Lo único que no va a cambiar es el arroba
Casi todo lo digital avanza rápido. Muy rápido. Sabemos, de hecho, que en 5, 6 o 7 años gran parte de las palabras de moda hoy van a estar en franca desaparición. Algunas prevalecerán, pero la mayoría estará en el crepúsculo de su ciclo de vida. En 2006, por ejemplo, algunas personas se enojaron mucho porque dije que en no más de 5 años los blogs ya no iban a hechizar a nadie. En esa época ser blogger era ¡wow!, super revolucionario. Sonaba blasfemo decir que esa revolución pronto se convertiría en algo normal. Pero se cumplió a rajatabla. Los blogs hoy son una herramienta más de Internet, una que, de hecho, anticipó la modalidad que terminaría por quitarles protagonismo: lo social. Ahora la onda no es tener un blog, sino crear una página en Facebook o tener muchos seguidores en Twitter. Entusiasmo que, más tarde o más temprano, también será eclipsado por alguna otra cosa.
La evolución de las tecnologías de la información no da respiro, es verdad. Pero hay una excepción. Las direcciones de correo electrónico, que siguen limitadas a los caracteres de un solo idioma, el inglés. No se pueden usar tildes, cedillas, ni eñes. Ni los caracteres del ruso, el árabe, el chino, el coreano y sigue la lista. Todos esas letras se conocen también como caracteres no-Ascii. Ascii viene de American Standard Code for Information Interchange y sirve para representar sólo 128 caracteres (33 de los cuales no son imprimibles). Por oposición, Unicode, que es el estándar informático actual, soporta 110.000 caracteres.
El email, de hecho, nació como un sistema para enviar sólo mensajes de texto Ascii. Eso de recibir imágenes adjuntas que ves en cuanto abrís el correo es algo relativamente nuevo. Hace 20 años, las fotos (y otras cosas que no contenían sólo texto Ascii) llegaban como un amasijo inextricable de letras y números. Había que ejecutar un programa en el intérprete de comandos para convertir ese texto raro en la imagen que te habían enviado. Los veteranos recordarán términos como MIME (Multi-Purpose Internet Mail Extensions), Uuencode, Uudecode y Base64.
Eso también evolucionó y hoy podemos abrir imágenes, PDF, DOC, planillas de cálculo, enviar ZIP, ejecutables y cualquier otro objeto digital de manera 100% transparente. Pero en las direcciones seguimos limitados a un solo conjunto de caracteres. Uno, además, en extremo frugal. Los Núñez lo saben bien. O se los rebautiza Nunez o, peor, Nuniez. Y el tilde también te lo debo.
Bueno, desde el martes la internacionalización de las direcciones de correo electrónico ha comenzado a volverse una realidad, de la mano de Google. Es sólo un primer paso, pero es un paso histórico. Ahora, Gmail puede recibir y enviar mensajes a cuentas en cuyas direcciones haya caracteres no-Ascii. En el futuro, prometen, también Calendar podrá reconocer estas direcciones y, más adelante, los usuarios podrán crear cuentas en Gmail con caracteres internacionales.
Hablé por teléfono el jueves con Andrea Freund, líder de comunicaciones de Gmail, par preguntarle cuánto tiempo pasará hasta que podamos ponerles tildes y eñes a nuestras direcciones de Gmail (o los caracteres de cualquier otro idioma). "No tenemos un cronograma, pero ése es el próximo paso lógico en la internacionalización de Gmail", me respondió desde Mountain View, sede de Google, donde trabaja desde hace 3 años.
La pregunta que posiblemente te estás haciendo es de dónde van a salir mails con direcciones en árabe, griego, ruso o chino (o español con ñ y tildes, etcétera), si tal cosa supuestamente no existe. En realidad, y como suele ser, la historia tiene algunos meandros.
El huevo, la gallina y bandeja de entrada
El soporte para caracteres internacionales en el mail no es un invento de Google, ni podría serlo. De esas cosas se ocupa la Internet Engineering Task Force (IETF), que en 2012 anunció el estándar para internacionalizar el mail (mediante la RFC 6530: https://tools.ietf.org/html/rfc6530). El método para usar dominios con caracteres internacionales (o IDN, por sus siglas en inglés) fue definido en 2003. Dominio es la parte que una organización registra -por ejemplo, lanacion.com.ar- y que en las direcciones de correo electrónico va después de la arroba.
"Hay compañías que están experimentando con esto y registran dominios y direcciones de correo electrónico con caracteres no-Ascii, pero son pocas", me dijo Freund. Una de ellas es el registrador Afilias, fundado en Irlanda en 2000, que desde 2010 ofrece un paquete de correo que soporta direcciones y dominios en caracteres no-Ascii. La suite, compatible con Windows y Linux, incluye el cliente de correo, una interfaz Web, el servidor de mail y una consola de administración accesible también mediante la Web.
En rigor, entonces, Gmail será el primero de los grandes proveedores de correo electrónico en dar soporte a la internacionalización del email. Jordyn Buchanan, de Google, había confirmado esta noticia en junio durante la quincuagésima reunión de la Icann.
¿Por qué la adopción de la EAI (Email Address Internationalization) ha sido lenta? Al menos por dos razones. La primera es que el inglés funciona hoy en muchos lugares del mundo como el latín en la Edad Media. Es la lengua de intercambio, un status que también se verifica en Internet en general y en la Web en particular. Suena raro, y de hecho se lo pregunté a Freund: ¿de verdad un japonés, un indio o un árabe se ven obligados a escribir sus direcciones de mail en caracteres Ascii? "Así es, el universo del email sigue siendo mayormente en caracteres del inglés", me respondió. Luego busqué fotos de teclados en esos idiomas y, en efecto, además de sus caracteres locales vienen con los del Ascii.
El segundo motivo por el que la adopción de la EAI ha sido lenta es que si ningún servicio de mail muy popular puede interpretar direcciones que responden a la RFC 6530, entonces es poco probable que prosperen. ¿De qué sirve una dirección de email desde la que no podés escribirle a nadie que tenga una cuenta en Gmail, Hotmail y demás? Es un poco como quién sale primero a la pista de baile. Sólo que en este caso salir a bailar es muy caro.
Ahí es donde entra Gmail, que es en este momento el correo electrónico más usado del mundo, con alrededor de 425 millones de cuentas activas, según Freund. Es un paso, además, que la comunidad de programadores estaba esperando. Sin el respaldo de alguno de los grandes (Google, Microsoft, Apple), la internacionalización del correo electrónico seguiría siendo una rara avis. El comentario final en esta propuesta del foro de desarrolladores de Thunderbird apunta precisamente a ese hecho: https://groups.google.com/forum/#!topic/mozilla.dev.apps.thunderbird/QBFibOEK5x4
Babel es ahora
Google no da este paso por altruismo. Primero, le permitirá ampliar su base de usuarios a los que dirigir su publicidad contextual. El mercado occidental está saturado de servicios de mail, donde Google pone publicidad contextual. Así que necesitan abrirse nuevos horizontes, y en esos horizontes no se prefiere el inglés. Se lo usa porque no hay más remedio, pero se lo percibe como completamente ajeno, al revés que en gran parte del hemisferio occidental. En segundo lugar, podrá vender su paquete de aplicaciones para empresas a más clientes, en esas mismas regiones. Sumándole su predominio móvil mediante Android, la jugada tiene mucho sentido.
Por supuesto, la movida tiene sus críticos. Para algunos, la RFC 6530 podría convertir el email en una nueva torre de Babel. No creo que tal cosa vaya a ocurrir. Nuestros contactos tienden a ser geográfica, cultural y lingüísticamente cercanos y, por lo tanto, de este lado del mundo no notaremos grandes cambios.
Pero hay, a mi juicio, algo mucho más importante. Cientos de millones de personas usan un teclado en chino, japonés o árabe para mandar mails a direcciones escritas en inglés. En algunos casos, ni siquiera escriben de izquierda a derecha. Es tan antinatural que parece mentira que haya pasado tanto tiempo sin que este estado de cosas cambie. Es, por cierto, un escenario mucho peor que el de Núñez.
Y, si se lo piensa un poco, Internet es Babel hoy. Para millones de personas que no entienden los caracteres Ascii (como la mayoría de nosotros no puede leer chino, japonés o ruso), la brecha digital encuentra una barrera inicial infranqueable, la del idioma.
Es que, a pesar de su longevidad y de las numerosas alternativas que existen hoy (desde WhatsApp hasta Twitter), el mail sigue estando en el corazón de nuestros trabajos cotidianos. Los pronósticos de su desaparición, algo más de una década atrás, fallaron. El correo electrónico está muy difundido, tiene un conjunto de herramientas con el que sus competidores no pueden ni soñar y, como es austero por naturaleza, se mudó rápidamente a los móviles.
El correo tiene la sencillez justa y las herramientas suficientes, es en diferido, al revés que los mensajeros, y sin embargo puede funcionar para un breve intercambio de información rápido, casi en tiempo real. ¿Podría ser mejor? Sí, pero Ray Tomlinson nunca imaginó, en 1971, que se convertiría en el nuevo Graham Bell. Hoy, con sus extensiones y mejoras, con cifrado y firma digital, con las interfaces Web que ofrecen reglas y filtros, con la posibilidad de llevarlo ahora en un dispositivo de bolsillo que pesa poco más de 100 gramos, el correo electrónico no parece fácil de reemplazar.
En este contexto, la noticia que dio a conocer el martes Google constituye una estrategia de negocios inteligente y, además, una forma de lograr que el resto de los jugadores implementen soporte para las direcciones de mail en idiomas que hablan más de 2700 millones de personas, en comparación con los 360 millones del inglés. Sin irnos muy lejos, nuestra bella lengua, cuya estampa queda desfigurada cuando se le amputan las eñes y las tildes, es la segunda con más hablantes nativos del mundo, después del mandarín.
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