G-77 y derechos humanos
El Deber, Santa Cruz de la Sierra
La Cumbre del G-77 + China, que se realizará en nuestro país, tiene un gran ausente, los derechos humanos como fundamento de una sociedad democrática cuyo valor principal es la libertad de sus ciudadanos. Este no es solo un defecto del G-77, que agrupa a 133 países en vías de desarrollo, sino de NNUU en su conjunto, en la cual la democracia no es un requisito para pertenecer. Quizás esto se justificaba en un mundo que salía de la Segunda Guerra Mundial y en la cual el horror a la hecatombe global y al conflicto nuclear exigía –y exige aún– la existencia de un foro en el cual las naciones democráticas se encontraran con regímenes totalitarios, autoritarios y dictatoriales para evitar nuevos atentados a la paz mundial. Por eso, NNUU nunca ha tenido una cláusula democrática, puesto que muchos de sus miembros no lo son y sus poblaciones viven sometidas al capricho de gobiernos que atropellan los derechos humanos y limitan las libertades más elementales.
Sin embargo, en pleno siglo XXI esto no puede continuar. De qué sirve reunirse para hablar de cooperación económica Sur–Sur, cambio climático y un nuevo orden internacional sin tocar temas como derechos humanos, democracia y libertad. Acaso se puede entender la lucha contra la pobreza sin conducir a las personas a una sociedad en la cual puedan ejercer a plenitud sus libertades políticas y económicas, tal cual se definen en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que es la base del sistema de naciones unidas y debería ser la piedra fundamental de un orden internacional basado en la convivencia pacífica de sociedades de mujeres y hombres libres.
Vivimos un mundo en el que por primera vez en la historia la pobreza disminuye sostenidamente y la clase media parece superar a las personas que sufren con la pobreza. Es una nueva realidad social y económica de alcance global. Claro que esto es importante y se lo ha logrado gracias a la apertura de sociedades cerradas a la libertad económica y el comercio internacional. No obstante, no podemos conformarnos, la libertad es una sola, y el progreso económico debe estar acompañado de libertad. Si esta cumbre quiere trascender, debe incluir en sus conclusiones el compromiso con la democracia y los derechos humanos.
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