Las Bahamas y los refugiados cubanos
Históricamente ha habido emigraciones por razones
políticas y económicas desde muchos países del mundo, algunas de ellas
por varios años, como la Unión Soviética, los países del este de Europa,
China, México, Vietnam, Haití y Cuba, por solo mencionar los más
conocidos. En su mayoría, esas emigraciones terminaron o quedaron
reducidas al mínimo cuando la situación nacional cambió. Sin embargo, en
Cuba, después de 54 años, la situación no solo se mantiene sino que
empeora por año. A la causa de intolerancia y violencia política se ha
ido sumando la miseria económica que, a diferencia de otros países,
tiene su causa en el sistema político estatista y corrupto que controla
el poder.
A pesar del privilegio que han tenido los cubanos por
décadas de ser admitidos en los Estados Unidos, la mayoría de los países
cercanos a Cuba se niega a darles refugio y, algunos como Bahamas y las
islas Caimán, se portan violentamente contra los refugiados cubanos que
llegan a sus costas. Aparentemente, los gobernantes de esas dos
naciones insulares del Caribe se sienten intimidados o temerosos de que
el gobierno castrista tome represalias contra ellos cortándoles el
petróleo subsidiado que reciben de Venezuela o que los agreda,
directamente, como hizo Fidel Castro contra una lancha del servicio de
guardacostas bahamense en 1970.
Los cubanos no son bien recibidos
en Centroamérica, pero no son maltratados. México, que mientras reclama
“derechos” de permanencia para sus nacionales emigrados a los Estados
Unidos les niega a los cubanos esa misma oportunidad y ni siquiera les
permite un refugio temporal en su paso hacia la frontera, no maltrata
físicamente a los cubanos.
Lo que ocurre en las Bahamas es
verdaderamente insultante y abusivo. Se portan como agentes castristas.
Nadie les ha pedido que les den residencia a los cubanos. La solicitud,
justa por cierto, es que no se pliegue a las órdenes de La Habana
maltratándolos y que los ponga en su campamento de refugiados, como hace
con otros emigrantes, hasta que la Organización de las Naciones Unidas
para los Refugiados les pueda conseguir un país que los reciba.
A
nosotros, cubanos de origen y descendientes, nos corresponde asumir una
actitud de protesta contra esos abusos, y si no se atiende, entonces
tomar el paso de no comprar pasajes de cruceros que incluyan a las
Bahamas como escala. No tenemos que abstenernos de viajar en los
cruceros, sino escoger los que no toquen puerto en Bahamas.
Hay
que demostrarle solidaridad a nuestros cubanos abusados y darle un
mensaje al gobierno bahamense que su servilismo hacia los Castro tendrá
consecuencias económicas para ellos. Yo invito, cubanamente, a todas las
organizaciones patrióticas, políticas, sociales, culturales y
económicas de Miami donde los cubanos tienen participación, a que tomen
la iniciativa de promover esta medida tan humana, justa y necesaria.
El autor es ex preso político cubano.
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