Ronald Reagan: patriotismo informado

El pasado viernes 11 de enero se cumplieron 30 años del discurso de despedida de Ronald Reagan como presidente. Creo que es importante, es más, saludable, que recordemos el mensaje fundamental que Reagan dejó con nosotros, sus pensamientos de lo que él describió como “la ciudad brillante en la colina”.
Imagino ese pensamiento como una ciudad llena de orgullo, asentada en un terreno sólido, llena de gente de todas clases, viviendo en armonía y paz, bendecida por Dios. Una ciudad con puertos libres llenos de comercio y creatividad y, si hubiera muros, estos tendrían puertas, y las puertas estarían abiertas para cualquiera con el deseo y el corazón para integrarse a esta sociedad.
Pero, con todo su optimismo, Reagan dejó a su audiencia con una advertencia para el futuro. Dijo que el país necesitaba un “patriotismo informado”. Él temía que no estábamos haciendo suficiente para inculcarlo.
“¿Estamos haciendo un buen trabajo enseñándoles a nuestros hijos lo que América es y lo que representa en la larga historia del mundo?” Reagan preguntó bruscamente.
Cuando él era joven, “a la juventud se le enseñaba, muy directamente, lo que significaba ser un americano. Y absorbíamos, casi en el aire, el amor por el país y el aprecio por sus instituciones”. Los jóvenes aprendían estas lecciones de la familia, en las aulas y por la cultura popular. Reagan se preocupaba que no estábamos enseñando a la generación futura un amor responsable por el país. “Los padres no están seguros de que un firme aprecio por América es la correcta enseñanza para los jóvenes modernos. Patriotismo, bien anclado, no está de moda para los comunicadores que dirigen el curso de la cultura popular”.
“Tenemos que enseñar historia no basado en lo que está de moda sino basado en lo que es importante”, enfatizó Reagan. “Si olvidamos lo que logramos, no sabremos quiénes somos. Estoy hablando de una erradicación de la memoria americana que podría resultar en una erosión del espíritu americano”.
Hemos tenido tres décadas para observar cuán profética y acertada fue la advertencia de Reagan. Estudio tras estudio han mostrado la ignorancia tanto de jóvenes como adultos de los ideales americanos, historia e instituciones. En 2017, una encuesta del Annenberg Public Policy Center mostró que solo un cuarto de los encuestados podían nombrar los tres poderes del Estado. Más de un tercio no podía nombrar algunos de los derechos contenidos en la Primera Enmienda.
Pero ignorancia no es la única amenaza al entendimiento que los norteamericanos tienen de su país. En 2017, la National Association of Scholars publicó un informe titulado Haciendo Ciudadanos: como las universidades americanas enseñan cívica. El reporte sugiere, o más bien concluye, que profesores de izquierda han transformado la enseñanza de cívica tradicional con un énfasis en activismo, creando estudiantes deseosos de servir los propósitos de causas seculares y liberales. Los autores del informe notan que, en lugar de enseñar a los estudiantes “los fundamentos de leyes, libertad y autogobierno”, los profesores les enseñan “cómo organizar protestas, ocupar edificios y conducir manifestaciones”.
Quizás sea mucho esperar que la enseñanza pública actual pueda volver a enseñar a los estudiantes sobre gobierno representativo, la separación de poderes y decisiones famosas de la Corte Suprema pero, al menos, debemos insistir que patrocinen y alienten debates de cívica tradicional con grupos externos en que partidarios de la cívica tradicional puedan alentar el sentido de compromiso cívico.
Reagan era demasiado práctico para creer que el trabajo de reintroducir el estudio de autogobierno podría dejarse en manos de las escuelas. “Todo gran cambio en América comienza en la mesa de comer” dijo en su discurso de despedida. “Así que espero que mañana comience la conversación y, muchachos, si sus padres no les han enseñado lo que significa ser americano, déjenselos saber, y enfatícenlo. Eso será una acción muy americana.
“La libertad nunca está más allá de una generación para extinguirse. No se la pasamos a nuestros hijos en la corriente sanguínea. Debe ser luchada, protegida y entregada a ellos, para que hagan lo mismo”.
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