Que los vientos de cambio nos lleven a buen puerto
El triunfo de Mauricio Macri en Argentina parece ser el primer hito de cambio, no sólo para un país, sino para un continente que lleva más de una década encallado en socialismo. Los votantes argentinos han logrado utilizar las urnas como medio para materializar el descontento por un sistema fallido que lleva años erosionando la calidad de vida de los ciudadanos. Esta es una alegría que traspasa fronteras y alienta la esperanza en naciones latinoamericanas donde la larga noche populista sigue causando pesadillas.
Somos muchos los que esperamos el efecto dominó que permita que mejores ideas gobiernen Latinoamérica. Sin embargo, tanto para Argentina como para cualquier otro país que siga la tendencia, el triunfo electoral es apenas el primer capítulo de la historia. Después de ganar elecciones, ¿Cómo hacer para no transformar la esperanza en desilusión?
Macri deberá enfrentar un gran reto. Imagínense recibir de legado 12 años de experimentos políticos fallidos. Toca ahora lidiar con un alto nivel de expectativas mientras se aguanta la resaca de la fiesta socialista. Porque un país en mal estado puede significar un campo minado donde la gravedad de las circunstancias actuales, creadas por la mala gestión anterior, pueden jugarle en contra a los nuevos líderes que querrán sacar adelante la región.
¿Y por qué considero esto importante? Por dos simples motivos: primero, porque la corta memoria electoral tiende a terminar endilgada al que está en poder, no del que se fue. Y segundo, porque el socialismo siempre se ha valido de este “pasado injusto” para denunciar los atropellos de los que realmente son protagonistas, y así llegar nuevamente al poder.
La transparencia en el diagnóstico sobre la gravedad de los males que actualmente adolecen a los argentinos, acompañado de una gestión inteligente para remediar la dolencia, es vital para que la eventual solución no sea confundida con la causante de la enfermad. La volatilidad de un pueblo urgido de soluciones en sectores tan diversos de la sociedad, es tierra fértil para que las eventuales espigas del socialismo puedan volver a crecer.
Dura tarea estar frente al timón en momentos de tormenta, pero peor aún no aprovechar el viento del cambio para sacar de la corriente populista a una región que merece mejores días.
- 23 de julio, 2015
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