extrema, años de recesión, un claro retorno de millones de brasileños a la pobreza. Bolsonaro no habría ganado las elecciones si no fuera por ese contexto. Pero eso lo dictaban las circunstancias. Necesitamos algo mucho más profundo. Tenemos que crear una conciencia mucho más amplia sobre las razones de nuestro subdesarrollo y sobre cómo los veinte países más exitosos del mundo llegaron a ser lo que son hoy. Tenemos que hacer un trabajo mucho mejor para llegar a una masa crítica de personas con nuestro discurso. Estamos muy lejos de eso.
¿Qué efecto cree que puede tener una eventual victoria de Lula en Brasil sobre esta ola de izquierda? ¿Qué papel podría representar en este contexto?
Lula fue uno de los principales instigadores de la tragedia que sufre América Latina a manos de los demagogos de extrema izquierda, aunque él no fuera uno de ellos en Brasil. Era un demagogo, pero no un demagogo de extrema izquierda. Dio su apoyo a todas las causas antidemocráticas de la región. Fue una fuerza clave detrás de Chávez, un importante aliado de Cuba y de Evo Morales en Bolivia. Todos los autócratas de América Latina de la época contaban con su firme apoyo. Así que podemos esperar que Lula, si gana las elecciones este año, haga exactamente lo mismo, reforzando este marco en la región. Pero no podrá salvarlos de su propio fracaso, a menos que cambien de rumbo.
El original en portugués de esta entrevista puede verse aquí.
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