Venezuela: No había sido novela
Reymi Ferreira reconoce en su último artículo (Venezuela, ED 04/04/14), aunque sea tácitamente, que lo de Venezuela no es una telenovela. Sin embargo culpa de la violencia a los sectores de oposición. Por supuesto, nada dice de la violencia constante durante los tres lustros de la revolución chavista. Violencia verbal, con Chávez, Maduro y sus acólitos hablando de pacifismo pero refiriéndose sus opositores como gusanos, traidores, basura, etc.; en lo judicial, utilizando el sistema de justicia para perseguirlos; en lo político, politizando todos los cargos públicos, quitando recursos y potestades a los municipios opositores, realizando probados fraudes electorales; en lo económico, confiscando la propiedad privada, enriqueciéndose entre chavistas y empobreciendo al país; cercenando la libertad de expresión, cerrando medios de prensa, obligándolos a transmitir los insufribles discursos de los líderes chavistas, dejando a los periódicos sin papel para imprimir; en lo militar, armando grupos paramilitares llamados colectivos y dotándolos de armas de guerra, politizando a la policía y al ejército.
Caracas es tal vez la ciudad más violenta del mundo, producto parcial de la complicidad del gobierno y de las armas que el régimen reparte a sus organizaciones criminales, llamadas colectivos y que han matado a miles de personas en asaltos comunes.
Por lo tanto, querer defender al régimen chavista, bajo el argumento de que ganaron elecciones y que los violentos son opositores, no hace aguas. Los videos documentando los abusos de los colectivos chavistas y las fuerzas de seguridad son abundantes y contundentes. Decir que el régimen no reprime la libertad de prensa argumentando, como lo hace Ferreira, que existen medios privados es tan risible como decir que la libertad de prensa en los regímenes de Videla, Pinochet y Bánzer era respetada, porque también habían medios privados.
Finalmente Ferreira descalifica a líderes de la oposición como golpistas, pero ensalza a Hugo Chávez quien fue un golpista, que además celebraba orgulloso su fallido golpe y por otro lado, tiene como empleador y jefe a Evo Morales, un golpista confeso seguido de García Linera, un terrorista y separatista confeso. Un poco de coherencia lo obligarían a renunciar a su cargo de embajador. Ferreira no miente cuando afirma que (no todas) las manifestaciones de la oposición han sido pacíficas. Pero usar esa media verdad para defender al régimen de Maduro equivale a una mentira.
- 15 de diciembre, 2010
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