El mundo según Bernanke
Bastó que el Presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, dijese que dejará de suministrar droga a la economía el año que viene para que los mercados sucumbieran al síndrome de abstinencia o "mono" monetario.
Quien haya prestado alguna atención a este blog sabrá que llevo algún
tiempo expresando alarma por la política de estímulos monetarios que
varios países, en especial Estados Unidos, llevan años aplicando para
reanimar la economía. Fabricar moneda nunca estimula la economía:
lo único que pone en movimiento son las glándulas degustatorias de la
especulación. Y tarde o temprano esas políticas conducen a la inflación,
a menos que se tenga el coraje de eliminar el dinero que se ha
fabricado artificialmente, lo que provocará una nueva recesión.
Desde septiembre de 2008 Bernanke ha creado 2.3 billones de dólares
de la nada y sigue fabricando 85 mil millones cada mes. La inmensa
mayoría de ese dinero artificial no ha ido al destino que se esperaba
-créditos bancarios para reanimar la economía- sino a las reservas que
guardan los bancos comerciales en la Reserva Federal por encima del
mínimo exigido y a los mercados de deuda y de acciones. No es, desde
luego, la primera vez que se hace esto en Estados Unidos. Es ya una
tradición: el banco central emite dinero sin respaldo no sólo en tiempos de recesión
o desaceleración sino también cuando el gobierno necesita endeudarse,
cosa que ocurre muy a menudo. Por eso hoy cada bebé estadounidense nace
debiendo 70 mil dólares y, si contamos los compromisos del Estado del
Bienestar a futuro, cinco veces más.
Me temo, ay, que parte de la culpa de la política monetaria de hoy la
tenga Milton Friedman, un campeón de la libertad económica en todo
menos en el campo monetario y cuya errada lectura de la Gran Depresión
influyó en muchas personas. Entre ellas, en Bernanke, un matemático que
estudió mucho a Friedman y cree, como creía él, que buena parte de la
culpa por el hecho de que la recesión de comienzos de los años 30 se
volviera una Gran Depresión la tiene el que la Reserva Federal permitiera una contracción monetaria en lugar de soltar dinero a la economía.
Muchos estudiosos han demostrado ya que eso no es cierto. Entre
ellos, recientemente, David Stockman, autor de uno de los mejores libros
sobre la historia económica y monetaria de Estados Unidos a lo largo
del último siglo: "The Great Deformation".
Stockman demuestra de forma contundente que las cosas fueron al revés.
Lo que causó la recesión fue el fin de una burbuja crediticia producto
de los "locos años 20" y el colapso de la demanda europea de
exportaciones estadounidenses. A inicios de los años 30 se produjo, en
efecto, una contracción, que es la manera como el mercado cura sus
excesos. No es que el banco central dejase de imprimir dinero: al
contrario, imprimió mucho. Pero, como está pasando ahora, ese
dinero no sirvió para estimular nada porque la economía, o sea la gente,
quería eliminar el exceso de crédito antes de endeudarse nuevamente.
Por eso entre 1929 y 1933 los préstamos de la banca comercial bajaron
de 36 mil millones de dólares a 16 mil millones a pesar de los estímulos
monetarios.
Ahora, a pesar de que lleva cuatro años en un frenesí de creación
artificial de dinero, Bernanke no ha logrado todavía la reanimación que
busca. La poca que hay se debe al proceso natural de una economía que poco a poco ha ido reduciendo su deuda.
Sólo que Bernanke cree que se debe a sus estímulos. Y por eso se ha
animado a anunciar que en principio dejará de crear dinero el año que
viene.
Los mercados han respondido con un "mono" incontrolable. No es para menos: han vivido en estos últimos años de la especulación gracias al dinero creado por la Reserva Federal.
¿Cumplirá Bernanke, o quien lo suceda, la promesa de poner fin a la fabricación de moneda artificial en 2014?
Y, si la cumple, ¿retirará el dinero artificialmente creado o acabará
ese dinero, una vez que la economía recobre lozanía, produciendo una
inflación de sálvese quien pueda? Sólo dos Presidentes de la Reserva
Federal, uno en los años 50 (William McChesney Martin), el otro en los
80 (Paul Volcker), se atrevieron a revertir estímulos monetarios en
serio. Las probabilidades de que haya un tercero pronto no son grandes.
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