El impuesto indirecto, ¿quién lo paga?
Es oportuno recordar el teorema porque deja en evidencia que la voluntad política y el intervencionismo público, del poder ejecutivo, del legislativo y, en su caso, también del poder judicial puede fallar en sus lecturas, pugnas por deseo de dominio y hasta en el correcto ejercicio de sus respectivas independencias en cuanto a la división de poderes, cuando pretendan saltarse la racionalidad y sensibilidad de las personas libres que reaccionan ante cualquier acción o política (Principio de Acción y Reacción, aplicado a lo social). Esto es palpable por doquier pero resalto que lo es especialmente en todo el follón suscitado, no sé cómo ni por qué, pues siempre hay un porqué, un trasfondo, en el fallo del TS en relación al IAJD de las hipotecas y en el Decreto anunciado y redactado por el gobierno.
Sobre el fallo del TS en relación a IAJD de las hipotecas. Esta discusión tan mediática es económicamente espuria. Es verdad que lo que «vende» en los medios, lo que otorga protagonismo, es la voluntad política, el mundo de los deseos, el del político anhelando el bolso ·sin fondo· de “Mery Poppins”. En este asunto las arcas públicas se nutren, bien por la fuente privada de los hipotecados, o bien, por la fuente de los bancos, también privadas. La ventana recaudatoria está siempre abierta, esperando al correspondiente ‘sujeto pasivo’. Los unos o los otros.
¿Si hubiera fallado el tribunal que fueran los bancos quienes pagaran el impuesto hubiera sido diferente en sus consecuencias económicas a si hubiera fallado que fueran los hipotecados? Yo creo poder afirmar que no. No resultará económicamente diferente. La ventana de Hacienda cobrará el impuesto seguro pero quién paga realmente este impuesto no depende de quién sea legalmente el sujeto pasivo fijado por la voluntad política del legislativo en su ley tributaria. El papel es muy humilde, soporta todo, formalmente y físicamente será el sujeto pasivo correspondiente el que lo lleve a la correspondiente ventana, pero pagarlo, quien realmente acaba pagando el importe de la recaudación, quien acaba poniendo el dinero en la alforja que iría rumbo a la ventana de Hacienda es quien no le quede más remedio y ¿quién sería este? Pues ello no depende de lo que diga la ley correspondiente. Dependerá del grado de competencia que haya en el mercado de crédito hipotecario, cuanto más elástica sea la demanda menos posibilidades tendrán los bancos de repercutir este impuesto a los demandantes y cuanto más inelásticas será más fácil repercutirlo.
De hecho, la actual recaudación ha sido cubierta parcial y complementariamente por ambos, clientes y bancos, en tanto la demanda de crédito no es perfectamente elástica, ni totalmente rígida. Es verdad que hasta la fecha del fallo los clientes como sujetos pasivos aparentemente pagaban el impuesto pero la competencia crediticia en la banca les beneficia en el menor precio del crédito.
Por todo ello, creo poder afirmar que las consecuencias económicas de cualquier fallo judicial en este asunto serían las mismas, pues la cuestión económica de quién y cuánto acaban pagando cada una de las partes demandantes y oferentes de crédito hipotecario dependerá de las correspondientes elasticidades de oferta y demanda crediticia, lo cual no es otra cosa que las propias sensibilidades de los clientes y los bancos ante variaciones porcentuales del precio de los créditos, medidos en tipos de interés real o nominal. Así pues, puedo también decir sin voluntarismo alguno que lo mejor que pudo hacer el correspondiente tribunal es dejar las cosas como estaban, mejor no ‘meneallo’. Aunque si me preguntaran yo quitaría este impuesto. Pero no, no me lo han preguntado. Tal cuestión quitar el impuesto nunca se ha abordado, ni se aborda ni se abordará con este gobierno socialista y sus apoyos autodenominados nuevas fuerzas del cambio. Los últimos movimientos del gobierno, poder ejecutivo, promoviendo un decreto señalando a la banca nuevamente como sujeto pasivo frente al fallo contrario del TS, poder judicial, revela el pulso de dos poderes que dan la espalda a los considerandos de la realidad económica amparados en la humildad del papel, que soporta todo lo que le escriban al dictado de lo que consideran voluntad política aunque sea insostenible o espuria.
¿Las caceroladas en España? ¿Detrás de qué y de quién se propugnan caceroladas en España? Estuve en el 2001 en una en Caracas, creo fue en la Plaza de Altamira o de Miranda, no sé. Eran siempre contra el populismo, contra Chávez. En España los fallos judiciales en el TS han originado gran follón, embrollo, descontentos y contentos en el ámbito privado. Entre otros muchos, explícitamente como promotores aparece «La Plataforma de afectados por la hipoteca» que supongo allí estarán los que vieron la posibilidad de un «caramelo fiscal» y ante esta posibilidad lógico es que surjan y broten en todo sitio. Véase cartel y el link adjunto, entre los muchos que hay.
Pero no se escapa que aquí, en España, detrás, también las apoyan y promueven las autodenominadas «nuevas fuerzas del cambio», con el vetusto y nuevo PSOE, Podemos, PNV e independentistas, ¿con qué ánimo?, ¿catalizar el descontento?, ¿canalizar el escepticismo?, ¿corregir los errores ajenos?, ¿proponerse para un cambio esperanzador? ¿potenciar la confianza y la interdependencia mutua? ¿el fortalecimiento de las instituciones? ¿Desde los parlamentos o apropiándose de las calles y plazas y de la representación de toda la ciudadanía, aunque no piense como ellos? ¿Desde la Constitución o no? ¿Desde los Estatutos o no? ¿Desde el ordenamiento jurídico vigente o no? ¿Desde el ruido y la bronca? ¿Por qué? ¿Porqué realmente a las autodenominadas fuerzas del cambio les interesa que el sujeto pasivo del impuesto (IAJD) de las hipotecas no lo pague el hipotecado sino el banco? No. En absoluto, a estas fuerzas, legítimas, les mueven otros intereses, a unos la necesidad de apoyos para permanecer en el poder y a otros les mueve la desestabilización y la bronca en pos del poder ejecutivo local, autonómico y nacional y lo hacen pugnando con el poder judicial, por vía de decretos o por vía callejera aplaudiendo iniciativas con caceroladas importadas o manifestaciones populares que en otros lares han sido un llanto por el daño social del populismo y del colectivismo. Y que aquí, por ahora, en cambio, las presentan como movilizaciones hacia logros redistributivos y justos.
No, en absoluto es eso lo que ofrecen. Germen de una gran desconfianza mutua, espanto de la riqueza, espanto de las garantías jurídicas, espanto del ahorro, de la acumulación de capital, espanto del crédito, espanto de la inversión, espanto del empleo y regazo inmenso del parasitismo, del clientelismo y de una tremenda dependencia del sector privado, familias y empresas, al sector público, ¿regazo del desempleo y de la pobreza? No ¿del parado y del pobre? No. Paro y pobreza es lo que repartirán y distribuirán ocupando calles, plazas y conquistando ayuntamientos y parlamentos. Sólo esto. Lo disfrazan y seducen, pero lo que plantean desde una perspectiva económica es insostenible. Una pugna permanente entre el sector público, donde el político «reparte» los dineros no suyos, sino recaudados, y un sector privado (familias y empresas, también están aquí los bancos y el sistema financiero). El listón recaudador lo pretenden colocar siempre en un plus más alto, un listón fiscal corredizo al alza que languidece ahorros, gastos corrientes y bolsillos privados y un apelar al endeudamiento permanente que demográficamente apaga las expectativas de esta generación y siguientes y que políticamente languidece los recursos disponibles de las siguientes legislaturas por servidumbres del endeudamiento contraído. ¡Cuidémonos!, animo y a servir.
- 31 de octubre, 2006
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