La dignidad de la familia Payá
Las circunstancias en torno a la trágica desaparición del
disidente cubano Oswaldo Payá se van esclareciendo como un complicado
rompecabezas cuyas piezas finalmente encajan.
Muchos han sido los
obstáculos que tanto el Gobierno cubano como el español han puesto en
el camino, lo que ha dificultado que se sepa toda la verdad de cómo
murieron el dirigente del Movimiento Cristiano de Liberación (MCLG) y el
también opositor Harold Cepero. No obstante, gracias al tesón de la
familia Payá, a las posteriores revelaciones de Ángel Carromero, el
joven político español que conducía el día del extraño siniestro
automovilístico en una carretera de la provincia de Oriente, y la
solidaridad de un puñado de políticos del Partido Popular que se apartó
de la línea oficial, es evidente que lo que se pretendió disfrazar de
accidente fortuito bien pudo tratarse de la embestida de un auto de la
policía política, que acabó por provocar la muerte de la figura más
relevante de la disidencia cubana.
De todos es sabido que
Carromero fue acusado de homicidio involuntario, y por ello permaneció
retenido en la isla antes de ser devuelto a España para cumplir el resto
de su condena bajo libertad vigilada. De todos es sabido, también, que
durante su encierro en La Habana el Gobierno castrista divulgó un vídeo
del representante de Nuevas Generaciones del PP, autoinculpándose al
estilo de las grabaciones a las que los secuestrados suelen ser
sometidos. Y de todos es sabido que en aquella farsa de juicio se les
impidió el acceso a los familiares de las víctimas.
En medio de las calumnias y mentiras vertidas por las autoridades
cubanas y el ominoso silencio del Ejecutivo español, la viuda, los hijos
y los hermanos de Payá se negaron a presentarse como acusación contra
Carromero, seguros de que él también era víctima de un montaje político
que impidió una investigación independiente.
Hoy, un año después
de aquel fatídico 22 de julio, Carlos Payá, uno de los hermanos de
Oswaldo que vive en Madrid y es miembro del MCL, le ha revelado a la
periodista de El Mundo Rocío Galván que la
misma tarde en la que familiares y amigos despedimos a su hermano en una
misa en la iglesia madrileña San Fermín de los Navarros, el Secretario
de Estado de Cooperación Internacional para Iberoamérica, Jesús Gracia,
se reunió con él para, según afirma Carlos, pedirle algo a lo que se
negó “rotundamente”: que la familia acusara a Carromero, ya que eso
facilitaría su liberación en cuestión de 72 horas y a cambio los Payá
serían indemnizados. Declaraciones que Gracia ha desmentido.
Recuerdo
la noche en que nos enteramos de la muerte de Payá y los días
posteriores, incapaces de recibir respuestas claras por parte del
Gobierno de Rajoy. Recuerdo la indignación de Regis Iglesias, discípulo
de Oswaldo y su mano derecha en España. Recuerdo bien la atribulación de
Carlos, procurando que se hiciera justicia por su hermano y a la vez
bajo la presión de que sus palabras, y lo que entonces ya sabía sobre
los mensajes de texto que el acompañante de Carromero en el vehículo, el
sueco Aron Modig, había enviado al exterior (en los que presuntamente
contaba que habían sido embestidos) no perjudicaran al español, con la
esperanza de que fuera liberado cuanto antes.
Según Carlos Payá en
la entrevista, siguiendo las indicaciones de la cúpula del PP para no
entorpecer la salida de Carromero, calló durante meses. Pero ni él, ni
Ofelia, la esposa de Oswaldo, ni su hija, la activista Rosa María Payá,
se habrían prestado nunca a una propuesta que habría desvirtuado para
siempre las verdaderas circunstancias en las que murieron los dos
opositores. El propio Carromero sostiene que el personal médico del
hospital llegó a decirle que Payá llegó consciente al centro sanitario,
lo que contradice la versión oficial de que murió en el acto.
Lo
que más le desconcierta a Carlos Payá es que, a pesar de que Carromero
ya se encuentra en su país y se ha encargado de contar su propia versión
de lo que sucedió, el Gobierno no ha hecho nada para desenmascarar las
manipulaciones y chantajes de La Habana.
Quienes conocemos desde
hace años a los Payá, una familia de demócratas con sólidos valores, no
dudamos de Carlos. Otra cosa bien distinta son los presuntos acuerdos
del Ejecutivo español con la dictadura castrista. Suele suceder cuando
los políticos anteponen los intereses a los principios. Nadie le puede
arrebatar a la familia Payá su dignidad. Tristemente, otros no pueden
decir lo mismo.
© Firmas Press
- 23 de julio, 2015
- 19 de mayo, 2024
- 28 de diciembre, 2009
Artículo de blog relacionados
Por Andrés Oppenheimer El Nuevo Herald Esta es la primera pregunta que les...
6 de septiembre, 2007Financial Times – El Cronista Comercial Si las arengas de Hugo Chávez se...
27 de julio, 2010Por Cal Thomas Diario Las Américas Entre los argumentos interesantes en la decisión...
31 de enero, 2010- 31 de enero, 2023