Honduras: Sin hambre, con populismo y vulgaridad

Por Gaspar Vallecillo
El Heraldo, Tegucigalpa
La
FAO “premió” a Porfirio Lobo porque “logró” reducir “a cero” el hambre en
Honduras. Debemos reír llorando por los que comen y ayunan en la tragicomedia
que dirige y actúa el galardonado.
La
seguridad alimentaria que disfrutan pocos y velan más nunca ha sido prioridad.
Los pobres nunca aprendieron a dar un esfuerzo para ser retribuidos. Nacemos
como dice Olban Valladares “con las manos extendidas para pedir limosna”.
“Primero los pobres” y otras estupideces lo confirman.
Bueno
sería que el gobernante “visite” las villas miserias en todo el territorio
nacional, para constatar si comen o no sus sobrevivientes. En la capital, bajo
los puentes y cerca del “coloso” estadio Nacional está el abandono y desafecto
oficial. Degustando en Roma aunque el pueblo no coma.
La
candidata de los ayer liberales debutó en el “coliseo”. Reconocemos el
entrenamiento al que fue sometida, lee pausado para los aplausos y eso ya es
bastante.
Hace
cuatro años, gracias al bipartidismo que obedientemente sataniza, su consorte
fue gobernante y daba vivas al partido que lo hizo lo que nunca debió ser.
Disfrutaron
a sus anchas y largas del poder y aseguraron de por vida su sacrificado empeño
dejando empeñada hasta los nacos esta patria que no merece gobernantes
ignorantes y corruptos. Sino probos, diligentes e inteligentes. Amenaza con
refundir lo que el consorte no logró destruir.
Populismo
con proverbial incoherencia ilimitada. Modificará, dice, las reformas
educativas. Sin educación no hay discusión ni solución. La ignorancia es
atrevida. No habrá corrupción ni impunidad. Conciencia desmemoriada. ¡Qué valor
de doña!
Desea
una campaña de altura y empieza por bajuras. Debe debatir sus “propuestas” y
decirnos cómo hará para no hacer lo mismo que hizo el marido.
Que
discuta su tesis con otros candidatos, sería interesante conocer la escolaridad
que la respalda, su capacidad, habilidad, conocimiento, discernimiento, seguridad
y confiabilidad.
La
vulgaridad en política es intolerable e imperdonable. El diputado y, por
componendas que jamás entenderé, vicepresidente del Congreso Nacional Marvin
Ponce en repetidas ocasiones ha evidenciado su bagaje cultural e intelectual.
Ha
provocado enfrentamientos y requerimientos por su destape siendo conminado a
pedir disculpas por injurioso y ofensivo, pero no aprendió ni aprenderá jamás.
La
última demostración de ineducación fue contra una diputada venezolana que
expuso su verdad en el seno del Congreso, él y otro tránsfuga se exhibieron de
a feo. Nada se les puede pedir porque no dan para más, pero tampoco se les debe
permitir sus abusos amparados en su fuero legislativo.
Igual
o peor fueron los insultos con palabras soeces de esa “autoridad” del
Legislativo contra un ciudadano venezolano ahora nacionalizado hondureño.
Vergonzosa
desvergüenza del que no sabe dignificar la posición que por desgracia ocupa.
Seguro que seguirá sin bridas y sin estribos dando rienda a su procacidad.
No
tiene la culpa el susodicho sino el que lo hizo compadre.
Para
el hambre que sació el Presidente, el populismo de la candidata y la vulgaridad
del diputado, cabe esta interrogante hecha por un campesino sabio: “¿Por qué
los que se han hartado de este país siguen con hambre?”.
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