Los objetivos de Raúl Castro
Se trata de que, como hace muchos años, los
cubanos andamos por el oscuro sendero de la mentira. Esto no es una
novedad histórica. Con fatal frecuencia la mentira nos rompe el pecho a
quemarropa. Ahora, en la ficción de la Asamblea del Poder Popular,
enfrentamos las incoherentes explicaciones sobre los “avances” de las
reformas económicas que desde la renuncia de Fidel Castro, hace siete
años, busca hacer eficiente el obsoleto modelo socialista.
En esta
ocasión, el vicepresidente Miguel Díaz Canel señala que “en los próximos
meses vamos a entrar en los experimentos empresariales”. ¿Y qué es lo
que han estado haciendo desde el 2006 cuando el general Raúl Castro
sustituyó en el poder al enfermo dictador? La respuesta es clara y
directa. La revolución cubana no tiene límites para la farsa.
¿Cuál
es el objetivo? Con una retórica inaccesible al razonamiento lógico y
frases de sentido deliberadamente difícil de entender, Raúl Castro y sus
generales tienen como meta esencial mantenerse en el poder, con leves
ajustes económicos que le permita a la cúpula militar el continuismo
dinástico, asegurando el control hegemónico de sus hijos en el pleno
disfrute de los privilegios del poder.
¿Cómo enfrentar la falta de
liquidez financiera? Aumentando sustancialmente las remesas, afincando
la permanencia del ilegítimo gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela y
mejorando la imagen de la revolución en Washington para alcanzar la
autorización del turismo norteamericano.
En primer término, el
aumento de las remesas es una urgente prioridad. Recientemente Raúl
Castro vendió miles de pasaportes en moneda convertible y autorizó los
permisos para cubanos que puedan viajar y permanecer por dos años en el
extranjero facilitando el envío de remesas a sus familiares en la isla.
Las
remesas se calculan en más de $1,000 millones, superando las ganancias
netas de la industria turística y pasando a ser, después del subsidio de
Venezuela y los servicios médicos en el exterior, la tercera fuente de
divisas de la dictadura militar cubana. Pero las remesas han creado en
la economía socialista de subsistencia un imprevisto malestar social.
De
acuerdo con un reciente informe del Instituto de Estudios Cubanos y
Cubano-Americanos de la Universidad de Miami (ICCAS): “Más del 60% de
los cubanos en la isla son negros o mulatos y reciben poco dinero de las
remesas ya que la mayoría de los cubanos fuera del país son blancos”. A
pesar del infundado reclamo de la propaganda del régimen, este es un
gravísimo factor de descontento en el sector menos favorecido por el
sistema. El problema de la miseria en que vive la población afrocubana
se hace más evidente en las provincias orientales y en La Habana.
¿Cómo
mejorar la deteriorada imagen de la revolución cubana en Washington?
Fingiendo una apertura económica, y la llegada del relevo generacional a
los resortes del poder. Esto exige una campaña de propaganda masiva con
un mensaje de cambio repitiendo consignas como: “avances
significativos”, “rectificación de errores”, “flexibilización del
proceso de producción”.
Para darle credibilidad al simulacro del
relevo generacional, Raúl Castro está actualizando el Parque Jurásico,
sustituyendo a varios ancianos dirigentes, como Ricardo Alarcón, con
figuras jóvenes. Recientemente Miguel Díaz Canel, un civil de 55 años,
fue elevado a la categoría de primer vicepresidente del Consejo de
Estado. ¿Es en efecto Díaz Canel el número dos de la cúpula de poder? La
respuesta es negativa. La Constitución Socialista establece que la
máxima autoridad de Cuba es el Partido Comunista y su Buró Político,
controlado por los militares. Ramón Machado Ventura, coronel de línea
dura en su condición de segundo secretario del Partido Comunista Cubano,
continúa siendo el número dos en la escala de mando del régimen.
En
Cuba, el poder real está concentrado en generales y coroneles fieles a
Raúl Castro. En este grupo podemos identificar a los generales: Abelardo
Colomé Ibarra (Furry), jefe del MININT; Leopoldo Cintra Frías, ministro
de las Fuerzas Armadas, y Álvaro Lopez Miera, jefe del Estado Mayor.
Además del factor coercitivo, estos generales y coroneles controlan más
del 65% de la economía de la isla y han desarrollado una cultura de
casta, que incluye rituales, normas de comportamiento, lealtad a la
hermandad militar, ética de valor personal y clara conciencia del poder y
sus privilegios.
Aumentar las remesas, mantener el subsidio de
Venezuela y cambiar la imagen en Washington para lograr alcanzar el
turismo norteamericano son los objetivos de Raúl Castro y la cúpula
militar. En el proceso los cubanos se hunden en brutal represión,
miseria y mentira.
El autor es historiador, abogado, y Asesor Principal del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami.
- 23 de enero, 2009
- 25 de marzo, 2025
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