“Es un casino… pura timba… especulación…”

Al hablar con gente que desconoce el funcionamiento de los mercados financieros es frecuente escuchar esta clase de expresiones. Su connotación negativa conlleva un menosprecio por el inmenso mundo que subyace a los mercados de capitales y sus inconmensurables aportes al desarrollo de nuestra civilización.
En primer lugar, es curioso notar como estas personas que tildan a las bolsas de centros de la más espuria especulación, serían muy felices de tener una empresa como Coca Cola o Procter & Gamble. Ahora bien, ¿tener “una” acción de estas empresas? Ah no, ¡eso no!, eso es “especulación y casino”.
Pero más allá de la contradicción es sorprendente notar cómo con ello se soslayan dos indiscutibles aportes de los mercados a la sociedad
En primer lugar, los mercados financieros son espacios a los cuales las empresas acuden en busca de financiamiento, ya sea mediante la emisión de bonos o de acciones, para seguir operando, ampliar el negocio, explorar nuevas oportunidades y en general, seguir generando trabajo y proveyendo bienes o servicios.
Y en segundo lugar, en esos mercados se encuentran inversores que eligen a ciertas empresas ya sea para prestarles dinero a un cierto plazo o bien para formar parte de ellas mediante la compra de acciones. Estos inversores pueden ser desde grandes fondos de pensiones y hedge funds, hasta inversores individuales, que procuran generar una rentabilidad sobre su capital.
El desarrollo de dichos mercados financieros es crucial para que los individuos tengan mayor variedad de opciones a la hora de invertir. En países con poco desarrollo financiero -como por ejemplo la Argentina- la variedad de opciones es muy acotada. En cambio, en países como los Estados Unidos hay una variedad apabullante: desde fondos de inversión enfocados en mega tendencias hasta inversiones en Real Estate o incluso, en el mercado del arte. Abordaremos sucintamente estos dos casos con el objetivo de demostrar hasta qué punto el desarrollo financiero “democratiza” al mundo.
El primer caso es el de los REITs (Real Estate Investment Trusts) que básicamente permiten a los inversores acceder a inversiones inmobiliarias con un capital mínimo, lo que constituye una bajísima barrera de entrada para quienes desean operar en este campo. Está claro que comprar una única propiedad completa requiere disponer de un capital considerable prácticamente en cualquier lugar del mundo. Con estos productos financieros, en cambio, uno puede acceder a una cartera diversificada de real estate: departamentos, depósitos, hoteles, hospitales, centros comerciales, etc. mediante una inversión muy reducida, y, además, con un alto nivel de líquidez, ya que estas participaciones cotizan en los mercados igual que las acciones. Esto es un claro ejemplo de cómo un mercado de capitales próspero brinda oportunidades a quienes no disponen de grandes capitales.
El segundo caso interesante a considerar pertenece al mundo de las obras de arte. Acceder a un Picasso, un Van Gogh o un Monet sería prácticamente imposible para el 99% de la población. Sin embargo, una vez más el mundo financiero nos presenta una oportunidad.
Masterworks compra y almacena cuadros de artistas con reputación. El equipo de la firma realiza una investigación basada en la proyección de valorización de las obras en el mercado y realiza su compra con la idea de venderlas nuevamente en un plazo de 3-10 años, generando entonces una ganancia para el accionista que habrá comprado una “participación” en ella, (participación que en sí misma también puede comercializar anticipadamente en el mercado, si así lo desea) Masterworks cobra una comisión de gestión y un porcentaje de las ganancias que eventualmente se obtengan. De hecho, de acuerdo con datos emergentes de sus estudios, la apreciación -en términos pecuniarios- del arte contemporáneo supera el retorno que brinda el índice S&P500, que reúne a las 500 empresas más grandes de los Estados Unidos.
Por supuesto, todo tiene su riesgo, pero lo importante es tener la posibilidad de invertir en nuevos dominios, lo que permite no solo diversificar carteras sino también democratizar el acceso a estos productos (inmuebles, u obras de arte) que hasta hace muy poco solo podían ser adquiridos por personas de una cierta fortuna.
De esto se concluye naturalmente que el desarrollo de los mercados financieros es crucial para que cada vez más y más individuos tengan acceso a nuevas alternativas de inversión y que les permitan hacer crecer su capital. Fomentar la innovación y la creatividad es, definitivamente, la manera de lograrlo.
(El autor no cuenta con ninguna posición financiera en Masterworks)
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