¿Quién ganó realmente las elecciones presidenciales en Perú?

Probablemente nunca sabremos cuántos votos obtuvo Keiko Fujimori en una de las elecciones presidenciales más polarizadas de la historia reciente del Perú y si su rival, Pedro Castillo, que parece estar cerca de ser declarado vencedor por el organismo electoral del país, habría obtenido el mayor número de votos en ausencia de irregularidades que son objeto de intensa disputa.
La por tercera vez candidata pro-empresa, e hija del encarcelado ex hombre fuerte Alberto Fujimori, va por detrás de Pedro Castillo, el inesperado candidato que admira a los autócratas socialistas de América Latina y que fue ubicado encabezando la boleta electoral por el líder de una organización marxista-leninista que no pudo presentarse él mismo por razones legales, por un estrecho margen en un recuento de votos que ha generado una situación de gran dramatismo desde las elecciones del 6 de junio.
Está en juego el futuro de un país de 33 millones de habitantes que hasta hace poco era el favorito de los inversores extranjeros y objeto de los elogios internacionales por haber reducido la pobreza del 58% al 21% entre 2004 y 2018 mediante políticas favorables al mercado y la disciplina fiscal y monetaria. En los últimos años, el crecimiento económico se ralentizó debido a la falta de nuevas reformas, la fragilidad de las instituciones, las divisiones políticas que vieron caer a varios presidentes y la pandemia, que ha matado a 190.000 personas y ha expulsado al diez por ciento de la población de la clase media, elevando en un cincuenta por ciento el número de peruanos en la pobreza. Este contexto alimentó el meteórico ascenso de Castillo, cuyo discurso anti-establishment y su filiación marxista-leninista hizo que millones de votantes que antes se oponían a Fujimori pasaran a ser parte de sus huestes, provocando unas elecciones muy disputadas en las que ella tuvo que jurar públicamente que respetaría la Constitución y pedir perdón por su conducta política de los últimos años, especialmente por el obstruccionismo que su partido, mayoritario en el Congreso, practicó contra el poder ejecutivo.
La noche de las elecciones, la encuesta a boca de urna de una organización muy respetada daba a Fujimori una pequeña ventaja, la cual posteriormente se revirtió en un recuento rápido, una técnica basada en una muestra de resultados reales. Pronto empezó a parecer que la organización de Castillo, Perú Libre, había montado una operación bien aceitada para negar a Fujimori, quién protestó, muchos votos. En el sur, donde el apoyo de Fujimori es escaso, no pudo contar con veedores del partido en muchos de los locales de votación. La organización de Castillo llevó a cabo varias prácticas irregulares en un número indeterminado de mesas sin oposición de los representantes de Fujimori. Estas incluyeron la suplantación de los miembros de la junta oficial responsable de cada mesa, la falsificación de firmas y el control de los cómputos, que en varias mesas arrojaron cero sufragios para Fujimori a pesar de que en la primera vuelta electoral ella y otros partidos que la apoyaron en la segunda vuelta habían obtenido votos.
En Lima y en el norte, mientras tanto, donde el apoyo de Fujimori era fuerte, los representantes de Castillo impugnaron el cómputo de votos oficial en decenas de mesas en las que ella ganó por un amplio margen, asegurándose de que esos votos fueran suprimidos del recuento general hasta una nueva revisión por parte de organismos electorales especiales.
Ambas prácticas (las mencionadas irregularidades en el sur y los votos impugnados en Lima y el norte) pueden haber influido en el resultado del conteo rápido, que se basa en los votos no impugnados de las mesas de votación, y, sobre todo, en el resultado del conteo nacional general.
Fujimori solicitó al organismo electoral la revisión de cientos de miles de votos, pero en una maniobra muy sospechosa, tras decidir ampliar el plazo para la presentación de pruebas, sus miembros revirtieron su decisión, asegurando que sólo se revisaría un pequeño número de votos. Dado que Castillo aventaja a Fujimori por poco menos de cincuenta mil votos en unas elecciones en las que cada candidato ha obtenido oficialmente casi nueve millones de votos, la decisión asegura que nunca sabremos realmente cuántos sufragios obtuvo Fujimori.
El resultado es un país profundamente fracturado y el riesgo muy real de que Castillo, si es confirmado, cumpla su promesa de sustituir el Congreso elegido por una asamblea constituyente que redacte el tipo de constitución que Hugo Chávez de Venezuela, Rafael Correa de Ecuador y Evo Morales de Bolivia hicieron redactar en su día a sus secuaces políticos, y convierta el Perú en una economía socialista dirigida por el Estado.
Traducido por Gabriel Gasave
El original en inglés puede verse aquí.
Álvaro Vargas Llosa es Asociado Senior en el Independent Institute.
- 23 de junio, 2013
- 17 de agosto, 2020
- 5 de junio, 2024
- 12 de agosto, 2025
Artículo de blog relacionados
Instituto Juan de Mariana Puede verse también Anthony de Jasay: Una mente original (1925-2019)...
5 de febrero, 2019El Instituto Independiente La victoria de Mauricio Macri en la reciente elección presidencial...
9 de diciembre, 2015Por José Guerra Webarticulista Con motivo de la resolución del Ministerio de Finanzas...
3 de agosto, 2008Infobae Estamos ante una encrucijada gigante. Hay quienes piensan que pueden circunscribirse a...
25 de junio, 2022