Colombia: La peor política exterior
El Colombiano, Medellín
“Sólo los tontos tienen muchas amistades. El mayor número de amigos
marca el grado máximo en el dinamómetro de la estupidez”. Pío Baroja.
Desde
el comienzo de este gobierno, los áulicos de gran parte de los medios
de comunicación bogotanos y algunos miembros del ala vergonzante del
Partido Liberal, se empeñaron en repetir que “por fin” este país tendría
una política exterior de altura, pues el finquero de “provincia” que
había osado ocupar el Palacio de Nariño, no tenía el roce social de la
alcurnia capitalina, a la que nunca le aceptó invitaciones a sus
cocteles en los que todos visten al último grito de la hipocresía y
degustan recíprocamente prójimo.
Decían que el país había quedado
“aislado” por culpa del anterior presidente y que restituir las
relaciones “con todos”, era la señal que el estilo cundi-británico
estaba de regreso.
Lo que nunca se preguntaron fue: ¿Por qué se
dañaron las relaciones con los vecinos? ¿Quiénes atentaron contra el
país? ¿Qué gobiernos sirvieron y sirven de refugio a los
narcotraficantes de la guerrilla?
Les pareció obra de un genio
declarar al tirano Hugo Chávez como “nuevo mejor amigo” y entregarle a
Walid Makled, enviarle la información de los computadores de “Reyes” a
Correa, engavetar el acuerdo de bases aéreas con los EE. UU., negociar a
escondidas, en el gobierno de la urna de cristal “ahumado”, con el
dictador de la Isla cárcel del Caribe, un acuerdo con sus protegidos y
patrocinados.
Convencidos que imitar la “diplomacia pendular” que
sustentó parte de la fórmula de “equilibrio de poder” que le permitió a
Inglaterra cuando fue imperio que no surgiera desde la Europa
continental un poder que amenazara su hegemonía, era propio de alguien
estudiado en Londres, “con aroma de café”.
Lo que no pueden
entender los cortesanos de Anapoima es que esa es una alternativa viable
cuando uno es poderoso y no para países débiles y en formación, y menos
aún para quienes anteponen los principios a la conveniencia cercana.
A
estos seudobritánicos del altiplano parece que nadie les enseñó que
querer quedar bien con todos es el método certero para al final ser
odiado por todos. Darles gusto a todos implica, para quien tiene
limitados recursos, dar un poco a cada quien, lo que lleva más temprano
que tarde a que todos te califiquen de tacaño y sin compromiso.
Y
como los hechos son verdades, ahora todos los limosneros de Unasur se
sienten indignados. Así paga el diablo a quien bien le sirve.
La
política exterior del gobierno es errática, sin rumbo, inconsistente,
reactiva, guiada por el hoy sin preocupación por el después, y
especialmente, ausente de principios. Sin embargo los aduladores
intentan ver en cada una de las metidas de pata del gobierno una
enigmática “jugada maestra”. Me recordaban estos despistados la película
“Desde el jardín”, donde Peter Sellers representa
magistralmente a “Chance”, un jardinero analfabeto, de inteligencia y
sentido de la realidad sin retoñar, que se convirtió para los poderosos
de turno en un oráculo, al confundir forzadamente su poquedad, fruto de
la ignorancia, con la sabiduría de un visionario, y que por ello debía
convertirse en presidente.
“Pasa en las películas, pasa en la vida, pasa en TNT”.
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