Oferta y demanda, ¿Ley Say?
Si los precios son intervenidos, fijados exógenamente y rígidamente, al socaire del intervencionista (…) y no son precios que permiten alcanzar la compatibilidad de planes en cantidades, si el precio rígido al alza es menor que el precio competitivo, la tensión se consolida por un tiempo fijando, por un lado, la oferta la magnitud vendida y comprada (nunca obviamente éstas pueden ser distintas) y, por otro lado, los demandantes definen la cantidad demandada pero no comprada, el exceso de demanda, lo que se queda sin poder comprar los que demandan. ‘Los que se quedan sin’, sin poder realizar sus planes nocionales de demanda.
Si en cambio, el precio rígido es mayor que el competitivo entonces la tensión se consolida por un tiempo fijando la demanda la magnitud comprada y la oferta la cantidad ofrecida pero no vendida, el exceso de oferta, las empresas aquí se quedan sin poder vender lo que ofrecen, ‘los que se quedan sin’, en este caso sin poder realizar sus planes de oferta. Sin duda, la perspectiva praxeológica y cataláctica revela que tal no es situación estacionaria, estable. El tiempo hace patente la estrechez de los mercados por reducción de la actividad económica reflejada en menores cantidades intercambiadas, operando los agentes por el lado corto del mercado, y al tiempo surgen acuerdos y procesos sociales dinámicos sumergidos.
Los precios no intervenidos conforman una señal objetiva, visible, que informa a quien observe y decida en su ‘acción humana’ ya sea tanto como oferente en los mercados como demandante, o ambas cosas a la vez, al considerar los n bienes y m factores, siempre escasos, habidos en el problema económico. Es precisamente por ello por lo que cobra protagonismo los comportamientos oferentes y se le da cancha al protagonismo aparentemente novedoso de la ley de Say ante la siempre presente y clásica soberanía del consumidor. Pero todo agente particularmente es oferente y/o demandante en los mercados. Se requiere la generación de la actividad económica, la producción, para poder ser demandada. Pero también se requiere la existencia de la potencial y real demanda, preferencias de las personas. En los mercados de productos los oferentes son las empresas y los demandantes los consumidores. En los mercados de factores, trabajo, capital, materias primas, recursos energéticos las empresas son demandantes. ¿Quién va por delante? Irían al paso a la luz objetiva de los precios, salarios, tipos de interés, tipos de cambio…. bajo contextos en que los acuerdos vayan convergiendo hacia la solución competitiva y eficiente. En ello el ‘Cambio Indirecto’, con dinero, (moneda, divisa) se discute sobre su importante papel: ““La moneda de plata que se reciba a cambio de la venta de productos propios, y que se entregue en la compra de los de otras personas, cumplirá más tarde la misma función entre otras partes contratantes, y así sucesivamente” …. “Porque, en última instancia, la moneda no es más que un agente que se emplea en la transferencia de valores” “iv. De esta manera, tanto usted como las demás personas compran los objetos que necesitan o desean con el valor de sus propios productos, transformados en dinero solamente en forma temporaria”. No obstante, la relevancia del papel del dinero, así como su valor en términos reales en contextos de inflación, afecta a las cantidades intercambiadas en todos los mercados de bienes y de factores.
En consecuencia, las distorsiones del intervencionismo público afectando exógenamente precios de bienes o de factores o mediante, política monetaria, vía reserva fraccionaria, suelen anclarse en tensiones, conflictos e ineficiencias, rompiendo los procesos de sociales dinámicos que contrastan la compatibilidad de los planes entre oferentes y demandantes, truncándose los pasos hacia los acuerdos óptimos (precios más bajos y mayores cantidades voluntariamente intercambiadas), “encuentro” entre oferta y demanda; las dos partes “en un punto”, ninguna antes, ninguna después.
Otra lectura con cierto margen de maniobra puede concederse a las políticas de oferta, por iniciativa privada o pública, que redunden en mejoras tecnológicas, en procesos productivos, que propicien incrementos de productividad, acumulación de capital, ahorro, inversión, producción y empleo.
Dr. José Manuel González Pérez, ULL. 30.4.2022.
i Jean Baptiste Say (1767-1832)
ii Véase: En «Economics in One Lesson» de Henry Hazlitt el autor dice que la producción genera demanda, pero no se supone que es al revés?
https://www.facebook.com/groups/escuela.austriaca.economia/permalink/10162178891296294/
Martin Krause (1916) https://bazar.ufm.edu/la-ley-de-say-toda-oferta-crea-su-propia-demanda-malinterpretada-y-vilipendiada-cien-anos-despues-2/#:~:text=%E2%80%9CSi%20un%20comerciante%20dijera%3A%20%C2%AB,si%20tiene%20una%20buena%20cosecha.
iii Huerta de Soto J, (2015). Estudio Prelimiar , incorporado en Mises L.V. (1960, ed 2015) La Acción Humana, Tratado de Economía. Unión Editorial. Undécima edición.
iv Véase n.p.p.2 en Krause M.
- 31 de octubre, 2006
- 23 de enero, 2009
- 23 de julio, 2015
- 13 de diciembre, 2011
Artículo de blog relacionados
Desde hace décadas, la sociedad ecuatoriana se encuentra dividida entre los que pregonan...
22 de agosto, 2006Economía Para Todos Hace rato que vengo insistiendo que la democracia en Argentina...
12 de junio, 2019- 11 de noviembre, 2012
Por Mario Diament La Nación MIAMI.- Ben Bernanke, el presidente de la Reserva...
19 de enero, 2008