Irán en América Latina
Desde hace varios años para Estados Unidos, Irán
constituye la mayor preocupación del Departamento de Estado. Gobernado
por extremistas musulmanes que basan sus prácticas de gobierno en
principios religiosos medievales, con investigaciones científicas que
buscan capacidad nuclear y con riquezas petroleras que les permiten
llevar a cabo sus ambiciones, Irán es una bomba de tiempo en el centro
del Medio Oriente. Pero hay otro aspecto, menos conocido por el público
occidental: la penetración de Irán en el continente latinoamericano.
Para empezar, un extenso artículo publicado este mes en el Washington Post
detalla la existencia de campos de adoctrinamiento en Irán para jóvenes
latinoamericanos con el propósito de prepararlos para penetrar sus
propios países una vez adoctrinados ideológicamente. Aparentemente, los
estrategas iraníes ven a Latinoamérica como una región receptiva a la
ideología islámica y al antiamericanismo. Y, de ahí, la idea de penetrar
a Estados Unidos “por la puerta de atrás”.
Durante los últimos
ocho años, Irán ha incrementado su número de embajadas en América Latina
a once. De estas, seis –Nicaragua, Colombia, Bolivia, Chile, Ecuador y
Uruguay– han sido creadas después que Mahmoud Ahmadinejad tomó el poder
en Irán. Y, aun cuando Ahmadinejad ya ha sido reemplazado por su
sucesor, Hassan Rouhani, no ha dado señales de un cambio de política. Es
más, Irán ha construido 17 “centros culturales” en Centro y Suramérica y
se ha aprovechado de la extensa diáspora chiíta en el continente
usándola de manto encubridor para plantar operaciones de Hezbolá a
través del continente. Estos infiltrados, entre otras actividades, se
han convertido en figuras de importancia en el negocio de drogas en el
triángulo llamado “la Triple Frontera” que abarca los límites
fronterizos de Argentina, Brasil y Paraguay, y en el norte de México.
En sus comentarios sobre los campos de adoctrinamiento, el periodista Joby Warrick, del Washington Post,
cita a un estudiante mexicano identificado solo como “Carlos” que
conoció a un diplomático iraní en una reunión social en México. Después
de una mención de su curiosidad sobre el Islam, el diplomático le
ofreció la oportunidad de viajar a Irán donde “Carlos” fue alojado en un
campo de adoctrinamiento en la ciudad sagrada chiíta de Qom: “Éramos 20
o 30 en mi clase, todos de América Latina”, contó “Carlos”, que
solamente tenía 19 años cuando llegó al pequeño instituto que se
identificaba como una “madrasa para hispanos”. “Conocí colombianos,
venezolanos y múltiples argentinos. Muchos eran recién convertidos al
Islam y todos fuimos sometidos a cursos de inmersión en perfecto español
sobre antiamericanismo e Islam”. Carlos quedó impresionado por la
efectividad de los programas que aislaban a un pequeño grupo de
estudiantes y los sometían a semanas de adoctrinamiento teológico y
político. Carlos recordó cómo algunos compañeros de clase, que al
principio solo tenían curiosidad sobre Irán y su religión, terminaron
sus estudios como “discípulos comprometidos”. “A algunos de ellos”,
recuerda Carlos, “yo los llamaría locos obsesionados”.
Un reporte
preparado para el Congreso de Estados Unidos estimó que, en sus cinco
años de operaciones (hasta ahora), el programa de adoctrinamiento ha
procesado más de 1,000 estudiantes latinoamericanos. Un reporte reciente
del fiscal argentino Alberto Nisman detalla una vasta red iraní de
“estaciones de inteligencia locales, clandestinas, diseñadas para
planear, alentar y ejecutar ataques terroristas en la región”, y
describió, en particular, las actividades de Moshen Rabbani, un
exagregado cultural a la embajada iraní en Buenos Aires que ha sido
ligado al ataque terrorista contra el centro cultural judío en Buenos
Aires en 1994 donde murieron 85 personas. Irán acusó a Nisman, que es
judío, de “sionista”.
El periodista Warrick describe a Rabbani,
que fue figura principal en la creación de Hispan TV por el gobierno
iraní, como “un proponente incansable de exportar la revolución islámica
iraní al mundo de habla hispana. Rabbani ha alardeado de haber
“empujado” la región fuera de la influencia de Estados Unidos y hacia
“la visión iraní de un Islam revolucionario”.
Cuando evaluemos la
posible actitud de Estados Unidos hacia Irán basados en el peligro que
Irán presenta para Estados Unidos, no se nos debe olvidar que el peligro
va más allá de lo que Irán pueda hacer en el Oriente Medio. Las
ambiciones de sus dirigentes, con mentalidad del siglo VII, son mucho
más peligrosas que lo que nos ha parecido hasta ahora.
Veremos hasta dónde Latinoamérica se traga el anzuelo.
- 23 de julio, 2015
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