El Salvador: ¡Hagamos patria!
Son muchos los acontecimientos que se han dado y continúan dándose en
nuestro país, que dan pie para que los salvadoreños muestren cada vez
más su decepción y pesimismo por el presente y futuro de El Salvador.
La inseguridad y la delincuencia está desbordada, el gobierno perdido y
sin rumbo, la economía en caída libre, el endeudamiento del país al
tope, la calidad de la salud y la educación pública por el suelo,
algunas instituciones secuestradas por políticos sinvergüenzas, la
corrupción institucionalizada y la pobreza generalizada.
En
momentos cruciales como los que se viven hay dos opciones: sentarse de
brazos cruzados como espectadores a lamentarse y a criticar, o
arremangarse la camisa y tratar de hacer algo por cambiar al menos en un
milímetro el rumbo que lleva la nación. Pero esto implica que El
Salvador se tenga que convertir en un país de ciudadanos participativos,
dispuestos a levantar la voz por un mejor país, a llevar a cabo
pequeñas acciones que produzcan grandes cambios, a entender que el bien
es tan contagioso como el mal y a mostrar que somos muchos más los que
queremos un mejor mañana para nuestra querida patria.
Los buenos
gobiernos se construyen sobre la base de buenos ciudadanos y para que
esto se construya, es necesario que los buenos salvadoreños se
involucren y participen activamente en su entorno. Existen muchas
maneras de hacerlo y de hacer patria. Emprendiendo un nuevo proyecto,
afiliándose y colaborando en una gremial empresarial o profesional,
siendo voluntario en una organización no gubernamental, apoyando un
movimiento ciudadano, una fundación con fines benéficos, una federación o
un comité deportivo, participando en una junta de vecinos, en una
directiva de padres del colegio, sirviendo en una comunidad o una
iglesia, compartiendo conocimientos como maestro en una institución
educativa y muchas otras formas más por sencillas que parezcan.
Se
hace patria también cuándo se cumplen la obligaciones que la ley manda,
cuando se debate sobre la política nacional y se propone
constructivamente, cuando se vota y se viven cívicamente los procesos
electorales, cuando se exigen resultados concretos a los gobernantes y
se cuestiona la transparencia de algunos políticos, cuando se evalúa de
cerca el desempeño de los diputados y las leyes que crean en la Asamblea
Legislativa, cuando se le pide al presidente y a sus ministros que sean
estadistas y que actúen con visión de nación y no de gobierno
cortoplacista, cuando se señala la corrupción, a los corruptos y se
exige transparencia, cuando se respetan las leyes y la Constitución de
la República y se hacen respetar.
Es tarea de todos recuperar
nuestra identidad nacional, los principios y valores de gente de bien,
de ciudadanos con moral y civismo. Debemos de sentirnos orgullosos de
ser salvadoreños y de haber nacido en una tierra que lleva el nombre del
Salvador del Mundo. El azul y blanco del cielo es el mismo de nuestra
bandera y siempre debe estar por encima de cualquier color político o
ideológico. No permitamos que unos pocos atenten contra la democracia y
la institucionalidad, defendámoslas y luchemos por ellas.
Merecemos
un país mucho mejor en lo político, en lo económico y en lo social. Nos
toca dar una parte a cada uno y devolverle a El Salvador todo lo bueno
que nos ha dado. Puede ser tiempo, trabajo, talento, recursos, ideas.
Todo suma y todo multiplica. Soñemos y trabajemos juntos por un país
pujante, lleno de prosperidad y en libertad. Sí se puede.
El autor es colaborador de El Diario de Hoy.
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